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formado sus propias familias o, en términos más estrictos, que aún no tienen descendencia (el 29,8% de los mayoresconvive con algún hijo, pero sólo el 7,1% lo hace al mismo tiempo con algún nieto mayor o menor de 20 años; dejandolos casos minoritarios de personas que viven con hijos separados o divorciados o de aquellos que viven sólo con los nietos,el resultado es que más de la quinta parte de los mayores, 22,7%, convive con algún hijo que no tiene descendencia;incluyendo sólo a los que tienen hijos, la proporción resulta en un 25,7%; de otra forma, esto significa que la cuartaparte de los padres de 65 o más años aún no han completado la tarea de reproducirse socialmente en individuos independientes).Otro 33,6% de los mayores vive en la misma ciudad que alguno de sus nietos menores, pero cerca de ellos.Estas distancias constituyen, naturalmente, sólo potencialidades puesto que la distancia física reducida sólo posibilita lasrelaciones, la medida en que éstas se activen depende otros factores. Sin embargo, incluso en este plano de las potencialidades,no todos los familiares tienen el mismo significado para los mayores. En primer lugar, sabemos que las relacionesmás significativas para los mayores son las que se producen con los hijos; las relaciones con los nietos son, enbuena medida, subsidiarias de ellas, porque los mayores no suelen establecer relaciones directas con sus nietos, sino através de los hijos; las relaciones entre abuelos y nietos dependen de la calidad y cantidad de las relaciones con los hijosy en buena medida dependen de la implicación activa de la iniciativa de los hijos. Además, las relaciones con los nietosson menos significativas para los mayores, sabemos que son eficaces para reducir la soledad, pero que no actúan deforma decisiva en otros ámbitos como en los sentimientos generales ante la vida (Pérez Ortiz, 2003). En segundo lugar,desde el punto de vista de las relaciones de cooperación entre hogares y generaciones, los hijos suelen ser para los mayoresuna fuente de ayuda real o en potencia, que puede activarse en caso de crisis o de necesidad continuada, mientrasque los nietos y, en particular los más pequeños, suelen significar lo contrario; con diferentes contenidos e intensidades,la proximidad y más aún la convivencia con nietos menores puede significar una demanda sobre los mayores.LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LA VEJEZ EN ESPAÑA / Nuevas y viejas formas de envejecer44Los nietos mayores sí pueden tener la consideración de red potencial de apoyo informal, un 3,0% de los mayores convive conalgún nieto adulto (con más de 20 años) y otro 20,4% tiene a alguno en la misma ciudad y cerca de su domicilio; esto suponecasi la cuarta parte de los mayores y la mitad de los que tienen nietos de esa edad. Las pautas de emancipación de losjóvenes españoles implican que muchos de ellos viven en las viviendas de sus padres todavía, de manera que esta informaciónno nos permite decir mucho sobre las pautas residenciales de las generaciones más jóvenes, en el sentido de si las tercerasgeneraciones de las familias españolas tienden a establecer o no sus domicilios en las proximidades de las generacionesde los padres o los abuelos. Señalemos, por el momento, que la mitad de los mayores que tienen nietos adultos no tienea ninguno en las proximidades de sus domicilios, es decir, que la reproducción local de tres generaciones se rompe, al menos,en la mitad de las familias con tres generaciones adultas.La convivencia con los hermanos tampoco es frecuente, un 3,2% de los mayores comparte su vivienda con alguno de ellos,pero un 27,8% tiene a alguno de ellos en la misma ciudad y no lejos de su vivienda, esto supone el 31,0% de todos los mayoresy el 39,0% de los que tienen algún hermano vivo, de manera que la dispersión geográfica, lógicamente, es mayor entrelos hermanos. La presencia de hermanos en las proximidades de los domicilios de los mayores puede suponer un enriquecimientode la oferta potencial de la red de apoyo, así como la posibilidad de demandas hacia los propios mayores. Desde unpunto de vista más relacional, ni la proximidad física a los hermanos garantiza que las relaciones sean frecuentes, ni el hechode que esas relaciones se produzcan garantiza que sean relaciones de proximidad y afecto (Morgan & Kunkle, 1996: 235),entre otras razones, porque no son relaciones escogidas voluntariamente; su contenido dependerá en gran medida de las afinidadespersonales, del conjunto de experiencias compartidas y de otros factores que moldean cualquier tipo de relaciónhumana. Sin embargo, las relaciones con los hermanos tienen algunas características especiales que derivan de su duracióny del hecho de compartir generación y cultura familiar y que pueden convertirlas en una fuente de sociabilidad primordial enla vejez. El interés por las relaciones de fraternidad en la vejez ha recobrado un cierto impuso en los años más recientes amedida que perdía crédito el supuesto comúnmente aceptado de que estas relaciones dejaban de ser importantes a partir dela adolescencia. La idea es que al formar la pareja y, sobre todo, tras la llegada de los hijos, cualquier relación externa al núcleoreduce su importancia, entre ellas, las relaciones fraternales; sin embargo, pasados esos momentos de concentración sobrelas relaciones con la pareja y los hijos, otras relaciones se activan.Las relaciones con los cuñados, aunque distintas por su carácter político, comparten algunas características con las relacionesfraternales: también son relaciones horizontales, es decir, dentro de la misma generación y son duraderas en el tiempo.La pérdida de complejidad de los hogares en los que viven los mayores hace bastante improbable compartir la vivienda conun cuñado o cuñada, de hecho, en nuestra encuesta, ninguno de los entrevistados presentaba esta situación, pero el 27,4%tiene a alguno cerca; esto supone el 37,3% de los que tienen algún cuñado vivo. En el mismo sentido se pueden interpretarlas posibilidades de convivir con “otros familiares” (sobrinos, tíos, etc.), ninguno de los entrevistados convive con alguna deestas personas, aunque un 21,8% tiene a alguno cerca. De las consecuencias de su proximidad física sobre la red de apoyo