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De la Economía Ambiental a la Economía Ecológica - Fuhem

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CIP-ECOSOCIALNo nos hemos propuesto justificar nuestros puntos de vista sobre <strong>la</strong> opiniónimperante con copiosas referencias bibliográficas. Adoptamos tal criterio, en parte porque eltratamiento de <strong>la</strong> literatura científica es bastante fragmentario y suele entrañar poco más queuna mera referencia a Pigou más algunos comentarios explicativos, razón por <strong>la</strong> que unexamen detal<strong>la</strong>do resultaría inapropiado. Pero <strong>la</strong> razón principal de esta ausencia dereferencias es que <strong>la</strong> doctrina, aun estando basada en Pigou, debe haber sido en gran medidaproducto de una tradición oral. Ciertamente, los economistas con los que hemos discutidoestos problemas han mostrado una unanimidad de criterio que resulta bastante notable si seconsidera el magro tratamiento conferido a este tema en <strong>la</strong> bibliografía. Indudablemente,existen algunos economistas que no participan de <strong>la</strong> opinión usual, pero deben representaruna pequeña minoría dentro de <strong>la</strong> profesión.El modo de abordar los problemas en discusión es a través de un examen del valorde producción física. El producto privado es el valor del producto adicional resultante de unaactividad empresarial concreta. El producto social es igual al producto privado menos eldescenso de valor de producción en otro lugar por el que <strong>la</strong> empresa no satisface unacompensación. <strong>De</strong> ese modo, si diez unidades de un factor (y no otros factores) se usan poruna empresa para hacer cierto producto con un valor de 105 dó<strong>la</strong>res y el dueño de este factorno es remunerado por su uso —cosa que es incapaz de impedir— y estas diez unidades delfactor producirían bienes en su mejor uso alternativo por valor de 100 dó<strong>la</strong>res, el productosocial es 105, menos 100, o sea cinco dó<strong>la</strong>res. Si ahora <strong>la</strong> empresa paga por una unidad delfactor y su precio es igual al valor de su producto marginal, el producto social asciende a 15dó<strong>la</strong>res. Si se remuneran dos unidades el producto social asciende a 25 dó<strong>la</strong>res, y asísucesivamente, hasta que llega a 105 dó<strong>la</strong>res cuando todas <strong>la</strong>s unidades del factor sonretribuidas. No es difícil ver por qué los economistas han aceptado con tanta rapidez esteprocedimiento bastante extraño. El análisis se centra en <strong>la</strong> decisión empresarial individual, ypuesto que el uso de ciertos recursos no queda permitido por los costes, los ingresos sereducen en <strong>la</strong> misma cantidad. Pero, naturalmente, esto significa que el valor del productosocial no tiene <strong>la</strong> menor significación social. Nos parece preferible usar el concepto de costede oportunidad y enfocar estos problemas comparando el valor del producto generado porfactores en usos alternativos o por asignaciones alternativas. La ventaja principal de unsistema de precios es que conduce al empleo de factores en lugares en los que el valor delproducto generado es máximo y lo hace con un coste inferior al de sistemas alternativos(prescindimos del hecho de que un sistema de precios suaviza también el problema de <strong>la</strong>redistribución de renta). Pero si por misericordia divina los factores afluyesen a los puntosen los que el producto generado tiene el máximo valor sin el uso de un sistema de precios y,por consiguiente, no existiese compensación, lo consideraríamos una sorpresa más bien queuna desgracia.La definición del producto social es extraña, pero eso no significa que seannecesariamente erróneas <strong>la</strong>s conclusiones sobre política derivadas del análisis. Sin embargo,forzosamente tienen que surgir peligros en un enfoque que desvía <strong>la</strong> atención de los temasbásicos, y caben escasas dudas de que ello ha sido responsable de algunos de los errores de<strong>la</strong> doctrina actual. La creencia de que es deseable que el agente que causa efectosperjudiciales quede obligado a indemnizar a quienes sufren el daño (discutidaexhaustivamente en <strong>la</strong> sección 8, en conexión con el ejemplo de <strong>la</strong>s chispas del ferrocarril dePigou) es, indudablemente, el resultado de no comparar el producto total obtenible conarreglos sociales alternativos.Ese mismo defecto puede encontrarse en <strong>la</strong>s propuestas de solución del problema delos efectos perjudiciales mediante el uso de impuestos o primas. Pigou recalcaconsiderablemente esta solución, aunque, como es usual, no menudea los detalles ni matiza74

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