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cabría decir lo mismo que con respecto a los hermanos, puede suponer, al mismo tiempo, una fuente potencial de oferta deatención y cuidados o simplemente de apoyo social, pero también de demandas. El contenido de las relaciones puede sermucho más variable y más sujeto a las afinidades personales que en el caso de los hermanos.Por fin, el 7,1% de los entrevistados tiene vivo a alguno de sus padres o a alguno de sus suegros, de ellos la mayoría tienenhijos y nietos; con mayor precisión, la proporción de familias de cuatro generaciones en nuestra encuesta es del 5,4% (mayoresque tienen hijos, nietos y uno de los padres o suegros todavía vive). Incluso con mayor precisión, el 1,9% de los mayorespertenece a una familia en la que coexisten cuatro generaciones adultas (tienen algún nieto con más de veinte años). Las proporcionesson pequeñas y es probable que estén ligeramente sobreestimadas en la muestra por los problemas de subrrepresentaciónde las edades más altas de los que suelen adolecer las encuestas sociológicas dirigidas a los mayores, problemas alos que nuestra encuesta tampoco ha podido escapar (Caradec, 2001), sin embargo, si elevamos los porcentajes a las cifras depoblación que arroja el padrón en 2004, obtenemos que cerca de cuatrocientas mil personas mayores pertenecen a familias decuatro generaciones y unas 139.000 a familias con cuatro generaciones adultas. Sirvan estos datos como indicador de la importanciade eso que se ha dado en llamar familias largas o cabezudas o, incluso, familias largas y estrechas, nuestros datos nonos permiten avanzar cómo son de anchas o estrechas (es decir, cuántas personas hay en cada generación), pero sí cómo sonde largas (cuántas generaciones viven). La convivencia de los mayores con alguno de los miembros de la generación anteriorimplica, con toda seguridad, que los mayores ejercen funciones de apoyo y cuidado; el 1,2% de los mayores podría encontrarseen esta situación; si nuestros indicadores no se alejan demasiado de la realidad podríamos estar hablando de unos 88.000mayores cuidadores de otras personas aún más mayores. Pero seguramente parte de las funciones de cuidado se extiendentambién a quienes tienen cerca de su vivienda la de un padre o suegro, en este caso la proporción es del 1,9%. Las demandasde cuidados de los padres mayores pueden acumularse a otras, como la del cuidado de los nietos o incluso de hijos que aúnpermanecen en la vivienda familiar o que se han emancipado sólo a medias y requieren determinadas prestaciones de suspadres o madres; además, estas demandas pueden sumarse a las propias de los miembros de la segunda generación, tambiénmayores, o incluso interferir en sus expectativas con respecto a la jubilación. Aparte de la consideración del propio estado desalud o de la magnitud de las necesidades de cuidados de los padres muy mayores, la medida en que los hijos mayores acepteno no el rol de cuidadores que se les impone, dependerá de la fuerza con la que se impongan normas sociales contrapuestas:la obligación filial, por un lado, y la concepción del tiempo de vejez como una etapa de autorrealización personal, por otro;en nuestro país, no obstante, la norma de obligación filial seguramente es mucho más poderosa entre las personas de 65 omás años, de manera que la medida en que estas personas puedan responder a las necesidades de cuidados responderá másbien a cuestiones relacionadas con el estado de salud de padres e hijos. Pero la supervivencia de la generación más antiguatambién tiene un considerable valor simbólico, sobre todo, en la medida de que los hijos que tienen vivo a alguno de los padrespueden sentirse, de alguna manera, a salvo de la muerte. Según Attias-Donfut y Segalene (2001: 30-31), la eficacia de esta protecciónsimbólica se revela tras su desaparición: a la muerte del último padre, los hijos adquieren una consciencia más agudade la precariedad de la vida y experimentan un nuevo sentimiento de vulnerabilidad. Hasta el momento buena parte de lasimplicaciones de la coexistencia de cuatro generaciones en la misma familia son desconocidas, entre ellas, la situación de estoscuidadores mayores o el significado y el desempeño del rol de hijo a edades elevadas; estamos más acostumbrados a hablarde los mayores como padres o abuelos, no obstante, parece que estas familias empiezan a cobrar ya una entidad suficiente y,desde luego, en un futuro próximo, a medida que aumenten las probabilidades de supervivencia en las edades más altas, aúnserán más numerosas.TABLA 2.17.Distancia con respecto a los familiaresHijos Hermanos Nietos Nietos Cuñado/as Padre/ Otrosmayores menores madre familiareso suegro/aEn la misma vivienda 29,8 3,2 3,0 5,1 1,2Al menos uno cerca,en la misma ciudad 36,3 27,8 20,4 33,6 27,4 1,9 21,8En la misma ciudad, pero lejos 12,8 19,7 11,2 14,8 21,1 1,8 16,3En otra ciudad 9,1 26,0 11,3 13,0 21,7 2,1 19,3En otro país 0,5 1,3 0,8 0,5 0,9 0,2 0,9No tiene 11,2 20,5 51,7 31,6 26,7 91,3 35,3N/C 0,4 1,6 1,6 1,4 2,3 1,6 6,4N=1.8012. RELACIONES PERSONALES: FORMAS DE CONVIVENCIA, FAMILIA Y RELACIONES DE AMISTAD45