CIP-ECOSOCIALLa degeneración del ambiente físico y social y el reconocimiento de los sistemaseconómicos como sistemas obligarían a definir <strong>la</strong>s metas (o normas) macroeconómicassocialmente convenientes de <strong>la</strong> economía. Estos fines sociales incluyen una serie deobjetivos generales conflictivos, tales como una mayor igualdad o justicia en <strong>la</strong> distribución,<strong>la</strong> estabilidad económica, <strong>la</strong> plena ocupación, <strong>la</strong> eficiencia en <strong>la</strong> utilización de los recursosescasos, <strong>la</strong> participación en <strong>la</strong> toma de decisiones, etc. Al mismo tiempo, deberán incluir elmantenimiento de estados dinámicos de equilibrio ecológico y económico, como uno de losprerrequisitos fundamentales de <strong>la</strong> reproducción y crecimiento socioeconómico. Ladefinición y determinación concreta de esos objetivos macroeconómicos no es una cuestiónfácil, en parte porque requieren una cantidad considerable de conocimiento referente a losefectos de otros niveles de producción posibles sobre el medio ambiente: de <strong>la</strong>sconsecuencias de otras posibilidades de insumo, de tecnología y localización que, a <strong>la</strong> luz de<strong>la</strong> capacidad conductora o difusora del medio ambiente, pudieran tolerarse.La determinación de esas metas macroeconómicas exige un esfuerzo deinvestigación interdisciplinaria que excede <strong>la</strong> competencia de los economistas, pero que nopuede realizarse sin ellos. Sin embargo, no creemos que el mecanismo de los precios y delcálculo monetario pueda confiarse a <strong>la</strong> evaluación y determinación de <strong>la</strong> importancia re<strong>la</strong>tivade <strong>la</strong>s diferentes mercancías y servicios, incluyendo <strong>la</strong> elección de insumos, técnicas ylocalización, y ello por varias razones; en primer lugar, el mecanismo de los precios y <strong>la</strong>evaluación en términos monetarios reflejan <strong>la</strong> disposición a pagar que manifiestan losindividuos y los grupos, y, por ende, también <strong>la</strong> desigualdad en <strong>la</strong> distribución del ingreso yel poder del mercado. En este sentido, el mecanismo de <strong>la</strong> oferta y <strong>la</strong> demanda es,esencialmente, un mecanismo no igualitario y elitista de evaluación de <strong>la</strong>s mercancías, losservicios y los daños ambientales. Además, el cálculo monetario y de mercado no se adaptaa <strong>la</strong> valoración social ya sea de los perjuicios ambientales o al tipo de mercancías y serviciospúblicos requeridos para el mantenimiento de estados dinámicos de equilibrio ecológico yeconómico. No estamos diciendo que sea imposible adjudicar un valor monetario a los dañosambientales o, para el caso, a <strong>la</strong>s mercancías y servicios públicos. <strong>De</strong>spués de todo, siemprees posible evaluarlos en sus costes monetarios. Sin embargo, se puede demostrar que <strong>la</strong>evaluación monetaria, en este sentido, no averigua ni expresa su importancia social re<strong>la</strong>tivaen cuanto al valor que para <strong>la</strong> sociedad (y los individuos) representan, tanto a corto como a<strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo. Es posible evaluar <strong>la</strong> vida humana y <strong>la</strong> salud del hombre en términos monetarios(por ejemplo, en términos del ingreso acumu<strong>la</strong>do ganado o perdido a lo <strong>la</strong>rgo del tiempo, eninterés compuesto), pero ¿tiene dicho método una garantía cognoscitiva adecuada? Porvarias razones sostenemos que semejante procedimiento no es justificable, porque losvalores monetarios no son criterios adecuados para expresar y medir <strong>la</strong>s cualidades bajoconsideración. 19El hecho de que nos ocupemos de mercancías y servicios colectivos (públicos) y deestados dinámicos de equilibrio, incluyendo el uso y agotamiento de recursos (de capital) norenovables, lo cual tendrá efectos negativos en <strong>la</strong>s generaciones futuras, complica <strong>la</strong>s cosas yvuelve todas <strong>la</strong>s evaluaciones monetarias problemáticas, cuando no francamenteinaceptables e inadecuadas, en sentido cognoscitivo. En resumen, tan pronto como secomprende plenamente el carácter abierto de los sistemas económicos, ya no puede evitarse<strong>la</strong> formu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong>s metas y objetivos sociales y el problema de <strong>la</strong>s opciones colectivas.Esos objetivos y elecciones, con respecto al mantenimiento de estados dinámicos deequilibrio ecológico y económico esencial para <strong>la</strong> conservación y mejoramiento de <strong>la</strong>scondiciones de <strong>la</strong> existencia social e individual (calidad de <strong>la</strong> vida), deben convertirse en el19 Cf. K. William Kapp, «Social Costs, Neo-C<strong>la</strong>ssical Economists, Environmental P<strong>la</strong>nning: A Reply»,Environmental Policies and <strong>De</strong>velopment P<strong>la</strong>nning in Contemporary China and Other Essays (Paris:Mouton, 1974), pp. 99 y ss.208
<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía Ecológicapunto de partida para una ciencia normativa de <strong>la</strong> economía. La e<strong>la</strong>boración de un sistemacuantitativo para esos objetivos sociales está actualmente en marcha en <strong>la</strong> forma dedesarrollo del trabajo sobre indicadores sociales y ambientales. Dichos indicadoresproporcionan, al menos, el primer paso y <strong>la</strong> base sobre <strong>la</strong> cual podrían formu<strong>la</strong>rse juiciosnormativos sociales y ambientales y decisiones (políticas) colectivas. He aquí <strong>la</strong> fronteraabierta y el territorio inexplorado para <strong>la</strong> economía normativa. 20El paso siguiente consistiría en <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración de <strong>la</strong>s estrategias necesarias o cursosposibles de acción p<strong>la</strong>neados para garantizar el logro de <strong>la</strong>s metas sociales sobre <strong>la</strong>s que seha tomado partido. Esta es esencialmente una tarea de elección de instrumentos posibles decontrol (y de políticas económicas) con <strong>la</strong> visión o propósito de asegurar que realmente sealcancen los objetivos sociales convenientes o deseables. Estas medidas de control tendránque reducir los alcances de <strong>la</strong>s políticas económicas tradicionales, ya que se preocuparán por<strong>la</strong> determinación y elección de <strong>la</strong>s tecnologías, <strong>la</strong> calidad y cantidad de inversionesespecíficas y su colocación, y el cambio de los patrones motivacionales y de conducta deproductores y consumidores. Una tarea, si no más importante por lo menos de igualimportancia, será <strong>la</strong> búsqueda sistemática de nuevos insumos, otras posibles tecnologías,nuevos esquemas de colocación así como también nuevas formas de consumo o estilos devida. En otras pa<strong>la</strong>bras, el hecho de que los sistemas económicos sean sistemas abiertos y nocerrados, que dependen, para su reproducción, de los insumos extraídos del medio físico alcual devuelven contaminantes y residuos destructivos, obliga a considerar a <strong>la</strong> mayoría delos factores que <strong>la</strong> teoría económica hasta ahora ha juzgado como datos constantes o dados,como el problema mismo que hay que resolver o, metodológicamente hab<strong>la</strong>ndo, comovariables dependientes. No son ni constantes ni dados. Las tecnologías que socialmente norepresentan peligros, los insumos requeridos (incluyendo <strong>la</strong> colocación de <strong>la</strong> producción), nose conocen por ade<strong>la</strong>ntando; por el contrario, es necesario estudiar<strong>la</strong>s y determinar<strong>la</strong>s.Cuáles son <strong>la</strong>s tecnologías, los patrones de insumos, <strong>la</strong>s localizaciones que han de elegirse y,en última instancia, cuál es <strong>la</strong> producción y <strong>la</strong>s normas de comportamiento institucional quese requieren y que ofrecen seguridad en sentido social, son en realidad los verdaderosproblemas que piden una solución, y que una ciencia normativa de <strong>la</strong> economía tendría queelucidar y ayudar a estudiar a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong>s metas y objetivos sociales deseables y <strong>la</strong>sconsecuencias abarcadoras de todo el sistema y los costes reales de los cursos de acciónposibles. En suma, una ciencia normativa de <strong>la</strong> economía que tomara en cuenta el carácterde sistema abierto de <strong>la</strong> misma implicaría una reversión completa de los métodos analíticosde <strong>la</strong> disciplina que hasta ahora se han practicado y aplicado. En lugar de postu<strong>la</strong>r un estadodeterminado de <strong>la</strong> tecnología, patrones dados de comportamiento y determinadaspreferencias individuales, apuntándose a <strong>la</strong> explicación del mecanismo de asignación de unsistema hipotéticamente cerrado bajo fuerzas de mercado autónomas y autorregu<strong>la</strong>doras, ysobre el supuesto de una acción racional tendente a <strong>la</strong> optimización por parte de losproductores y consumidores individuales, <strong>la</strong> nueva tarea de <strong>la</strong> economía consistiría endilucidar <strong>la</strong> forma en que podrían alcanzarse metas y objetivos sociales colectivamentedeterminados, de <strong>la</strong> manera más efectiva y socialmente menos costosa. 21Dos observaciones finales acaso sean útiles tanto para el concepto de <strong>la</strong> eficaciaeconómica como para los requisitos educativos que exigen el sistema abierto y el enfoque20 Para una distinción de los indicadores y normas sociales (incluyendo los ambientales), ver Ibid., pp.127-138.21 Esto acerca nuestro concepto de <strong>la</strong> economía normativa al de <strong>la</strong> economía política: <strong>la</strong> teoría de lossistemas económicos contro<strong>la</strong>dos tal como <strong>la</strong> desarrol<strong>la</strong> Adolf Loewe, Economic Knowledge (Nueva York:Harper&Row, 1965); Cf. también, R. L. Heilbronner, «On the Possibility of Political Economics», Journalof Economic Issues, IV, 4 (1970) y François Hetman, Society and the Assessment of Technology (París:OECD, 1973), pp. 379-390, esp. p. 389.209
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