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4. CONDICIONES MATERIALES DE VIDALas condiciones materiales de vida conforman el marco básico en el que tiene lugar la experiencia de los mayores, es lareferencia al mundo de la necesidad o de las condiciones necesarias. Una buena situación económica es el punto de despeguepara poder desarrollar una vida de calidad; si las necesidades materiales no están cubiertas, buena parte de la vidaconsistirá en intentar sortear esas dificultades y, qué duda cabe, la posibilidad de cubrir otras necesidades de rango superiorestará comprometida. En las páginas que siguen se concede una importancia fundamental a las características delas viviendas en las que residen los mayores; se revisa también su posición económica y la jubilación. La situación económicade los mayores resulta ser bastante inaprensible a través de las encuestas sociológicas, sin embargo, el objetivono es tanto conocer el nivel de ingresos de los mayores, sino evaluar qué lugar ocupa esta faceta en la experiencia cotidianade los mayores. En la encuesta se incluyen indicadores objetivos, por ejemplo, quiénes entre los mayores ostentano no la condición de pensionistas y el volumen de los ingresos mensuales que obtienen personalmente, y también indicadoressubjetivos que, en ocasiones, son más reveladores que los anteriores. Por último, la jubilación se incluye en estecapítulo no sólo por sus connotaciones materiales, en el sentido de que la separación de la vida laboral condiciona deuna manera muy poderosa las disponibilidades financieras y las fuentes de ingresos de todos ellos. Se incluye aquí, sobretodo, porque para muchos mayores también es un dato objetivo, otra variable marco que define su situación, lo que nosignifica, desde luego, que existan distintas opiniones sobre ella entre los mayores o que algunos incluso no desearanvolver a trabajar, si pudieran.4.1. Hogar y viviendaLa vivienda es para todas las personas un bien de primer orden cuyo significado excede lo meramente económico, desempeñaun conjunto de funciones relevantes y es el marco en el que transcurre una parte importante de nuestro tiempovital. En su dimensión material, la vivienda cumple un conjunto de funciones económicas pero también interactúa conlas características físicas de sus habitantes, erigiéndose en un entorno facilitador u obstaculizador del desarrollo de lasfunciones básicas de la vida cotidiana. Pero la vivienda tiene, además, una dimensión social e incluso simbólica comoespacio de sociabilidad actual o pasada o como emblema de la continuidad entre lo que se es y lo que se ha sido, querefuerza extraordinariamente su valor.Desde el punto de vista económico, la vivienda puede ser una pesada carga económica si no se tiene en propiedad o,todo lo contrario, la liberación de una parte importante del presupuesto que se puede invertir en sufragar otras necesidades.No tener que afrontar estos gastos proporciona también un importante sentimiento de seguridad. En la medidaen que esa seguridad ha sido ganada, la propiedad puede traducirse también en un símbolo de éxito o de logro (PérezOrtiz, 2003) que se refuerza con la constatación de que este bien de primera necesidad constituye también la principalinversión de la mayoría de las familias. En los mayores esta dimensión económica aún queda reforzada por la instituciónde la herencia, para la mayoría de ellos la vivienda es su única o principal propiedad, la parte fundamental de un patrimonioque han ido constituyendo a lo largo de sus vidas con la finalidad de transmitirlo a sus descendientes. Este legadoes, en ocasiones, una fuente que da sentido a sus vidas, aunque parte de las herencias hayan perdido su funcionalidadcomo consecuencia del aumento de la esperanza de vida, en el sentido de que el patrimonio que se transmite lo hacecuando los hijos ya han superado los momentos más difíciles de su establecimiento como personas independientes, oincluso salta una generación y se transmite directamente a los nietos (Renard, 2001). Esta dimensión transmisible de lasviviendas puede ser también una fuente de conflictos, reales o temidos, para los mayores que pueden acabar aprisionadosen un patrimonio, quizá valioso, pero no siempre apropiado, por no entorpecer las relaciones con los hijos.Las dimensiones materiales de la vivienda aluden también a su adaptación a las condiciones físicas de sus habitantes. Enla vejez este aspecto es de especial interés por la posibilidad de que aparezcan limitaciones físicas y porque la mayoríade las veces los mayores adquirieron sus viviendas años atrás, en las fases de expansión de sus familias. En términosideales, las viviendas deberían mantener una “relación dinámica” con sus ocupantes, es decir, deberían responder a lassituaciones cambiantes en función del ciclo de vida individual o familiar (Valenzuela, 1994: 1647; Trilla, 2001: 36). En lapráctica, esa condición rara vez se cumple y, la alternativa, la búsqueda de hogares más apropiados a medida que lascondiciones de los usuarios van cambiando, tampoco. No al menos en la sociedad española que se caracteriza por unamovilidad residencial muy escasa, menor aún entre los más mayores (Puga, 2003). La importancia de los factores contextualesen la génesis y la evolución de la dependencia debería inducir a prestar más atención a este tipo de factores(Montorio y Losada, 2004).4. CONDICIONES MATERIALES DE VIDA147