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De la Economía Ambiental a la Economía Ecológica - Fuhem

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CIP-ECOSOCIALpensaban que cualquier esfuerzo de este tipo debería integrarse en un único criterio de costebeneficio,basado so<strong>la</strong>mente en <strong>la</strong> eficiencia económica nacional (Water Resources Council,1970; Cicceti et al., 1972).Leibenstein (1966) ha mostrado que «<strong>la</strong> teoría económica se centra en <strong>la</strong> eficienciaasignativa con <strong>la</strong> exclusión de otros tipos de eficiencias que, de hecho, son mucho mássignificativas». Estos «otros tipos de eficiencias» incluyen <strong>la</strong> estructura de <strong>la</strong> toma dedecisiones económicas y el impacto de estas decisiones sobre <strong>la</strong> calidad ambiental. Un gruposeparado de «análisis coste-beneficio», para <strong>la</strong>s cuestiones ambientales ofrecería un análisismás completo. Los cambios estructurales que incluyesen una consideración efectiva de <strong>la</strong>seficiencias ambientales orientarían <strong>la</strong> economía desde fuera de su superficie de producciónecológica hacia esa superficie, más que a lo <strong>la</strong>rgo de el<strong>la</strong>. No podemos suponer que en <strong>la</strong>economía ya se han tomado <strong>la</strong>s mejores decisiones que se refieren al medio ambiente y a <strong>la</strong>superficie de producción.Para lograr objetivos de calidad ambiental, los ajustes de precios mediante tasassobre <strong>la</strong>s emisiones se ven como posibles instrumentos en términos de eficiencia. Ex ante, seasume que el análisis coste-beneficio es capaz de hacer mucho en este terreno. En el estadiode formu<strong>la</strong>ción del proyecto, el análisis coste-beneficio no puede fácilmente tener en cuentalos impactos ambientales, aunque <strong>la</strong> valoración tras <strong>la</strong> conclusión del proyecto podríaaplicarse para determinar los verdaderos precios de los inputs adquiridos y para que sirva defutura guía para <strong>la</strong> política de precios.No obstante, aun así, el problema crucial de medir los males que se obtienen comoresultado de <strong>la</strong> actividad económica no está resuelto. 2 Otro problema consiste en que amenudo el análisis coste-beneficio de los proyectos se realiza a un nivel de gobierno distintode aquellos que son responsables de <strong>la</strong> política ambiental. La estructura institucional quedetermina el marco de <strong>la</strong> toma de decisiones para aumentar <strong>la</strong> calidad ambiental impide eluso de modelos económicos basado en variables agregadas. Generalmente, los impactosambientales son sufridos local o regionalmente, mientras que frecuentemente los datoseconómicos se agregan a nivel nacional. Tales restricciones institucionales unidas a aquel<strong>la</strong>sque se pueden fijar deliberadamente ex post para conseguir un racionamiento del medioambiente o unos precios ambientales existentes, artificialmente bajos o nulos, constituyenuna limitación para el análisis coste-beneficio. Los beneficios monetarios y sus consecuentesefectos sobre los precios y los usos se pueden alterar por medio de <strong>la</strong> política de precios. Laaplicación del análisis coste-beneficio no evita el uso de otras medidas para conseguirobjetivos públicos. Es exactamente tan susceptible a distorsiones potenciales como cualquierotra medida. Dichas distorsiones respecto a los objetivos de eficiencia pueden, y quizásdeberían, ser reconocidas en el análisis ex ante y en el complementario ex post paraconseguir los objetivos ambientales deseados.<strong>De</strong>terminar el efecto sobre <strong>la</strong> eficiencia de <strong>la</strong>s inversiones públicas ignorando unmedio ambiente ineficiente y deteriorado conduce a aumentar los costes reales delcrecimiento. Por ejemplo, <strong>la</strong> eficiencia crea el incentivo para mantener y preservar unafuente de inputs baratos incluyendo el aire y el agua. Mientras el aire y el agua sigan baratosno se dispone de ningún incentivo para cambiar <strong>la</strong>s pautas de uso y de organización de losfactores. ¿Cómo puede una maximización del consumo total que tenga en cuenta «<strong>la</strong>s2 D. W. Fischer y R. R. Kerton, «Toward a theory of environmental economics: The nature and perceptionof environmental diseconomies», Waterloo economics series 77, <strong>De</strong>partment of Economics, WaterlooUniversity, enero 1973. Ver también H. E. Daly, Towards a steady state economy, San Francisco, Calif.,Freeman, 1973, p. 164, y K. W. Kapp, «Environmental disruption: General issues and methodologicalproblems» Social Science Information, 9 (4), 1970, pp. 15-32, especialmente, p. 29.112

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