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ólico, y con su papel como entorno facilitador u obstaculizador del desarrollo de las funciones básicas de la vida cotidiana.En este sentido, la ECVM-04 ha pedido a los mayores su evaluación personal sobre un conjunto de característicasfísicas de las viviendas. Los mayores han contestado calificando de una manera muy positiva esos distintos aspectos(luminosidad, tamaño, estado de conservación y amplitud de los pasillos y puertas). Las condiciones que recibenmenos adhesiones son la temperatura, las condiciones de las escaleras y los ruidos. En la misma línea, la generalidadde los mayores (78,7%) consideran que su vivienda responde a sus necesidades y no necesita ningún tipo de reparacióno cambio, pero uno de cada nueve mayores estima que su vivienda necesita arreglos y no puede hacerlos. La informaciónque proporcionan estos indicadores confirma que la vivienda tiene otros valores más allá de sus característicasfísicas y de su adaptabilidad, ya que incluso quienes reconocen la existencia de deficiencias importantes siguenmostrando un elevado grado de satisfacción general con sus hogares.Las respuestas de los mayores se han completado con información proporcionada por los encuestadores sobre la existenciade barreras arquitectónicas para la comunicación entre las viviendas y el exterior. Por este procedimiento se ha evaluadosi los mayores necesitan o no ascensor y el edificio dispone de él y si, aun en caso de no tener ascensor, las escalerasestán en buen estado. El 77,1% de los mayores residen en viviendas que ocupan una planta baja o tienen ascensor, otro4,7% no tiene ascensor, pero esta barrera podría salvarse con relativa facilidad porque viven en una primera planta y lasescaleras están en buenas condiciones. Para el restante 13,8% la situación es más compleja, o bien viven en una plantasegunda o superior, no tienen ascensor y las escaleras de acceso están en malas condiciones (7,5%) o bien carecen de ascensory las escaleras son difícilmente accesibles a juicio de los entrevistadores. En definitva, se ha estimado que casi uno decada cinco mayores (18,5%) tienen dificultades para acceder fácilmente al exterior de sus viviendas. Dentro de esta categoríapueden diferenciarse distintos grados de impedimento en la comunicación con el entorno de la vivienda, se han distinguidohasta tres. La máxima dificultad recoge la situación de aquellos que viven en una segunda planta o superior, carecende ascensor y las escaleras están en malas condiciones; agrupa a unos seis de cada cien mayores. El segundo grado,considera que las barreras se pueden salvar pero con dificultad y recoge los casos de quienes viven en altura (segunda plantao superior), no tienen ascensor, pero las escaleras presentan un buen estado de conservación; esta categoría comprendea unos ocho de cada cien mayores. Por fin, otros cinco de cada cien residen en domicilios con barreras salvables, es decir,viven en una primera planta, no tienen ascensor, pero las escaleras presentan un estado correcto; el que las barreras se puedansalvar no obsta para constatar su existencia y su importancia puesto que, aunque no impidan todo contacto con elexterior o lo dificulten sólo en una medida limitada, desde luego no la facilitan. Se constata, además, que la mayor parte delas personas con barreras de comunicación entre sus viviendas y el exterior son mujeres, residen en ciudades o municipioscon más de diez mil habitantes, tienen dificultades económicas y viven solos o en pareja. También predominan entre elloslos que se encuentran en buen estado de salud, los más jóvenes y los autónomos, aunque la quinta parte son personas quenecesitan ayuda para desempeñar actividades instrumentales de la vida diaria. De nuevo emerge con fuerza la idea de quelas viviendas son para los mayores algo más que un lugar físico, y es que la presencia de barreras de comunicación con elexterior no cambian la valoración que los mayores realizan de sus hogares.Las condiciones físicas de la vivienda tienen su prolongación en los equipamientos e instalaciones de los que disponen.En general, los hogares de los mayores están menos dotados que los de la población más joven. Las razones no son sólofinancieras, es probable que intervengan las propias actitudes de los mayores, en una forma de pensar más tradicionalo menos predispuesta a los cambios tecnológicos. Pero también es cierto que muchos aparatos incorporan barreras tecnológicasdifíciles de salvar para personas con bajos niveles de instrucción, puede tratarse también de una falta de familiaridadcon los aparatos o la falta de utilidad en el marco del modo de vida que desarrollan. Existen también indicios deque las pautas de incorporación de nuevos equipamientos e instalaciones domésticas están relacionadas con el ciclo devida familiar, en el sentido de que esas novedades suelen adquirirse particularmente en las fases de expansión de lasfamilias, coincidiendo con las fases de consolidación de la cultura familiar. Además, los equipamientos e instalaciones delos hogares de los mayores no tienen sólo una dimensión material o de condiciones de vida, sino una dimensión socialindudable, la más visible y no la menos importante, es la manifestación de la relación con el cambio tecnológico a medidaque vamos cumpliendo años.6. CONCLUSIONES251En los hogares de los mayores españoles no faltan los equipamientos más elementales, la presencia del cuarto de baño,el televisor, el frigorífico y la lavadora es prácticamente universal, pero otros no menos habituales para otras familias,como la ducha y el teléfono fijo, faltan casi en uno de cada diez hogares de mayores y tres de cada diez carecen decongelador. Que los mayores son sensibles a la facilidad de uso y a la utilidad de los nuevos electrodomésticos quedaprobado, sin embargo, por la disposición del microondas, un dispositivo de difusión reciente que sin embargo tiene unapenetración notable en las viviendas de los mayores (unos seis de cada diez disponen de él). El lavavajillas, sin embargo,