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Rosa Luxemburgo – Obras escogidas

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tanto, de las contradicciones inherentes al cambio capitalista, no podemos considerarlo al<br />

mismo tiempo como medio de adaptación mecánico que existe fuera del proceso de<br />

cambio. Sería igualmente imposible considerar el dinero, la mercancía, el capital, como<br />

“medios de adaptación” del capitalismo.<br />

Sin embargo el crédito, al igual que el dinero, la mercancía y el capital, constituye un<br />

eslabón orgánico de la economía capitalista en cierta fase de su desarrollo. Como ellos, es<br />

un engranaje indispensable en el mecanismo de la economía capitalista y, a la vez, un<br />

instrumento de su destrucción, puesto que agrava las contradicciones internas del<br />

capitalismo.<br />

Lo propio puede decirse de los cárteles y de los medios de comunicación nuevos y<br />

perfeccionados.<br />

Observamos la misma concepción mecánica cuando Bernstein trata de tachar la<br />

promesa del cese de las crisis de “adaptación” de la economía capitalista. Para él, las crisis<br />

son meros trastornos del mecanismo económico. Si éstas cesaran, piensa él, el mecanismo<br />

funcionaría bien. Pero el hecho es que las crisis no son “trastornos” en el sentido corriente<br />

del término. Son “trastornos” sin los cuales la economía capitalista no podría avanzar para<br />

nada. Porque si las crisis constituyen el único método que le permite al capitalismo -y son,<br />

por tanto, el método normal- resolver periódicamente el conflicto entre la extensión<br />

ilimitada de la producción y los estrechos marcos del mercado mundial, entonces las crisis<br />

son manifestaciones orgánicas inseparables de la economía capitalista.<br />

En el avance “libre” de la producción capitalista acecha una amenaza para el<br />

capitalismo, mucho más grave que las crisis. Es la amenaza de la baja constante de la tasa de<br />

ganancia, que no resulta de la contradicción entre la producción y el cambio sino del<br />

incremento de la productividad misma del trabajo. La caída de la tasa de ganancia lleva en<br />

sí la peligrosísima tendencia a imposibilitar cualquier tipo de empresa para los capitales<br />

pequeños y medianos. Limita, así, la nueva formación y, por lo tanto, la extensión de las<br />

radicaciones de capitales.<br />

Y son precisamente las crisis las que constituyen la otra consecuencia del mismo<br />

proceso. Como resultado de su depreciación periódica de capital, las crisis provocan una<br />

caída en los precios de los medios de producción, la parálisis de una parte del capital activo<br />

y, con el tiempo, el incremento de las ganancias. Crean así las posibilidades para un nuevo<br />

avance de la producción. Por eso las crisis aparecen como instrumentos para reavivar el<br />

fuego del desarrollo capitalista. Su cese —no su cese temporario sino su desaparición total<br />

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