CIP-ECOSOCIALuna ecología humana individual». 13 Estamos sólo al comienzo del pensamiento en términosde sistemas interdependientes y se necesitará de mucha investigación para cerrar <strong>la</strong>s brechasde nuestro conocimiento en lo que se refiere a <strong>la</strong> estructura e interacción de una multitud desistemas y su «actuación». No obstante, sería un error creer que hemos partido de cero. E<strong>la</strong>nálisis de sistemas tiene una <strong>la</strong>rga historia en otras disciplinas, tales como <strong>la</strong> biología, sobretodo <strong>la</strong> microbiología, <strong>la</strong> genética, <strong>la</strong> química, <strong>la</strong> física nuclear y, <strong>la</strong> última pero no <strong>la</strong> menosimportante, <strong>la</strong> antropología cultural. 14Por supuesto, no será suficiente apuntar a una representación meramente formal delcarácter de sistema abierto de <strong>la</strong> economía, en su interacción con lo que se l<strong>la</strong>ma medioambiente. Lo que se necesita es superar <strong>la</strong> conceptualización esencialmente dualista de <strong>la</strong>economía y el medio ambiente, para dar a nuestro análisis el contenido empírico necesario.La determinación de <strong>la</strong>s necesidades y requerimientos básicos para <strong>la</strong> salud y <strong>la</strong>supervivencia, <strong>la</strong>s normas ambientales y los niveles de tolerancia máxima de <strong>la</strong>contaminación, estudios sobre influencia en el medio ambiente de otras posibles tecnologíasen sitios específicos, en lugar de modelos de afluencia física lineal, son algunos de losproblemas empíricos y cuantitativos que exigen exploración y análisis; <strong>la</strong> ciencia socialtendrá que ponerse de acuerdo con el problema c<strong>la</strong>ve del carácter de sistema abierto de <strong>la</strong>economía…, a saber, el hecho de que <strong>la</strong> producción deriva inversiones materiales de losimpulsos físicos y decisivos del sistema social, que, a su vez, puede verse destruido ydesorganizado por <strong>la</strong> emisión de desechos residuales, al punto de que <strong>la</strong> reproducción socialmisma puede verse amenazada.El pensamiento dedicado a los sistemas tendrá que evitar una serie de peligros,algunos de los cuales pueden enumerarse brevemente dentro del contexto del presenteanálisis: <strong>la</strong> tendencia a concentrar <strong>la</strong> atención en los conjuntos y su corre<strong>la</strong>ción histórica, sinun análisis causal de los efectos de <strong>la</strong>s tecnologías específicas, los patrones de <strong>la</strong> producción,el consumo y el ingreso; el uso de coeficientes constantes de corre<strong>la</strong>ción y el descuido de <strong>la</strong>sinterdependencias acumu<strong>la</strong>tivas circu<strong>la</strong>res; el dejar de <strong>la</strong>do <strong>la</strong> influencia de los factoresinstitucionales, incluyendo el papel de grupos de interés dominantes y en pugna; <strong>la</strong>inexistencia en soluciones precisas y determinadas a problemas formales, en lugar de buscarrespuestas prácticas y útiles a problemas prácticas urgentes; y el descuido de una atentaevaluación de otras posibles metas y tecnologías, así como también de sus costes deoportunidad y de sus efectos sociales potenciales.La economía como ciencia normativaLas implicaciones metodológicas y cognoscitivas del hecho de que los sistemaseconómicos no sean cerrados sino fundamentalmente abiertos podrían ser de <strong>la</strong>rgo alcance.Sobre todo sería necesario tomar en cuenta <strong>la</strong> compleja interacción y <strong>la</strong>s interdependenciascircu<strong>la</strong>res entre los diferentes sistemas. La producción y el consumo ponen en movimientoprocesos complejos que tienen graves consecuencias negativas sobre el medio ambientefísico y social y que ejercen un efecto inevitable en <strong>la</strong> distribución; estas interdependenciasimplican una forzosa transferencia de costes sociales «no pagados» que constituyen unaredistribución secundaria del ingreso real primordial (pero no exclusivamente) para losmiembros económicamente más débiles de <strong>la</strong> sociedad, así como también para <strong>la</strong>s13 René Dubos, «Review of Barry Commoner, The Closing Circle», Environment, vol. 14, núm. 1 (enerofebrerode 1972), p. 48.14 En lugar de una bibliografía detal<strong>la</strong>da, debemos limitarnos a dar una lista de unos pocos nombres c<strong>la</strong>ve:A. N. Whitehead, John <strong>De</strong>wey, Joseph Needham, Thorstein Veblen, L. A. Kroeber, Gunnar Myrdal, L.von Berta<strong>la</strong>nffy. Para más detalles, cf. K. William Kapp, Towards a Science of Man in Society (La Haya:Nizlioff, 1961).206
<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía Ecológicageneraciones futuras. Además, los individuos y grupos cuyo ingreso y salud se ven afectadosnegativamente por <strong>la</strong>s tecnologías destructivas, bajo disposiciones institucionalesespecíficas, son <strong>la</strong>s víctimas de un proceso de producción sobre el cual ellos no tienencontrol alguno y en contra del cual no cuentan con ninguna compensación legal adecuada.Estas re<strong>la</strong>ciones inter-sistema, con efectos redistributivos, no son re<strong>la</strong>ciones de intercambioo de mercado. Representan corrientes físicas extramercado, que salen de <strong>la</strong>s unidadesempresariales de producción y <strong>la</strong>s familias individuales y pasan al medio ambiente paraluego retornar de este último a los primeros. Es necesario comprender el carácter de estosflujos o corrientes y someterlos a análisis empírico y teórico y a su adecuada evaluación. 15Estas corrientes físicas fuera de mercado p<strong>la</strong>ntean importantes problemas de causalidadacumu<strong>la</strong>tiva circu<strong>la</strong>r que deben reconocerse como características típicas de los procesoseconómicos. 16 Tienen re<strong>la</strong>ción directa con los costes y beneficios reales; no son «externos»ni voluntarios o contractuales. En resumen, son fenómenos extramercado y los precios demercado no proporcionan (en el caso de hacerlo) criterios adecuados para su evaluación.Los costes reales pueden ser de carácter regional o abarcadores de todo el sistema,porque <strong>la</strong> contaminación no sólo afecta a individuos ais<strong>la</strong>dos de determinadas localidades,sino a grupos enteros de personas y regiones, extendiéndose, con frecuencia, más allá de <strong>la</strong>sfronteras nacionales. Más aún, sus efectos se distribuirán de manera desigual; lo mismo seaplica prácticamente a todos los demás efectos negativos de <strong>la</strong> degeneración ambiental. Elruido, <strong>la</strong> congestión urbana y del tránsito automotor, los accidentes industriales, <strong>la</strong>senfermedades ocupacionales y de <strong>la</strong> civilización, <strong>la</strong> fatiga, <strong>la</strong> angustia y <strong>la</strong> frustración… sonsólo algunos de los síntomas de <strong>la</strong> grave dislocación social experimentada por losindividuos, pero que en sus repercusiones y significación abarcan a todo el sistema. El efectode esos síntomas se sentirá en <strong>la</strong> forma de un deterioro y deshumanización de <strong>la</strong> calidad de<strong>la</strong>s condiciones de vida y trabajo de millones de personas en <strong>la</strong> actualidad y en el futuro.Estos fenómenos p<strong>la</strong>ntean problemas complejos de medición y evaluación de los costes (yganancias) ambientales, que no se resuelven mediante instrumentos conceptuales tales como<strong>la</strong>s preferencias reve<strong>la</strong>das, <strong>la</strong> disposición a pagar o compensar, <strong>la</strong> optimalidad paretiana yotras más, pues estos conceptos derivan de nuestro enfoque tradicional basado en un«subjetivismo metodológico». La validez de estos conceptos jamás ha sido aceptada enforma general, ni siquiera en aquellos campos de análisis para los cuales fueronoriginalmente creados. En lugar de intentar calcu<strong>la</strong>r beneficios y costes en términos depreferencias subjetivas y valores de intercambio, sería necesario evaluar el impactoambiental y social de estas corrientes físicas, desde el punto de vista primero social y luegopolítico, y traducir «los impactos físicos y sociales a negociaciones políticamentecomprensibles y pertinentes». 17 Sólo de esta manera podemos abrigar <strong>la</strong> esperanza de arribara opciones sensatas entre intereses y objetivos en pugna, a <strong>la</strong> luz de explícitos juiciospolíticos y, por ende, morales, más que en términos de precios y costos «sombra»calcu<strong>la</strong>dos, derivados de valores de mercado que un análisis más atento demostraría quereflejan <strong>la</strong>s preferencias y valoraciones subjetivas de los expertos y/o poderosos interesesprotegidos por <strong>la</strong> ley. 1815 Cf. A<strong>la</strong>n Coddington, «The Economics of Ecology», New Society (abril de 1970), pp. 595-597.16 Hasta ahora se ha prestado muy poca atención a estos procesos causales acumu<strong>la</strong>tivos; <strong>la</strong>s grandesexcepciones son, por supuesto, los institucionalistas como Veblen y Myrdal. Para un análisis de susconceptos c<strong>la</strong>ve de interdependencia circu<strong>la</strong>res y causalidad acumu<strong>la</strong>tiva dentro del contexto de <strong>la</strong>economía como subsistema del sistema compuesto institucional sociocultural, ver K. William Kapp, «In<strong>De</strong>fense of Institutionalism», Swedish Journal of Economics, vol. LXX, núm. I (1968), pp. 1-18.17 David W. Fisher, «On the Problems of Measuring Environmental Benefits and Costs», Social ScienceInformation, 13, 2 (1973), p. 104.18 Ibid., p. 8. Cf. También, H. H. Liebhafsky, The Nature of Price Theory (Homewood, III.: Dorsey,1968), p. 266.207
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