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De la Economía Ambiental a la Economía Ecológica - Fuhem

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<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía EcológicaPigou se refiere en gran medida a <strong>la</strong> dificultad de llegar a un contrato satisfactorio entrepropietarios y arrendatarios. En realidad, todos los casos recientes de daños producidos porconejos que cita el profesor Williams entrañaban disputas entre propietarios y colonos sobrederechos deportivos. 60 Pigou parece trazar una distinción entre el caso en que no es posibleun contrato (<strong>la</strong> segunda categoría) y aquel otro en el que el contrato es insatisfactorio (<strong>la</strong>primera categoría). Así, dice que <strong>la</strong> segunda categoría o c<strong>la</strong>se de divergencias entre productoneto privado y social, «a diferencia de <strong>la</strong>s divergencias debidas a <strong>la</strong>s leyes sobrearrendamientos, no puede mitigarse mediante una modificación de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción contractualentre dos partes, porque <strong>la</strong> divergencia obedece a un servicio o daño producidos a personasdistintas de <strong>la</strong>s partes contratantes». 61Pero <strong>la</strong> razón de que algunas actividades no sean objeto de contrato es exactamente<strong>la</strong> misma de que algunos contratos resulten ordinariamente poco satisfactorios; costaríademasiado enderezar lo torcido. En realidad, los dos casos son uno solo, ya que los contratosson insatisfactorios porque no cubren ciertas actividades. Es difícil descubrir <strong>la</strong> orientaciónexacta de <strong>la</strong> discusión de <strong>la</strong> primera c<strong>la</strong>se de divergencia en re<strong>la</strong>ción con el argumentoprincipal de Pigou. Este autor muestra que en algunas circunstancias <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>cionescontractuales entre propietario y colono pueden dar por resultado una divergencia entreproductos privados y sociales. 62 Pero añade también algo más para poner de manifiesto quetambién producirán divergencias los controles de renta y los esquemas indemnizatoriosaplicados por el Estado. 63 Además, nos pone de manifiesto que cuando el Estado seencuentra en situación simi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> del arrendador privado —por ejemplo, cuando confiereuna concesión administrativa para un servicio público— surgen exactamente <strong>la</strong>s mismasdificultades que cuando están implicadas personas privadas. 64 La discusión es interesante,pero no hemos conseguido descubrir cuáles son <strong>la</strong>s conclusiones generales sobre políticaeconómica —si es que existen—, que Pigou espera que vayamos a derivar de el<strong>la</strong>.En rigor de verdad, el tratamiento pigouviano de los problemas considerados en esteestudio resulta extremadamente escurridizo y <strong>la</strong> discusión de sus puntos de vista suscitadificultades de interpretación casi insuperables. Por consiguiente, resulta imposible estarseguros de haber comprendido qué pretendía decirnos Pigou. Con todo, resulta difícilresistirse a <strong>la</strong> conclusión —por extraordinaria que pueda ser en un economista de <strong>la</strong> tal<strong>la</strong> dePigou— de que <strong>la</strong> fuente principal de esta oscuridad es que Pigou no llegó a reflexionar afondo sobre su postura.La tradición pigouvianaResulta extraño que una doctrina tan deficiente como <strong>la</strong> sentada por Pigou hayatenido tanta influencia, aunque parte de su éxito se ha debido en parte a <strong>la</strong> falta de c<strong>la</strong>ridaden <strong>la</strong> exposición. Al no estar c<strong>la</strong>ra, nunca llegó a ser c<strong>la</strong>ramente errónea. Cosa curiosa: estaoscuridad en origen no ha impedido <strong>la</strong> emergencia de una tradición oral bastante biendefinida. Lo que los economistas piensan que han aprendido de Pigou y lo que enseñan a susalumnos —lo que denominamos «tradición pigouviana»— es razonablemente c<strong>la</strong>ro. Vamosa intentar poner de manifiesto <strong>la</strong> insuficiencia de esta tradición demostrando que sonincorrectos el análisis y <strong>la</strong>s conclusiones sobre política que el mismo sostiene.60 Williams, op. cit., supra núm. 49, pp. 244-47.61 Pigou, op. cit., supra núm. 35, p. 192.62 Id. 175-75.63 Id. 177-83.64 Id. 175-77.73

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