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comentarios bibliográficos
res tan directos, es un reto, por eso
Antonio Gallego Morell justifica el haberlo
hecho trece años después de su fallecimiento.
Esa edición de 1968 se agotó
rápidamente y es de agradecer la edición
facsímil que nos brinda la editorial
Comares, una singular edición que nos
permite conocer a fondo a este carismático
y discutido personaje, de temprana
vocación para el estudio del patrimonio
artístico granadino, de curiosidad universal,
destacadísimo historiador del arte,
defensor del patrimonio paisajístico de
Granada, valorado político, brindándonos
su perfil humano, intelectual, académico,
político, que fue tan brillante como
el primero, y todo ello en una trayectoria
ascendente que se truncó prematuramente.
Pero Gallego Morell ha hecho
mucho más, ha investigado profundamente
a su personaje porque no es posible
conservar tantos datos familiarmente,
ya que en su evocación, tan bien hilvanada
en su propia escritura, Gallego
Burín no queda nunca aislado, está perfectamente
engarzado en el ambiente en
el que se desenvuelve tanto familiar,
como el de la propia ciudad, con las
aportaciones sobre sus íntimos amigos
que fueron destacadas figuras del
momento, y finalmente el contexto español,
porque por su posición y cargos,
dados los importantes momentos que
vivió, la historia de España forma la
urdimbre sobre la que se monta este
relato, al que no falta el elenco de las
publicaciones y un índice onomástico,
tremendamente útil en este fluir de
personajes.
Gallego Burín, de figura inconfundible,
…alto, delgado, peinado con raya,
bigote reciente, nariz y boca grandes,
frente despejada…camisa blanca con
cuello y puños almidonados... y más
tarde botines, una imagen perfectamente
fijada en todos los retratos y fotografías,
licenciado en Filosofía y Letras en
1914 y más tarde en Derecho, comenzó
su carrera profesional en el cuerpo de
Archivos, en donde se ancló su afán por
la investigación. De sólida y multiforme
formación, y en colaboración con personas
de tendencias ideológicas muy diferentes,
alterna su trabajo con la creación
literaria, la dirección y la interpretación
escénica. Le atrae la histórica política,
que estudia y divulga en prestigiosos
artículos, pero quiere sentirla más vivamente
y, casi a la vez que obtiene una
plaza de profesor auxiliar en la Facultad
de Letras, se presenta a concejal, iniciando
una trayectoria política que no
abandonará.
Además de artículos e informes,
su investigación ve pronto el fruto en el
libro sobre José de Mora, con el que se
inician las publicaciones de la
Universidad de Granada, pero no abandona
la literatura con artículos de toda
índole, tal los que saludan la regeneración
cultural de Granada, el apoyo a
Lorca y a la nueva literatura que conformaría
la Generación del 27. Ganó la
Cátedra de “Teoría de la Literatura y de
las Artes” de la Universidad de
Salamanca, en 1926, aunque renuncia
a ella; se ha dicho de él que se movió
poco de Granada, aunque fue quien
más hizo por ella.
No voy a repetir la biografía pero
sí quiero señalar algunos aspectos, muy
bien definidos en el libro, que nos
demuestran la visión y proyección de
Gallego Burín en el campo del arte, aun-
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