CIP-ECOSOCIALLa epistemología mecanicista es responsable de un pecado aún mayor de <strong>la</strong> economíamoderna, el de <strong>la</strong> total ignorancia del papel que juegan los recursos naturales, en el procesoeconómico. Hab<strong>la</strong>mos de «tierra», efectivamente, pero sólo en el sentido Ricardiano, esdecir, como el arquetipo de un factor de producción del tipo fondo (stock) (5, Ch. IX; 6, Ch.4, 5). A pesar de ello toda <strong>la</strong> historia, pasada y presente, prueba sin <strong>la</strong> menor duda que elcontrol sobre los recursos naturales ha sido <strong>la</strong> fuerza conductora de los grandes movimientosde personas y de todos los conflictos entre naciones.Que el proceso económico está inseparablemente ligado al medio ambiente material esobvio. Pero por qué debe <strong>la</strong> gente luchar por los recursos naturales arriesgando sus vidas noes cuestión sencil<strong>la</strong>. El hecho de que <strong>la</strong> dotación de recursos naturales que puede utilizar <strong>la</strong>humanidad sea finita no es suficiente por sí mismo como explicación. También necesitamos<strong>la</strong>s enseñanzas de <strong>la</strong> termodinámica.A <strong>la</strong> verdad elemental de que <strong>la</strong> materia-energía no puede ser ni creada ni destruida, <strong>la</strong>termodinámica añade que <strong>la</strong> materia-energía se está degradando continuamente desde unaforma disponible a una no disponible, independientemente de si <strong>la</strong> vida está presente o no y,por lo tanto, con independencia de si <strong>la</strong> usamos para obtener trabajo o no. Esta es <strong>la</strong> quintaesencia de esa ley que tiene el formidable nombre de ley de <strong>la</strong> entropía, sobre <strong>la</strong> cual vamosa tener noticias cada vez más frecuentemente (si atendemos a <strong>la</strong> inclinación que sigue <strong>la</strong>literatura). La ley simplemente dice que <strong>la</strong> entropía, entendida como un índice re<strong>la</strong>tivo de <strong>la</strong>energía no disponible en un sistema ais<strong>la</strong>do, 1 aumenta constantemente.Muchos físicos ven <strong>la</strong> ley de entropía como <strong>la</strong> ley suprema de toda <strong>la</strong> existencia (3, p.74). Sin embargo, curiosamente, esta ley tiene un fundamento antropomórfico. Estefundamento requiere <strong>la</strong> distinción entre materia-energía disponible y no disponible, unadistinción que sólo puede realizar un intelecto humano según <strong>la</strong>s necesidades e interesespropios del hombre. Un espíritu puro o un intelecto proveniente de un mundo con un modode vida distinto al nuestro posiblemente no podría llevar a cabo tal distinción, pues careceríade base para ver <strong>la</strong> diferencia entre <strong>la</strong>s dos cualidades de materia-energía que nosotrospercibimos.La distinción entre estas categorías separa lo que tiene valor económico —materiaenergíadisponible— y lo que no tiene valor —materia-energía no disponible—, es decir,residuos en un sentido termodinámico. 2 Los residuos en este sentido consisten, por ejemplo,en los gases de escape de un automóvil o en <strong>la</strong>s partícu<strong>la</strong>s de oro esparcidas en innumerablesalfombras en el mundo. Sin embargo, no es sólo por este motivo por el que <strong>la</strong>termodinámica es fundamentalmente una física del valor económico, como Carnotestableció que era (4, p. 92; 5, p. 272).Uno quizás podría pensar que el calor disipado por fricción o el transferido al enfriadorpodría de alguna forma volver a <strong>la</strong> caldera y así ser utilizado de nuevo para obtener trabajo.Ese calor no ha sido aniqui<strong>la</strong>do, ¿no es cierto? Si esto fuera posible, podríamos usar <strong>la</strong>1 Uno no debería encubrir los aspectos complejos de <strong>la</strong> noción de entropía; pero para el propósito presente,<strong>la</strong> definición que se da arriba es suficiente. El concepto en traje de ga<strong>la</strong> carece de representación intuitiva yes tan embrol<strong>la</strong>do que, de confiar en algunos expertos, incluso no lo entienden bien todos los físicos (5, p.147).2 Un residuo en el sentido ordinario puede contener sólo poca materia-energía disponible, si tiene algo. Taldesperdicio consiste principalmente en basura y deshechos —«garbo-junk» como propuse l<strong>la</strong>marlo— quetodavía representa energía disponible, pero con una forma inservible (vidrio roto, herramientasfragmentadas, etc). El garbo-junk se puede recic<strong>la</strong>r; <strong>la</strong> materia-energía no disponible no se puede recic<strong>la</strong>r(7).192
<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía Ecológicamisma materia-energía una y otra vez, tal y como aparentemente podemos usar los billetes ymonedas en nuestras transacciones corrientes. 3 ¡Qué bonito sueño, de nuevo, no tener queexplotar continuamente <strong>la</strong>s entrañas de <strong>la</strong> tierra para obtener materia-energía!Lamentablemente, <strong>la</strong> termodinámica nos despierta de este sueño para conducirnos a <strong>la</strong> crudarealidad. La degradación de <strong>la</strong> materia-energía disponible se produce no sólo continuamente,sino también irrevocablemente. 4 Es imposible aspirar los gases de escape de un automóvildesde otro carburador y conducir con él otra vez. Eso sería equivalente a tener una mi<strong>la</strong>grosafábrica de salchichas como <strong>la</strong> de <strong>la</strong> historia de mi niñez. La naturaleza, con o sin nosotros,mezc<strong>la</strong> y revuelve <strong>la</strong>s cosas ordenadas convirtiéndo<strong>la</strong>s en desorden, y no tenemos mediospara deshacer esta degradación entrópica. 5 Toda <strong>la</strong> existencia se mueve en una so<strong>la</strong> dirección—en contraste con los fenómenos puramente mecánicos que se pueden mover igualmentehacia de<strong>la</strong>nte o hacia atrás, o de atrás a de<strong>la</strong>nte—. Por supuesto, es esencial añadir que sóloen re<strong>la</strong>ción al torrente de nuestra consciencia 6 tiene sentido <strong>la</strong> proposición «<strong>la</strong> entropíaaumenta constantemente». No tiene sentido hab<strong>la</strong>r de aumento en el tiempo si no tenemosbases para averiguar cuál de los dos momentos va «primero».<strong>De</strong>bido a <strong>la</strong> ley de <strong>la</strong> entropía, entre el proceso económico y el medio ambiente hay unnexo dialéctico. El proceso económico cambia el medio ambiente de forma irrevocable y esalterado, a su vez, por ese mismo cambio también de forma irrevocable. La humanidad sepuede extinguir (como probablemente lo hará), pero no volverá a vivir en cuevas (o en losárboles) —si alguna vez vuelve a vivir— de <strong>la</strong> misma forma exacta en que lo hizo en elpasado. Para recordarlo, <strong>la</strong>s curvas de oferta no son reversibles, como Marshallcorrectamente pensaba (11, p. 808); y como yo probé más tarde, no podemos ir de arribaabajo en <strong>la</strong> misma curva de demanda (4, pp. 171-83).Volviendo a <strong>la</strong> biología, uno pensaría en primer lugar en Alfred Marshall. Ya que fue élquien en repetidos lugares habló de <strong>la</strong> economía como «una rama de <strong>la</strong> biologíaampliamente interpretada» y nos advirtió que «La Meca del economista descansa en <strong>la</strong>biología más que en <strong>la</strong> dinámica económica» (11, pp. XIV, 772). Sin embargo, Marshall nosiguió su propio l<strong>la</strong>mamiento. Sólo existe el color peculiar de su método de exposición y sufamosa comparación de <strong>la</strong>s empresas de una industria con los árboles de un bosque.Una interpretación del proceso económico en un estilo biológico es el mérito másdestacado de Joseph Schumpeter, mérito que es aún mayor dado que nunca razonó a partirde <strong>la</strong> analogía. Ex post, podemos encontrar razonable al comparar los inventos y <strong>la</strong>sinnovaciones con <strong>la</strong>s mutaciones biológicas, antes y después de <strong>la</strong> difusión. Aún así,Schumpeter no recurrió a este artificio. Simplemente describió el impacto de los inventos einnovaciones como tales en el proceso económico, de <strong>la</strong> misma forma en que un biólogodescribe el papel que juegan <strong>la</strong>s mutaciones en <strong>la</strong> evolución. Ni utilizó ilustraciones de <strong>la</strong>biología para explicar <strong>la</strong> diferencia entre aumento cuantitativo e innovación cualitativa, queanima su distinción entre crecimiento económico puro y desarrollo económico. «Añadasucesivamente tantos vagones correo como quiera, nunca resultará un ferrocarril» (13, p.3 Digo «aparentemente» porque, como ya se apuntó, incluso estas muestras se consumen y finalmente seconvierten en materia inservible.4 La afirmación no es redundante. Los automóviles en un cruce giratorio se mueven continuamente de unaposición a otra, pero no irrevocablemente lejos de cualquier posición (5, pp. 196-7).5 ¿Quieres des-revolver un huevo revuelto? Mézc<strong>la</strong>lo con comida de pollo y alimenta con ello a un pollo—dicen algunos. Pero ignoran muchos hechos: mientras tanto el pollo ha envejecido, parte de <strong>la</strong> comida ydel huevo se han transformado en materia-energía no aprovechable, y alguna materia-energía adicional hatenido el mismo destino. La cuestión es que no se puede vio<strong>la</strong>r <strong>la</strong> ley del déficit antes enunciada.6 Me parece que no es necesario disculparse por el uso de este término, que está perfectamente c<strong>la</strong>ro ytambién ilumina con frecuencia asuntos filosóficos sutiles —si bien su uso resultó desagradable al menos auno de mis comentadores.193
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