das <strong>de</strong> los hijos. En otro lugar hemos l<strong>la</strong>mado a este comportamiento living appart together, por analogía con el que seproduce entre parejas jóvenes que ni están casadas ni comparten el mismo techo pero que en muchos aspectos <strong>de</strong> suvida y su re<strong>la</strong>ción se parecen más a un matrimonio o pareja estable que a una pareja <strong>de</strong> novios, y para <strong>de</strong>stacar su carácter“intermedio” entre <strong>la</strong> resi<strong>de</strong>ncia autónoma y <strong>la</strong> cohabitación. Esta fórmu<strong>la</strong> consiste en tras<strong>la</strong>darse a vivir a una viviendain<strong>de</strong>pendiente pero próxima —a menudo, contigua— a <strong>la</strong> <strong>de</strong> alguna <strong>de</strong> los hijos y seguramente facilita también <strong>la</strong>s tareas<strong>de</strong> atención y cuidados, o <strong>la</strong> mera compañía, evitando los problemas que implica <strong>la</strong> convivencia intergeneracional.TABLA 2.1.Formas <strong>de</strong> convivencia <strong>de</strong> los mayoresFormas <strong>de</strong> convivencia %Solo/a 21,7Pareja mayor 35,1Pareja mayor con hijos no emancipados 12,0Pareja mayor con hijos emancipados 2,0Mayor con hijos no emancipados 8,7Mayor con hijos emancipados 7,1Pareja mayor con otras personas 1,9Mayor con otras personas 5,9Temporalmente en otra vivienda 5,3N/C ,4(N) (2.007)LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LA VEJEZ EN ESPAÑA / Nuevas y viejas formas <strong>de</strong> envejecer22Los mayores que viven solos o en pareja y <strong>la</strong>s parejas mayores que comparten su hogar con hijos no emancipados representan,como ningunos otros, a los que mantienen su autonomía resi<strong>de</strong>ncial frente a <strong>la</strong>s generaciones más jóvenes o a otrosmiembros <strong>de</strong> sus familias, suponen conjuntamente más <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos terceras partes <strong>de</strong> los mayores (68,8%). Sin embargo, <strong>la</strong>sposibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mantener <strong>la</strong> autonomía varían según algunas características <strong>de</strong> los mayores, especialmente, el sexo y <strong>la</strong> edad(Tab<strong>la</strong> 2.2). Entre los varones, el 81,1% <strong>de</strong> los que tienen entre 65 y 74 años mantienen estas formas <strong>de</strong> convivencia, en elsiguiente grupo <strong>de</strong> eda<strong>de</strong>s <strong>la</strong> proporción <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> en unos diez puntos (70,3%), pero <strong>la</strong> gran ruptura se produce a partir <strong>de</strong>los 85 años, con un 56,2%, lo que equivale a <strong>de</strong>cir que casi <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong> los varones con 85 o más años ha perdido su autonomía.Entre <strong>la</strong>s mujeres, <strong>la</strong>s posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mantener hogares autónomos son inferiores a todas <strong>la</strong>s eda<strong>de</strong>s, a<strong>de</strong>más, el saltomás importante se produce antes, en el grupo <strong>de</strong> eda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> 75 a 84 años. El motivo fundamental por el que <strong>la</strong>s mujeres resultanmenos autónomas, o más precoces en <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> sus hogares in<strong>de</strong>pendientes, no es otro que <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> sus parejascomo consecuencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> sobremortalidad masculina. Las dos terceras partes <strong>de</strong> los varones menores <strong>de</strong> 85 años viven enpareja (con o sin hijos no emancipados), y aun el 26,9% <strong>de</strong> los mayores <strong>de</strong> 85 años. Entre <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong> proporción es yainferior a <strong>la</strong> mitad entre los 65 y los 74 años, inferior a <strong>la</strong> cuarta parte entre los 75 y los 84 años y <strong>de</strong>l 8,5% por encima <strong>de</strong>los 85 años. La gran alternativa para el<strong>la</strong>s es vivir so<strong>la</strong>s, por encima <strong>de</strong> los 75 años, ya <strong>la</strong> tercera parte <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s viven en solitario.Varones y mujeres, en <strong>la</strong> medida en que pier<strong>de</strong>n <strong>la</strong> autonomía tien<strong>de</strong>n a vivir más con los hijos, aunque existen algunasdiferencias, por ejemplo, los hombres tien<strong>de</strong>n a vivir más en rotación cuando <strong>la</strong> edad avanza, sin embargo, son <strong>la</strong>s mujeres<strong>la</strong>s que más conforman hogares complejos, es <strong>de</strong>cir, <strong>la</strong>s que viven con personas distintas <strong>de</strong> sus hijos. Esta mayor ten<strong>de</strong>nciafemenina a <strong>la</strong> cohabitación o recohabitación intergeneracional podría explicarse por <strong>la</strong> concurrencia <strong>de</strong> dos factores:<strong>la</strong> percepción <strong>de</strong> una mayor <strong>de</strong>bilidad o in<strong>de</strong>fensión <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mujeres mayores y el dominio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s líneas maternas en <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>cionesfamiliares. Las madres, aun hoy y entre <strong>la</strong>s personas más jóvenes (González B<strong>la</strong>sco, 2006: 211), han <strong>de</strong>sempeñado <strong>de</strong>ntro<strong>de</strong> <strong>la</strong> familia el papel menos conflictivo y más emocional, más re<strong>la</strong>cionado con los sentimientos y más inclinado a armonizar<strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre los miembros <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia. Los dos factores parecen conducir a una mayor inclinación <strong>de</strong> los hijosa compartir sus hogares con <strong>la</strong>s madres mayores. Sin embargo, también podría ser simplemente el resultado <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayorabundancia <strong>de</strong> mujeres viudas a medida que avanza <strong>la</strong> edad. En cualquier caso, el efecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> edad es distinto según el género,entre <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> convivencia prevalente entre <strong>la</strong>s más jóvenes, el nido vacío, <strong>de</strong>ja paso a partir <strong>de</strong> los 75 añosa <strong>la</strong> vida en solitario; entre los hombres el salto se produce en el grupo <strong>de</strong> eda<strong>de</strong>s más elevado.El análisis <strong>de</strong>l estado civil nos permite matizar <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> <strong>la</strong> edad y el sexo en <strong>la</strong> configuración <strong>de</strong> los hogares <strong>de</strong> losmayores. Casados <strong>de</strong> uno y otro sexo mantienen una distribución muy simi<strong>la</strong>r, sin embargo, otros estados civiles arrojan resultadosdiferentes. Por ejemplo, los varones solteros tien<strong>de</strong>n más a vivir con otras personas, mientras que <strong>la</strong>s mujeres suelenvivir so<strong>la</strong>s. Entre los solteros, vivir solos en <strong>la</strong> vejez pue<strong>de</strong> ser sólo una continuación <strong>de</strong> su forma <strong>de</strong> vida anterior (Quadagno,
2001: 201). No obstante, <strong>la</strong> proporción <strong>de</strong> solteros <strong>de</strong> uno y otro género que viven con otras personas no es <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñable. Setrata en <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los casos <strong>de</strong> personas que pertenecen a <strong>la</strong> familia, y es que, aunque los solteros tengan en su vejez,como lo han podido tener en etapas anteriores <strong>de</strong> su vida, menos recursos familiares, tampoco carecen <strong>de</strong> ellos. Cierto es queno se trata <strong>de</strong> familiares directos, cuyo apoyo podría no ser tan intenso como el que prestan los hijos (Bengtson et al., 1990).Quizá sea tan sólo <strong>la</strong> continuación <strong>de</strong> <strong>la</strong> pauta tradicional según <strong>la</strong> cual, los mayores esperaban que su familia les protegieraen <strong>la</strong> vejez incluso careciendo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scendientes directos, <strong>la</strong> familia en sentido amplio o incluso “<strong>la</strong> casa”, puesto que <strong>la</strong> obligación<strong>de</strong> protección se extendía al personal doméstico (Ortega López, 2002: 73).Los varones viudos son los que más rotan entre distintas viviendas, también es más probable que vayan a vivir con <strong>la</strong>s familias<strong>de</strong> los hijos. Las mujeres viudas viven más so<strong>la</strong>s o con hijos solteros. Esta re<strong>la</strong>ción confirma que lo que explica <strong>la</strong> ten<strong>de</strong>ncia<strong>de</strong> <strong>la</strong>s mujeres más mayores a vivir en hogares complejos es, en realidad, el estado civil; es <strong>de</strong>cir, que hay más mujeres eneste tipo <strong>de</strong> unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> convivencia no porque el<strong>la</strong>s tengan una ten<strong>de</strong>ncia más acusada a vivir <strong>de</strong> esta forma, sino simplementeporque entre los veteranos hay más viudas que viudos. Las personas divorciadas o separadas presentan un comportamientomuy diferenciado por sexo, los hombres viven casi siempre solos o con otras personas, pero <strong>la</strong> probabilidad <strong>de</strong> quevivan con algún hijo es casi inexistente, seguramente esto tiene que ver con <strong>la</strong> forma en que se resuelven los divorcios, quenormalmente privilegian <strong>la</strong> línea materna en cuanto a <strong>la</strong> convivencia <strong>de</strong> los hijos y el uso <strong>de</strong>l domicilio familiar; entre <strong>la</strong>s mujeresel comportamiento es bastante simi<strong>la</strong>r al <strong>de</strong> <strong>la</strong>s viudas. Aunque correspon<strong>de</strong>, obviamente, a otras generaciones, el censo<strong>de</strong> 2001 nos informa <strong>de</strong> que el 80% <strong>de</strong> los casos <strong>de</strong> divorcio se resuelven <strong>de</strong> forma que los hijos quedan bajo <strong>la</strong> custodia <strong>de</strong><strong>la</strong>s madres (González B<strong>la</strong>sco, 2006: 192). Son muy pocas <strong>la</strong>s personas divorciadas en nuestra muestra, pero si reflejan bien <strong>la</strong>realidad habrá que permanecer muy atentos a <strong>la</strong>s consecuencias <strong>de</strong>l incremento <strong>de</strong>l divorcio en los mayores <strong>de</strong>l futuro. Quedaaún bastante tiempo para que lleguen a <strong>la</strong> vejez <strong>la</strong>s generaciones en <strong>la</strong>s que el divorcio tiene una importancia significativaporque los años en los que <strong>la</strong>s tasas <strong>de</strong> divorcio han empezado a aumentar con fuerza en nuestro país, <strong>la</strong>s disoluciones <strong>de</strong><strong>la</strong>s uniones han estado protagonizadas fundamentalmente por personas jóvenes.Las diferencias en función <strong>de</strong>l hábitat se han difuminado hasta el punto <strong>de</strong> que no existen discrepancias significativasni para hombres ni para mujeres. De manera que ya no es cierto que los hogares complejos sean más propios <strong>de</strong>l hábitatrural. Tampoco el nivel <strong>de</strong> estudios seña<strong>la</strong> algún contraste significativo en <strong>la</strong>s formas <strong>de</strong> convivencia, tan sólo que loshombres que han completado al menos <strong>la</strong> secundaria viven más con su pareja e hijos no emancipados. Este resultadoconcuerda con <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que <strong>la</strong> emancipación tardía <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses más elevadas se pue<strong>de</strong> interpretar comouna suerte <strong>de</strong> herencia anticipada, en <strong>la</strong> que parte <strong>de</strong>l patrimonio familiar se realiza en vida <strong>de</strong> los padres a través <strong>de</strong> <strong>la</strong>inversión en educación (Pérez Ortiz, 2003). Los hijos <strong>de</strong> estas familias permanecen más tiempo en los hogares paternospor lo prolongado <strong>de</strong> sus estudios, porque pue<strong>de</strong>n esperar a obtener un puesto <strong>de</strong> trabajo más acor<strong>de</strong> con sus intereseso, simplemente, porque el saldo entre <strong>la</strong>s ventajas y los inconvenientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> emancipación es más negativo para ellos.TABLA 2.2.Formas <strong>de</strong> convivencia según sexo, edad, estado civil, nivel <strong>de</strong> estudios,grado <strong>de</strong> autonomía funcional y dificulta<strong>de</strong>s económicasSolo/a En Pareja con Pareja con Mayor con Mayor con Pareja Mayor Temporal. (N)pareja hijo/s no hijo/s hijo/s no hijo/s y otros y otros en otraemancipados emancipados emancipados emancipados viviendaHOMBRESEdad65-74 años 9,1 47,2 24,8 2,1 3,4 2,5 3,2 4,7 2,5 (472)75-84 años 14,5 47,5 8,3 3,0 3,6 7,6 1,7 7,3 6,6 (303)85 o más años 29,3 22,0 4,9 2,4 4,9 15,9 1,2 7,3 11,0 (82)Estado civilSoltero 37,0 61,1 (54)Casado 65,0 24,7 3,5 0,2 3,5 0,2 2,9 (592)Viudo 39,6 15,6 23,4 8,3 12 (192)Div./Separado 78,9 15,8 5,3 (19)Nivel <strong>de</strong> estudiosAnalfabeto 11,6 41,9 14,0 4,7 4,7 9,3 7,0 7,0 (43)Sin estudios 15,5 47,1 14,4 1,7 2,4 6,5 1,7 6,5 3,8 (291)Primarios 12,5 46,3 15,9 2,4 4,9 5,2 2,7 4,6 5,2 (328)Secundarios 10,1 39,2 23,8 4,2 3,2 5,3 1,6 6,9 5,3 (189)2. RELACIONES PERSONALES: FORMAS DE CONVIVENCIA, FAMILIA Y RELACIONES DE AMISTAD23→
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