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La edad es, junto con el sexo, una de las variables fundamentales en el estudio del comportamiento humano. Es, al mismotiempo, una de las más elementales de cuantas podemos encontrar para clasificar a los seres humanos. Mirar a estavariable es intentar penetrar el intrincado y secreto camino por el que nuestra naturaleza interactúa con lo social. LaSociología de la Vejez y la Gerontología Social son, precisamente, el resultado de la reflexión científica sobre la importanciade esa característica fundamental. Ninguna de ellas tiene, entre sus pretensiones, simplificar la explicación de lasconductas humanas, sino más bien, analizar de qué manera influyen distintas variables en la experiencia de la vejez y,por extensión, cómo la edad biológica se convierte en edad social o hasta qué punto la edad destruye, anula, refuerza ocoexiste con otras variables sociales. En definitiva, de qué manera algunas variables se transforman en normas socialesque influyen o condicionan nuestras vidas. Es importante destacar esa función en oposición a la simplificación de lasconductas, especialmente, cuando se trata de variables tan grandes. Analizar la realidad social de los mayores (como lade los jóvenes o la de las mujeres) no puede significar encasillar su comportamientos en modelos rígidos de conducta,sino más bien, intentar desentrañar de qué manera los factores que definen esas situaciones (edad, sexo o haber terminadola vida activa) pueden afectar a las experiencias y a los modos de pensar de las personas que las atraviesan, sincerrar la posibilidad de que los propios sujetos puedan desarrollar conductas diferentes en función de su capacidad deadaptación, de otras características sociales o de la singularidad de su experiencia vital. El reto de un análisis como elque se presenta es precisamente éste, superar la tentación de quedarse sólo en el individuo medio, lo que supone enmascararla realidad que es mucho más compleja, pero también más rica.El trabajo, como la encuesta, se estructura en cuatro grandes capítulos o áreas temáticas: relaciones personales; dependencia,salud y cuidados; condiciones materiales de vida y, finalmente, la experiencia de envejecer. En cada uno de ellosse presentan los resultados de la encuesta, se presentan datos complementarios y se realiza una pequeña reflexión sobrelos que sabemos hasta el momento de cada una de las cuestiones tratadas y si nuestros datos suponen nuevos hallazgoso, simplemente, confirman lo que ya sabíamos por experiencia previa o por lo que sucede en otras sociedades denuestro entorno. En el capítulo dedicado a las relaciones personales (capítulo 2) la reflexión se centra en muy buenamedida en la vida familiar de los mayores y en cómo los mayores están cambiando a las familias actuales. Más allá delas formas de convivencia o del dato demográfico de la supervivencia de las generaciones, el intento se centra en desentrañarlos aspectos relacionales de la familia, lo que sucede dentro, empezando por las relaciones de pareja. Se destacala importancia de los recursos que los mayores aportan a sus familias, fundamentalmente en forma de ayuda instrumentalpara el cuidado de menores, pero también en un conjunto relativamente amplio de tareas. No obstante, como lasociabilidad de los mayores, al igual que sucede con todos los demás seres humanos, no se agota en los límites de susfamilias, el estudio concede una importancia muy destacada a las relaciones de amistad, intentando averiguar en quémedida las relaciones de amistad pueden compensar la falta de otras relaciones personales y en qué medida la vejez estambién un momento de hacer nuevas amistades o recuperar las que no se han cultivado durante los años exigentes dela vida laboral o la crianza de los hijos. El imperativo de respetar la heterogeneidad de los mayores nos obliga a intentaraveriguar cuántos significados diferentes pueden dar los mayores a sus relaciones familiares y de amistad.En el capítulo tercero se analiza el problema de la dependencia en relación al más amplio del estado de salud de losmayores y de los sistemas de cuidados formales e informales. Del análisis emerge un concepto de dependencia relativamentedifuso, sin límites claros y con zonas intermedias compuestas por personas que no se consideran estrictamentedependientes, pero que tampoco son completamente autónomas. Uno de los objetivos fundamentales de este capítuloes averiguar en qué medida los instrumentos de atención formal son conocidos y usados por los mayores y de qué manerapodría producirse una mejor articulación entre ellos y los sistemas informales. Además, es necesario no perder de vistaque la actividad de cuidar como la de recibir atención implican relaciones sociales. En el ámbito informal, la necesidadde cuidados supone cambios de distinta naturaleza, pero cuando el cuidado se origina en los sistemas formales de atencióntambién se producen en el contexto de relaciones humanas que es necesario tener en cuenta.En las páginas en las que se resume lo encontrado sobre las condiciones materiales de vida de los mayores (capítulo 4)se insiste especialmente en las condiciones físicas que reúnen las viviendas. Es cierto que la mayoría de las personasmayores tienen una vivienda en propiedad, lo que seguramente es fuente de seguridad económica y desempeña, además,funciones simbólicas de considerable interés. Sin embargo, esas viviendas en ocasiones acumulan ciertas deficiencias yfalta de dotaciones que dificultan la vida de los mayores dentro de las cuatro paredes de sus hogares y, sobre todo, ensu mediación con el entorno. De este capítulo se desprende también que, en términos generales, la situación económicade los mayores es bastante aceptable; no obstante, existe una importante minoría dentro de ellos en una situaciónvulnerable, una minoría que recluta a sus miembros fundamentalmente entre las mujeres, los más mayores y los queviven solos. Forma parte también de esta área temática la discusión sobre las relaciones entre trabajo y jubilación, la1. INTRODUCCIÓN: EL ESTUDIO DE LA VEJEZ A TRAVÉS DE ENCUESTA Y LA ENCUESTA DE CONDICIONES DE VIDA DE LOS MAYORES15