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De la Economía Ambiental a la Economía Ecológica - Fuhem

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<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía EcológicaPor esta razón, dije que, un Cuerpo de Paz no es suficiente. Necesitamos un Ejército dePaz. 11 La cuestión es si podemos movilizarlo a tiempo.Queda algo por decir sobre <strong>la</strong> tercera situación difícil ocasionada por <strong>la</strong> evoluciónexosomática del hombre y convertida, por el reciente embargo del petróleo, en centro deatención general. Se trata de que <strong>la</strong> humanidad se ha vuelto adicta al uso de recursosminerales, consecuencia del hecho de que todos nuestros órganos exosomáticos se producena partir de dichos ingredientes. No voy a debatir en este lugar cuáles son los elementos delproblema y <strong>la</strong>s restricciones impuestas por <strong>la</strong> ley de entropía. 12 Es suficiente p<strong>la</strong>ntear, comouna conclusión, dos ideas que considero cruciales para nuestra actitud hacia el problema de<strong>la</strong> escasez.La primera es sustituir el principio sagrado de maximizar <strong>la</strong> felicidad por un nuevoprincipio más adecuado para una entidad virtualmente inmortal, como es una nación o elconjunto de <strong>la</strong> humanidad. Maximizar <strong>la</strong> utilidad descontada —como predican loseconomistas convencionales— sólo podría tener sentido para un individuo porque, siendomortal, el individuo no está seguro de que pueda estar vivo ni siquiera mañana. Es, sinembargo, totalmente inepto para <strong>la</strong> humanidad confiar en los ejercicios matemáticos —pormuy respetables que puedan ser sus autores— que descuentan el futuro. Está justificado, sinduda, que <strong>la</strong> humanidad crea que existirá durante un período prácticamente ilimitado y quese comporte en consecuencia. Por lo tanto, como guía para <strong>la</strong> conducta de <strong>la</strong> humanidad,recomiendo encarecidamente que deberíamos adoptar el principio de minimizar e<strong>la</strong>rrepentimiento.Mi segundo punto está re<strong>la</strong>cionado con <strong>la</strong> actitud que ahora prevalece hacia el problemaentrópico de <strong>la</strong> humanidad. <strong>De</strong> una forma u otra <strong>la</strong> tecnología nos salvará de cualquieragujero en el que podemos caer. «Venga lo que venga, encontraremos un camino» —comoapuntan <strong>la</strong> mayoría de los economistas—. ¿No es esta <strong>la</strong> forma en que hemos sobrevividodesde <strong>la</strong> época de los faraones e incluso antes? Siempre aparece una posición tecnológicapara que sigamos ade<strong>la</strong>nte incluso más felices que antes, insisten por su parte los fieles a <strong>la</strong>tecnología. <strong>De</strong>sde Washington sólo escuchamos cosas sobre el Proyecto de Independencia ylos maravillosos inventos que están en perspectiva como resultado de nuestra habilidadsuperior en financiar y llevar a cabo I&D. A pesar de todo, el famoso informe para <strong>la</strong>Comisión de Energía Atómica escrito por Palmer C. Putnam hace veinticinco años pruebaque no se ha logrado ningún progreso sustancial de ningún tipo en este re<strong>la</strong>tivamente <strong>la</strong>rgoperíodo. Las viviendas con calor so<strong>la</strong>r y los molinos de energía eléctrica dibujados en eseinforme no difieren de forma significativa de <strong>la</strong>s diapositivas expuestas por losrepresentantes de varios organismos gubernamentales en cualquier reunión privada quepueden conseguir sobre el programa. También nos separan veinticinco años del próximosiglo, cuando según los proyectos más conservadores habrá al menos seis mil millones denosotros y muchos menos libres p<strong>la</strong>ceres naturales. ¿Qué bases tenemos entonces paracontar con ser salvados por el uso directo de energía so<strong>la</strong>r y aún mantener el actual tren devida de los países avanzados?La filosofía de nuestros guías administrativos parece apoyar alguna otra posicióntecnológica desde que <strong>la</strong> estrategia pública es «o esto o nada» —como un representante deERDA explicó en una reunión en Nueva York (17 Mayo 1976)—. No se les ocurre enabsoluto a estos expertos que hay una tercera alternativa, que debe considerarse incluso enuna posición tecnológica que disponga del reactor nuclear reproductor. Esta alternativa es11 Honolulu Bulletin, 2 de marzo, 1965.12 Con re<strong>la</strong>ción a este problema ver mi Energía y Mitos Económicos.197

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