Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui
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a alguien, y cómo la herida, en cuestión de días, comenzaba a sanar. El siguiente<br />
discurso de Manzoni iba dirigido a mí. Él creía que el Polvo de Vitriolo era<br />
compatible, desde el punto de vista energético, explicado según la unión de<br />
átomos de materias distintas, con la energía que dimanaba <strong>del</strong> amor. ¿Qué era<br />
si no amor el hecho de que, a través de los ojos de uno, la amada comprendiera<br />
que se le amaba? La energía nos salía no sólo por los ojos, también por<br />
los poros de nuestro cuerpo y por la respiración, pero para concretarse en amor<br />
los átomos no debían estar diferenciados, debían ser átomos compatibles. Un<br />
hombre bondadoso sólo podía amar a una mujer bondadosa, porque sus<br />
energías (o sus átomos) eran afines, y así habría un malvado correspondido<br />
por una malvada. Yo le pregunté que cómo quedaba allí, en su teoría, el hombre<br />
que no creía en el amor. Su respuesta fue que el amor existía, aunque algunos<br />
como él no creyeran que su composición fuera perfecta. Si él amaba<br />
poco, su pareja lo amaría en la misma proporción. Si él dejaba que la amada<br />
desencadenara el resto de amor, que no colocaba sobre él, en otro, estaría sólo<br />
permitiendo que lo aleatorio <strong>del</strong> amor se consumiera. Su amada seguiría<br />
siendo suya porque el poco amor con que le correspondía, al evaporarse la<br />
pasión, quedaría asentado, hermético, fuerte, y ya no habría combustión capaz<br />
de desgastarlo. Le pregunté por el amor infeliz, cuando las sombras de una<br />
noche tardía cerraba sobre el mundo. Él no creía que existiera verdaderamente<br />
un amor infeliz. Había solamente amores que no habían llegado todavía a<br />
una perfecta sazón. Sin embargo el amante sabía a tal punto qué semejanza<br />
de naturaleza le había sido revelada que, en virtud de esa fe, sabía esperar,<br />
incluso toda la vida. Él sabía que la revelación para ambos podría actuarse<br />
incluso después de la muerte, cuando, evaporados los átomos de cada una de<br />
las dos médulas que se deshacían en la tierra, se reunían en algún Cielo. Como<br />
un herido, que sin saber que alguien estaba rociando de Polvo de Vitriolo el<br />
arma que lo vulneró, gozaba de nueva salud y alivio <strong>del</strong> dolor.<br />
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