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Rosa Luxemburgo – Obras escogidas

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con doscientos treinta y siete mil afiliados. Si en ese momento se les hubiera preguntado a<br />

los dirigentes sindicales de hoy en día si la organización proletaria ya estaba lo<br />

suficientemente madura como para una huelga de masas, seguramente hubiesen<br />

respondido que faltaba mucho, que antes sería necesario que los afiliados a los sindicatos se<br />

contaran de a millones.<br />

Hoy el número de sindicalistas supera los dos millones, pero la posición de los<br />

dirigentes sigue siendo la misma, y bien puede seguir siéndolo hasta el fin. Su posición<br />

implícita es que toda la clase obrera de Alemania, hasta el último hombre y la última mujer,<br />

debe afiliarse al sindicato antes de que éste cuente con “fuerzas suficientes” como para<br />

arriesgarse en una movilización de masas, que en tal caso, siempre de acuerdo con la vieja<br />

fórmula, sería calificada de “superflua”. Esta teoría es, de todas maneras, totalmente<br />

utópica, por la simple razón de que adolece de una contradicción interna que la hace girar<br />

en un círculo vicioso. Antes de salir a la lucha los obreros deben organizarse. Las<br />

circunstancias y condiciones del desarrollo capitalista y el Estado burgués imposibilitan la<br />

organización de ciertos sectores —los más numerosos, importantes, bajos y oprimidos por<br />

el capital y el Estado- si no median grandes luchas de clases. Hasta en Inglaterra, que ha<br />

pasado por todo un siglo de actividad sindical infatigable sin “alborotos” -salvo al<br />

comienzo en el periodo del movimiento cartista- sin errores ni tentaciones “románticas<br />

revolucionarias”, ha sido imposible ir más allá de la organización de una minoría bien<br />

remunerada del proletariado.<br />

Por otra parte, los sindicatos, como cualquier otra organización de lucha del<br />

proletariado, no pueden subsistir en forma permanente si no es a través de la lucha. Y no<br />

hablamos de luchas como las que se dan entre las ranas y los ratones en la charca del<br />

periodo parlamentario burgués, sino de la lucha en los periodos revolucionarios de la huelga<br />

de masas. La concepción rígida, mecánico-burocrática, sólo puede concebir la lucha como<br />

producto de una organización que cuenta con cierto nivel de fuerza. Por el contrario, para<br />

la explicación viva, dialéctica, la organización surge como resultado de la lucha. Ya hemos<br />

visto un grandioso ejemplo de ese fenómeno en Rusia, donde un proletariado casi<br />

totalmente desorganizado creó una red global de apéndices organizativos en un año y<br />

medio de lucha revolucionaria tempestuosa.<br />

Tenemos otro ejemplo en la historia de los sindicatos alemanes. En 1878 los<br />

sindicatos contaban con cincuenta mil afiliados. Según la teoría de los actuales dirigentes<br />

sindicales, tal como la expusimos más arriba, esta organización no contaba con “fuerzas<br />

suficientes” como para embarcarse en una lucha política violenta. Sin embargo, los sindicatos<br />

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