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Rosa Luxemburgo – Obras escogidas

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Los aumentos de salarios fueron en general menores que la reducción de las horas de<br />

trabajo, pero siempre más significativos: en Varsovia la municipalidad fijó, a mediados de<br />

marzo de 1905, un aumento del quince por ciento para las fábricas que dependen de ella; en<br />

el centro de la industria textil, Ivanovo Vosnesensk, el aumento fue del siete al quince por<br />

ciento, en Kolvno afectó al setenta y tres por ciento de los obreros. Se introdujo un salario<br />

mínimo fijo en algunas panaderías de Odesa, en los astilleros Neva de San Petersburgo,<br />

etcétera.<br />

De más está decir que estas concesiones fueron retiradas luego en uno u otro lugar.<br />

Esto sin embargo provocó nuevas luchas y llevó a batallas aun más enconadas. Así, el<br />

periodo de huelgas de la primavera de 1905 se transformó en el preludio de una serie<br />

infinita, que todavía continúa, de luchas económicas que se expanden y se entrelazan. En la<br />

etapa de aparente estancamiento de la revolución, cuando el telégrafo no transmitía ninguna<br />

noticia sensacional del campo de guerra ruso al mundo exterior, cuando el europeo<br />

occidental hacia a un lado su periódico desalentado por la noticia de que “nada se estaba<br />

haciendo en Rusia”, en realidad se llevaba a cabo el gran trabajo revolucionario clandestino<br />

sin pausa, día a día y hora a hora, en el corazón mismo del imperio. La incesante e intensa<br />

lucha económica efectuó, con métodos rápidos y abreviados, la transición del capitalismo<br />

de la etapa de acumulación primitiva, de formas de trabajo patriarcales y ametódicas, a un<br />

capitalismo sumamente moderno y civilizado.<br />

En la actualidad, la jornada de trabajo real de la industria en Rusia dejó atrás no sólo<br />

la legislación fabril rusa, o sea la jornada legal de once horas, sino también la situación real<br />

imperante en Alemania. En la mayor parte de la gran industria rusa predomina la jornada<br />

de diez horas, considerada un objetivo inalcanzable por la legislación social alemana. Y lo<br />

que es más, en medio de la tormenta revolucionaria y de la revolución misma nació el tan<br />

añorado “constitucionalismo industrial”, que tanto entusiasmo despierta en Alemania y en<br />

función del cual los partidarios de la táctica oportunista están dispuestos a proteger de la<br />

más leve brisa las aguas estancadas de su parlamentarismo que todo lo aguanta, así como<br />

las del “constitucionalismo político”. En realidad no se trata simplemente de que haya<br />

tenido lugar una elevación del nivel general de vida o del nivel cultural de la clase obrera. En<br />

la revolución no se alcanza un nivel de vida material como etapa permanente de bienestar.<br />

Llena de contradicciones y contrastes trae simultáneamente sorprendentes victorias<br />

económicas y los más brutales actos de venganza de parte de los capitalistas; hoy la jornada<br />

de ocho horas y mañana los lock-outs masivos y el hambre para millones de personas.<br />

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