CIP-ECOSOCIALvaloren estos bienes, se han intentado dos aproximaciones: DP por usar los bienes y DR porno usarlos. Teóricamente, estas dos valoraciones deben ser aproximadamente iguales, si seasume que no existe un efecto renta. Sin embargo, los resultados de <strong>la</strong> investigación queutiliza ambos enfoques encontraron que había una divergencia importante entre <strong>la</strong>s dosmedidas. La DP tendía a infravalorar el bien, mientras que <strong>la</strong> DR tendía a sobrevalorarlo,pero <strong>la</strong> sobre e infra valoración se basa en <strong>la</strong>s valoraciones con re<strong>la</strong>ción a una y otra, ya queno existe una valoración de mercado de los bienes (Bishop, Heberlein y Kealy 1983, p. 620).En este sentido, no sabemos si los resultados de <strong>la</strong>s dos medidas se desvían por debajo, porencima o de otra manera. Estos resultados contradicen a priori <strong>la</strong> teoría que sugiere que <strong>la</strong>sdos medidas deben ser aproximadamente iguales, dado el pequeño efecto renta pronosticado.Esta falta de convergencia es particu<strong>la</strong>rmente preocupante. El fundamento de <strong>la</strong> hipótesis de<strong>la</strong> función de utilidad se basa en <strong>la</strong> afirmación de R.D. Willig de que <strong>la</strong>s dos medidas debenser sinónimas (Willig 1976). Para evitar esta contradicción a priori, muchos estudios «aúnno se han preocupado por calcu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> DR» (Cummings, Brookshire y Schulze 1986, p. 137).Una segunda cuestión principal con el enfoque de <strong>la</strong> VC es cómo solicitar de losencuestados <strong>la</strong> valoración de <strong>la</strong> DP. La mayoría de los autores han elegido un proceso deofertas o posturas en el que se ofrece un precio inicial para los bienes. El encuestado indica,entonces, si el precio es alto o bajo, y después <strong>la</strong> oferta se ajusta de acuerdo con esto hastaque el encuestado siente que se refleja su valor del bien. Este método ha sido muy analizadoy criticado por lo que se l<strong>la</strong>ma el sesgo del punto de partida. Si <strong>la</strong> oferta inicial es demasiadobaja, entonces parece que esto sesgará a <strong>la</strong> baja <strong>la</strong> elección final del valor por parte delencuestado, pero lo contrario también es cierto. Si empieza demasiado alta, influirá al alza <strong>la</strong>oferta final (Boyle, Bishop y Welsh 1985, p. 193). El estudio realizado por Seller, Stoll yChavas usaba tanto un formato no reve<strong>la</strong>do de antemano, donde el que respondíaproporcionaba <strong>la</strong> valoración, como un formato con límites fijos, donde el encuestado decía sío no al valor propuesto (Seller, Stoll y Chavas 1983). En este ejercicio eran reve<strong>la</strong>dores losresultados sustancialmente diferentes que se obtenían. Los autores concluyeron que elformato sin límites fijos puede ser poco fiable debido al excedente negativo del consumidor,y a los bajos resultados que este método producía (Seller, Stoll y Chavas 1985, p. 175). Sinembargo, una explicación alternativa podía responder de los bajos resultados delcuestionario sin límites fijos y del re<strong>la</strong>tivamente mejor funcionamiento del cuestionario conlímites fijos. En primer lugar, puede que los individuos que no han valorado el bien ocuestión, en un contexto de mercado, puedan ser incapaces de dar un valor al bien. Ensegundo lugar, el cuestionario con límites fijos puede tener un punto de partida sesgado opuede estar creando valoraciones auto-generadas dependiendo de cómo se presenta <strong>la</strong>información.La construcción auto-generada es una de <strong>la</strong>s cuestiones más importantes con <strong>la</strong>s quese enfrenta <strong>la</strong> VC. «El problema de <strong>la</strong> valoración específica puede estar tan alejado de <strong>la</strong>sexperiencias de valoración de mercado de los encuestados como para considerarlosincapaces de responder con seguridad» (Brockstael, McConnell y Strand 1998, p. 25). Asípues, varios investigadores son partidarios de, o bien educar suficientemente al encuestadopara que sea capaz de responder inteligentemente (Thayer 1981, p. 38), o bien entrevistarsólo a aquellos que tienen proximidad y, por tanto, conocimiento de este tipo de bienes(Beasly, Workman y Williams 1986). Cualquiera de los dos enfoques presenta un sesgo quedisminuye <strong>la</strong> fiabilidad de los resultados. Además, el segundo caso ignora el valor deexistencia de estos bienes, es decir, los que no utilizarán nunca el bien, pero valorarán elsaber que está ahí. Cummings et al. concluyen que <strong>la</strong> VC puede producir valores precisosdonde los encuestados han realizado elecciones reales para ese bien en un marco demercado. Su análisis de los estudios de <strong>la</strong> VC no muestra que <strong>la</strong> gente sea capaz de hacer <strong>la</strong>svaloraciones que <strong>la</strong> VC les pide (Cummings, Brookshire y Shulze 1986, p. 102).134
<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía EcológicaIgual que los resultados del CV, los de <strong>la</strong> VC generalmente han sido decepcionantes.Los estudios advierten al lector de que los resultados no tienen fiabilidad y generalidadsuficientemente elevada como para justificar <strong>la</strong>s conclusiones (Smith y <strong>De</strong>svousges 1987;<strong>De</strong>svousges et al. 1987 b; Brockstael, McConnell y Strand 1988; Bishop y Heberlein 1979;y Seller, Stoll y Chavas 1985). Los errores más comúnmente identificados por los autoresson el sesgo hipotético, el sesgo en <strong>la</strong> información y el sesgo del entrevistador (Cronin 1982,p. ix). Existe un debate considerable sobre el significado de cada uno de estos sesgos ydiscusión sobre cómo minimizarlos. Estas discusiones normalmente se refieren a por qué losestudios fal<strong>la</strong>ron al proporcionar resultados significativos o por qué contradecían a prioripredicciones teóricas. Por ejemplo, en el estudio de Kerry V. Smith y William H.<strong>De</strong>svousges (1987) sobre el valor de los cambios de riesgo, los resultados rechazaron <strong>la</strong>hipótesis de una valoración marginal decreciente del riesgo a medida que disminuían losniveles de riesgo (Smith y <strong>De</strong>svousges 1987, p. 109). Los autores observaron que estoparece contradecir el comportamiento racional y el estudio de Cronin de 1982 identificó alos encuestados como participantes de una votación estratégica (Cronin 1982, pp. 6-10), loque sugiere que no estaban reve<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong>s verdaderas preferencias. Bishop y Heberlein, alrevisar los sesgos en su estudio sobre permisos de caza del ganso sugieren que «cuando sesuman en conjunto todos estos problemas potenciales, es suficiente para justificar elconsiderable escepticismo acerca de <strong>la</strong> precisión de <strong>la</strong>s estimaciones de valor obtenidas»(Bishop y Heberlein 1979, p. 926).La VC ha sido revisada críticamente en un libro reciente de Ronald G. Cummings,David S. Brookshire y William D. Schulze (1986). Los autores se centran en lo queconsideran que son <strong>la</strong>s cuestiones centrales que rodean a dicho método. La primera cuestiónhace referencia a <strong>la</strong>s fuentes del sesgo. La segunda cuestión es <strong>la</strong> precisión del método. Lacuestión de los sesgos constituye <strong>la</strong> base de su debate en el sentido de que <strong>la</strong> existencia de unsesgo importante arroja graves dudas sobre <strong>la</strong> validez del método. Los autores enfatizan <strong>la</strong>necesidad de centrarse en el tema de <strong>la</strong>s divergencias entre <strong>la</strong> DP y <strong>la</strong> DR. Tambiénrecomiendan encarecidamente que se debería establecer un estándar para lo que se consideraque es un rango aceptable consistente con una teoría a priori (sesgo del punto de partida).En cualquier caso, se han identificado dos causas para esta divergencia entre <strong>la</strong> DP y <strong>la</strong> DR.La divergencia puede ocurrir como resultado de cómo va a efectuar su pago ofertado elencuestado (sesgo del vehículo) y por <strong>la</strong> falta de incentivo para <strong>la</strong> valoración precisa porquelos encuestados están gastando dó<strong>la</strong>res hipotéticos (sesgo hipotético) (Cummings,Brookshire y Schulze 1986, Chap. 3).Tras revisar los estudios en cuanto a su precisión, se seleccionaron ocho. Alcomparar los estudios de <strong>la</strong> VC con otra medida de mercado indirecta (CV), se rechazó <strong>la</strong>hipótesis de que <strong>la</strong>s medidas eran iguales (Cummings, Brookshire y Schulze 1986, p. 105).El rechazo de <strong>la</strong> hipótesis se produjo por <strong>la</strong> falta de familiaridad con el bien, <strong>la</strong> falta deexperiencia en valorar, <strong>la</strong> incertidumbre en <strong>la</strong> estructura de <strong>la</strong> elección, y <strong>la</strong> falta deresolución entre los criterios de <strong>la</strong> DP y <strong>la</strong> DR.Muchos de los autores todavía se aferran a su creencia de que <strong>la</strong> VC se puede usar en<strong>la</strong> toma de decisiones públicas. Sostienen que los sesgos se pueden identificar o mitigar, yque <strong>la</strong> diferencia entre el pago real y el hipotético es pequeña (Cummings, Brookshire ySchulze 1986, pp. 146 y 242). Sin embargo, los autores coinciden en que <strong>la</strong> VC tiene másposibilidad de éxito cuando el mercado hipotético es operativo, es decir, cuando a losencuestados les es familiar el bien, y tienen experiencia en valorarlo y en entender el métodohipotético de valoración de mercado. Cuando se cumplen estas condiciones, se da también elcaso de que existen otros métodos disponibles además de <strong>la</strong> VC.135
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