Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

acercarnos, a fin de que cupiéramos, ellas, sabias, volaron a encaramársenos,
Rodríguez refirió que los primeros en hablar de las palomas habían sido los
egipcios, y, entre otras muchas cosas, consideraron a ese animal purísimo
entre todos, tanto que, si había una pestilencia que anonadara hombres y
animales, permanecían incólumes los que comieran sólo palomas. Citó a
Plinio el Joven y, con él, nos aseguró que no había dudas de que se trataba de
un buen remedio, pues la paloma carecía de hiel (el veneno que los demás
animales tienen pegado al hígado). Yo, que pensaba que sus murmullos sólo
eran cantos, me sorprendí al saber que significaban los ruidos de la gran lujuria
en la que se consumían. Mientras todos los demás animales tenían una
estación para sus amores, no había estación del año en la cual el palomo se
abstuviera de montar a la paloma, y pasaban el día besándose, entrelazando
sus lenguas, con el mutuo propósito de hacerse callar. Manzoni nos informó
que, en lengua toscana (al subir de Bolonia a Florencia nos íbamos a percatar
de ello), se derivaban de la sensualidad de las palomas muchas expresiones
deleitosas como colombar con le labbra y baci colombini, y que colombeggiare le decían
los poetas a hacer el amor como las palomas y tanto como ellas. Recitó unos
versos: Quando nel letto, ove i primieri ardori,/ sfogar già de’ desir caldi e vivaci/ colombeggiando
i duo lascivi cori/ si raccolser tra lor tra baci e baci, que según él habían inspirado
estos otros sublimes y cultos versos: Reclinados, al mirto más lozano/ una y
otra lasciva, si ligera,/ paloma se caló, cuyos gemidos/ (trompas de amor) alteran sus oídos.
Rodríguez nos dijo que las palomas venían de Chipre, isla consagrada a Venus,
y contó que el carro de Venus estaba tirado por cándidas palomas, llamadas
precisamente pájaros de Venus por su descomedida lascivia. Manzoni corroboró
las palabras de Rodríguez al afirmar que las palomas habían sido consagradas
a Venus porque en el monte Eryx, en Sicilia, se celebraba una fiesta
cuando la diosa pasaba hacia Libia. Aquel día, en toda Sicilia, ya no se veían
palomas, porque todas habían cruzado el mar para hacerle cortejo a la diosa.
Fernando recordó haber leído que los asirios representaban a Semíramis en
forma de paloma, pues Semíramis había sido criada por palomas y luego convertida
en una de ellas. Era una mujer de hábitos desenfrenados, y tan bella
que Escaurobates, rey de los Indios, se prendó de ella con amor desesperado,
a pesar de que era concubina del rey de Asiria. Pero el caso era que esta Semíramis
no pasaba un día sin cometer adulterio, y hasta se enamoró de un
caballo. Fernando citó unos versos de Petrarca: ¿qué gracia, qué amor o qué destino/
me dará plumas en guisa de paloma? Habló de que las palomas eran mejor que
una Semíramis porque tenían otra tierna característica, lloraban o gemían en
lugar de cantar, como si tanta pasión satisfecha no las dejara jamás saciadas.
El hecho de que se besaran y de que fueran tan lascivas era prueba de que
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