De la EconomÃa Ambiental a la EconomÃa Ecológica - Fuhem
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<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía Ecológicapreguntarse si existen esos sistemas y cuáles son. Las respuestas de todas estas preguntasestán rodeadas por un manto de misterio y todo ser humano tiene libertad para derivar <strong>la</strong>sconclusiones que le p<strong>la</strong>zca. En el fondo se precisa bien poco análisis para poner demanifiesto que un mundo ideal es mejor que un estado de <strong>la</strong>issez-faire, salvo que coincidan<strong>la</strong>s definiciones del estado de <strong>la</strong>issez-faire y del mundo ideal. Pero, como quiera que toda <strong>la</strong>discusión es irrelevante en gran medida para <strong>la</strong>s cuestiones de política económica al margende lo que tengamos en <strong>la</strong> mente como nuestro mundo ideal, está c<strong>la</strong>ro que todavía no hemosdescubierto cómo llegar a él desde donde nos encontramos. Un enfoque más perfecto pareceser partir en nuestro análisis de una situación que se aproxime a <strong>la</strong> realmente existente,examinar los efectos de un cambio de política propuesto e intentar decidir si <strong>la</strong> nuevasituación sería, en su conjunto, mejor o peor que <strong>la</strong> primitiva. <strong>De</strong> este modo, <strong>la</strong>sconclusiones sobre política tendrían cierta relevancia para <strong>la</strong> situación real.Una razón final del fallo a <strong>la</strong> hora de desarrol<strong>la</strong>r una teoría adecuada para abordar elproblema de los efectos nocivos está en un concepto defectuoso de un factor de producción.Dicho factor suele contemp<strong>la</strong>rse como entidad física que <strong>la</strong> empresa adquiere y usa (unahectárea de terreno, una tone<strong>la</strong>da de fertilizante) en lugar de como derecho a llevar a cabociertas acciones (físicas). Podemos decir que una persona posee un terreno y lo utiliza comofactor de producción, pero lo que en realidad ostenta el titu<strong>la</strong>r es el derecho a llevar a efectouna lista limitada de acciones. Los derechos de un terrateniente no son ilimitados. Nisiquiera le es posible en todo instante tras<strong>la</strong>dar <strong>la</strong> tierra a otro lugar, por ejemplo, conexcavaciones. Y, aunque le sea posible excluir a otras personas del uso de «su» tierra, puedeno ocurrir lo propio con otras. Así, por ejemplo, algunas personas tienen un derecho de pasosobre el terreno. Además, puede ser posible o no levantar ciertos tipos de construcciones,hacer crecer ciertos cultivos o usar determinados sistemas de drenaje del terreno. Esto notiene lugar simplemente porque el Estado dicta unas normas. Sucedería igualmente con elsistema del <strong>De</strong>recho ordinario. En realidad, tendría lugar con cualquier sistema jurídico. Unsistema en el que los derechos individuales fuesen ilimitados será aquél en el que noexistirían derechos a adquirir.Pero si los factores de producción se conciben en cuanto derechos, resulta más fácilcomprender que el derecho a realizar algo que tiene un efecto perjudicial (como <strong>la</strong> creaciónde humo, ruido, olores, etc.) también constituye un factor de producción. <strong>De</strong> <strong>la</strong> mismamanera que podemos usar un trozo de terreno de tal forma que impidamos que alguien loatraviese, estacione en él su coche o construya sobre él su casa, también podemos usarlo demanera que le privemos de <strong>la</strong> visión de un paisaje, de un ambiente tranquilo o de un aire sincontaminar. El coste de ejercitar un derecho (de usar un factor de producción) es siempre <strong>la</strong>pérdida que se sufre en otro lugar como consecuencia del ejercicio de ese derecho: <strong>la</strong>imposibilidad de cruzar un terreno, aparcar un auto, construir una casa, disfrutar del paisaje,tener paz o respirar aire puro.Sería c<strong>la</strong>ramente deseable que <strong>la</strong>s únicas acciones realizadas fuesen <strong>la</strong>s que arrojanuna ganancia cuyo valor supera el de <strong>la</strong> pérdida. Pero al elegir entre arreglos sociales encuyo contexto se toman decisiones individuales debemos tener presente que un cambio delsistema existente que conduzca a una mejora de algunas decisiones puede llevar también alempeoramiento de otras. Además debemos tener presentes los costes que entraña <strong>la</strong>operación de los diversos arreglos sociales (ya se trate del funcionamiento de un mercado ode un departamento de <strong>la</strong> Administración), así como los costes que entraña pasar a un nuevosistema. Al a hora de arbitrar arreglos sociales y de elegir entre ellos debemos fijar <strong>la</strong> vistaen el efecto total. Por encima de todo, éste es el cambio de enfoque que hemos estadodefendiendo en nuestro estudio.77