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De la Economía Ambiental a la Economía Ecológica - Fuhem

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<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía Ecológicahabrá aumentado el valor de <strong>la</strong> producción en otros lugares será inferior a 160 libras.Supongamos que importa 150. En tal caso <strong>la</strong> ganancia derivada del funcionamiento delferrocarril importaría 250 libras (el valor de los servicios de transporte) menos 100 (el valorde los cultivos destruidos por el fuego), menos 160 (el descenso del valor de <strong>la</strong> producciónde cultivos debido al abandono del cultivo), más 150 libras (valor de <strong>la</strong> producción en otroslugares de los factores de producción liberados). En conjunto, el funcionamiento delferrocarril aumentaría en 20 libras el valor de <strong>la</strong> producción total. Con estas cifras quedac<strong>la</strong>ro que resulta preferible que el ferrocarril no sea legalmente responsable por los dañosque causa, permitiendo así que opere con beneficios. Como es natural, alterando <strong>la</strong>s cifraspodría mostrarse que existen otros casos en los que sería deseable que el ferrocarril respondade los daños que causa. Para nuestros fines es suficiente poner de manifiesto que desde unpunto de vista económico, no resulta necesariamente indeseable una situación en <strong>la</strong> que nose indemniza por «los daños ocasionados a bosques vecinos por chispas de <strong>la</strong>slocomotoras». Que tal cosa resulte o no deseable depende de <strong>la</strong>s circunstancias concretas.¿Cómo es que el análisis pigouviano parece dar <strong>la</strong> respuesta errónea? La razón esque Pigou no parece haberse percatado de que su análisis aborda una cuestión enteramentediferente. El análisis es correcto en sí. Pero resulta totalmente ilegítimo que Pigou llegue a <strong>la</strong>conclusión concreta a que llega. Lo que está en danza no es si resulta deseable o no hacerfuncionar a un tren adicional, a un tren más veloz, o insta<strong>la</strong>r instrumentos que impidan <strong>la</strong>emanación de humos; lo que se discute es si resulta deseable contar con un sistema en el queel ferrocarril debe indemnizar a quienes sufren daños por los incendios que origina o conotro sistema que exonera al ferrocarril de <strong>la</strong> obligación de indemnizar. Cuando el economistacompara arreglos sociales alternativos, el procedimiento apropiado es comparar el productosocial total ofrecido por estos distintos arreglos. La comparación de productos privados ysociales está fuera de lugar. Un simple ejemplo lo demostrará. Imaginemos a una ciudad en<strong>la</strong> que existen luces de tráfico. Un motorista se acerca a un cruce y se detiene porque bril<strong>la</strong> <strong>la</strong>luz roja. No vienen coches cerca de <strong>la</strong> intersección con <strong>la</strong> otra calle. Si el motorista ignorase<strong>la</strong> señal roja no se produciría un accidente y el producto total aumentaría porque el motoristallegaría antes a su destino. ¿Por qué no hace tal cosa? La razón es que si ignorase <strong>la</strong> luz seríamultado. El producto privado de cruzar <strong>la</strong> calle es menor que el producto social. ¿<strong>De</strong>bemosllegar a <strong>la</strong> conclusión de que el producto total sería mayor si no existiesen multas paraquienes desprecian <strong>la</strong>s señales de circu<strong>la</strong>ción? El análisis pigouviano nos muestra que esposible concebir mundos mejores que el mundo en que vivimos. Pero el problema consisteen diseñar unos arreglos prácticos que corrijan defectos en un lugar del sistema sin causardaños más graves en otros.Hemos examinado con considerable detenimiento un ejemplo de divergencia entreproductos privados y sociales y no vamos a entrar en un nuevo examen del sistema analíticode Pigou. Pero <strong>la</strong> discusión principal del problema considerado en este artículo puedeencontrarse en <strong>la</strong> parte del capítulo 9 que examina <strong>la</strong> segunda c<strong>la</strong>se de divergencia de Pigouy no ofrece interés mostrar cómo desarrol<strong>la</strong> este autor su argumentación. Al comienzo deesta sección citamos <strong>la</strong> descripción que Pigou hace de esta segunda c<strong>la</strong>se de divergencia.Pigou distingue entre el caso en el que una persona presta servicios por los que no recibe unpago y aquel otro en el que <strong>la</strong> persona ocasiona perjuicios y no se indemniza a losperjudicados. Como es lógico, nuestra atención se ha centrado principalmente en estesegundo caso. Por consiguiente, resulta bastante sorprendente descubrir —como nosapuntara el profesor Francesco Forte— que el problema de <strong>la</strong> chimenea que <strong>la</strong>nza al exteriorhumos —el «caso del stock» 45 o «ejemplo en c<strong>la</strong>se» 46 del segundo caso— es utilizado por45 Sir <strong>De</strong>nis Robertson, I Lectures on Economic Principles, 162 (1957).46 E. J. Mishan, The Meaning of Efficiency in Economics, 189, The Banker`s Magazine 482 (junio de1960).69

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