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De la Economía Ambiental a la Economía Ecológica - Fuhem

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CIP-ECOSOCIALLos dos últimos elementos constituyen el déficit de <strong>la</strong> operación; <strong>la</strong> energía disipada porel razonamiento y <strong>la</strong> tras<strong>la</strong>dada al enfriador ya no serán nunca más aprovechables por elhombre para obtener trabajo. Como Lord Kelvin apuntó hace tiempo, estas energías están«irrevocablemente perdidas para el hombre, y por lo tanto ‘gastadas’, aunque noaniqui<strong>la</strong>das» (14, p. 125). Así pues, ésta es <strong>la</strong> cuarta ley de <strong>la</strong> ecología —e implícitamente,del proceso económico: hagamos lo que hagamos dará como resultado un déficit en términosde materia-energía— (4, p. 95; 5, p. 279).Existe una excepción importante que sólo se puede ignorar a costa de un duro castigo. Laley que acabamos de enunciar no se aplica al proceso de adquirir conocimiento fructífero.Ahora está de moda identificar conocimiento con información e insistir en que <strong>la</strong>información se puede medir mediante <strong>la</strong> fórmu<strong>la</strong> presentada por C<strong>la</strong>ude Shannon en <strong>la</strong>Teoría de <strong>la</strong>s Comunicaciones (es decir, de <strong>la</strong> transmisión de señales, con significado o sinél). Ocurre que esta fórmu<strong>la</strong> también se usa en física para medir <strong>la</strong> cantidad de materiaenergíano aprovechable de un sistema. Sobre esta base, ahora muchos autores mantienenque cualquier conocimiento se mide por <strong>la</strong> cantidad de materia-energía aprovechableconsumida (convertida en materia-energía no aprovechable) para llegar a él. Esto significa,por ejemplo, que <strong>la</strong> cantidad de información contenida en <strong>la</strong> ley de <strong>la</strong> gravedad de Newtonse mide por <strong>la</strong> cantidad de materia-energía consumida por su autor en descubrir<strong>la</strong>. Así, esaley representaría un mayor o menor conocimiento, según que Newton hubiera tenido unmetabolismo biológico más rápido o más lento —lo cual es una conclusión completamenteabsurda— (5, Ap. B). Esta postura nos lleva de nuevo a los libros de ba<strong>la</strong>nce. A pesar de <strong>la</strong>imposibilidad de medir el valor del conocimiento, está fuera de duda que cualquierdescubrimiento fructífero —el de <strong>la</strong> familiar rueda, por ejemplo— ha ahorrado a <strong>la</strong>humanidad una cantidad de materia-energía aprovechable inconmensurablemente mayor que<strong>la</strong> consumida en el proceso hasta llegar a él.Algunos economistas —Alfred Marshall (11, p. 63) entre ellos— seña<strong>la</strong>ron que elhombre no puede crear ni materia ni energía. El hombre, decían, sólo puede crear utilidades.Pero en lo que hemos fracasado es en preguntarnos cómo incluso esta última proeza esposible si <strong>la</strong> materia-energía no puede aniqui<strong>la</strong>rse ni crearse. No nos hemos p<strong>la</strong>nteado estacuestión simplemente porque nuestra epistemología fundamental es totalmente mecanicista.Jevons, podríamos recordarlo, se propuso con orgullo construir <strong>la</strong> nueva ciencia económicacomo «<strong>la</strong> mecánica de <strong>la</strong> utilidad y del egoísmo» (9, pp. 11, 21). Ex post, podríamos desearque Jevons, así como los otros dos gigantes en este campo —Walras y Pareto— no hubierantenido tanto éxito como tuvieron en transformar <strong>la</strong> economía política en una hermana de <strong>la</strong>mecánica, en una «ciencia físico-matemática» (15, p. 71).A causa de su completo éxito, se le dice al principiante en <strong>la</strong>s primeras sesiones deiniciación que el proceso económico es sólo un movimiento circu<strong>la</strong>r que se sustenta por símismo y que es autosuficiente entre los sectores de <strong>la</strong> producción y del consumo. Un tiovivoque, como todas <strong>la</strong>s cosas mecánicas, también puede ser visto como un movimiento circu<strong>la</strong>ren dirección contraria, desde el consumo hacia <strong>la</strong> producción. Este es el concepto delproceso económico si miramos sólo lo que ocurre al dinero, aunque incluso <strong>la</strong>s muestras depoder adquisitivo —billetes y monedas— finalmente quedan inservibles y se debenreemp<strong>la</strong>zar por otras nuevas. No se puede imaginar ni mayor ni más fatal fetichismo conrespecto al dinero.<strong>De</strong>spués de cualquier interrogatorio a fondo, hemos de admitir que todas nuestrasexplicaciones de los fenómenos económicos son en esencia mecanicistas. Cuando <strong>la</strong> oferta o<strong>la</strong> demanda se desp<strong>la</strong>zan hacia arriba o hacia abajo, el mercado también varía, pero éstesiempre vuelve a <strong>la</strong> misma posición si <strong>la</strong> curva vuelve también a su antigua posición. La190

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