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Rosa Luxemburgo – Obras escogidas

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de los estados beligerantes la guerra fuera, al comienzo, una guerra de defensa nacional. El<br />

éxito en el terreno militar exigiría la ocupación inmediata de territorio enemigo. Pero la<br />

influencia de grupos capitalistas interesados en la anexión imperialista despertará apetitos<br />

imperialistas a medida que prosigue la guerra. La tendencia imperialista que al comienzo<br />

fue, quizás, embrionaria, crecerá y se desarrollará en el invernadero de la guerra y en poco<br />

tiempo determinará su carácter, fines y resultados.<br />

Además, el sistema de alianzas militares que ha regido las relaciones políticas de estas<br />

naciones durante décadas significa que en el curso de la guerra cada uno de los campos<br />

beligerantes tratará de conseguir la ayuda de sus aliados, nuevamente desde un punto de<br />

vista puramente defensivo. Así, uno tras otro, todos los países son arrastrados a la guerra,<br />

se tocan inevitablemente nuevos círculos imperialistas, se crean otros. De esa manera<br />

Inglaterra arrastró a Japón y, con la entrada de la guerra en Asia, la China ha entrado en el<br />

círculo de problemas políticos y ha influenciado la rivalidad existente entre Japón y<br />

Estados Unidos, entre Inglaterra y Japón, y así se acumulan motivos para conflictos<br />

futuros. De esta manera Alemania arrastró a Turquía a la guerra, poniendo el problema de<br />

Constantinopla, los Balcanes y Asia occidental en primer plano.<br />

Inclusive aquél que en sus comienzos no comprendió que la guerra mundial obedece<br />

a causas puramente imperialistas, después de un análisis objetivo de las consecuencias no<br />

puede dejar de comprender que, en las actuales circunstancias, ésta se convierte automática<br />

e inevitablemente en un conflicto por la división del mundo. Esto era obvio desde el<br />

comienzo. El equilibrio inestable de poder entre los dos campos beligerantes obliga a cada<br />

uno de ellos, aunque más no sea por razones de táctica militar, para fortalecer la propia<br />

posición o frustrar posibles ataques, a controlar los países neutrales mediante<br />

negociaciones que involucran a pueblos y naciones enteros: tales como las ofertas austro-<br />

germanas a Italia, Rumania, Bulgaria y Grecia por un lado, y las anglorrusas por el otro. La<br />

“guerra de defensa nacional” ha surtido el efecto sorprendente de crear, inclusive en las<br />

naciones neutrales, una transformación general de la propiedad y del poder relativo,<br />

siempre en línea directa con las tendencias expansionistas. Por último, el hecho de que<br />

todos los estados capitalistas modernos poseen colonias que, aunque la guerra haya<br />

comenzado como guerra por la defensa nacional, se verán arrastradas al conflicto por<br />

razones de táctica militar; el hecho de que cada país tratará de ocupar las posesiones<br />

coloniales de su adversario o, al menos, tratará de fomentar el desorden allí,<br />

automáticamente transforma todas las guerras en conflictos imperialistas mundiales.<br />

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