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y situación económica. Más concretamente, la presencia de personas de 85 o más años, dependientes, con estado de saludregular y, sobre todo, malo o muy malo, solteros, analfabetos y personas con dificultades económicas extremas.En el estilo exterior femenino la fuerza del género como factor determinante y de las variables que se refieren a la disponibilidady proximidad de los familiares, anulan el efecto de otras como la edad, el estado de salud olas dificultades económicas. El hábitat rural aumenta las posibilidades de mantener este estilo, vivir solo o en “otras formasde convivencia”, la reduce. La relación que guarda con el nivel de estudios es curiosa, porque son los niveles extremos(analfabetismo y estudios secundarios o superiores) los que favorecen la pertenencia al conglomerado.El estilo social espontáneo recibe la influencia de todas las variables salvo las que tienen que ver con la situación familiar,es decir, el estado civil y las formas de convivencia. El sexo masculino por sí mismo influye poderosamente en lapráctica de las actividades que lo definen, es más frecuente en el ámbito rural y menos en el urbano, confirmando laidea de que el hábitat rural es más propicio para los encuentros causales con los pares. Está definido en buena medidapor la falta de recursos, por las carencias, fundamentalmente en lo que se refiere al estado de salud, pero tambiénen términos de recursos materiales y educativos. De esta forma, se configura como un estilo residual, lo que se hacecuando ya no se pueden hacer otras cosas. Como la mayoría de los que lo practican son hombres, en términos evolutivospuede sugerir que este estilo se erige para ellos, fundamentalmente, como un paso intermedio antes de la deprise,las mujeres parecen tener menos oportunidades para practicarlo y es posible que el abandono de otros roles másactivos concluya para ellas simplemente con la desvinculación, sin esta etapa intermedia.El estilo familiar también está estrechamente condicionado por el género, el valor de la ratio de odds nos indica que ellastienen una probabilidad cinco veces y media superior a la de los hombres de experimentar su vejez con arreglo a estapráctica. El sexo se refuerza con la edad inferior a los 75 años, el hábitat rural, la autonomía funcional (aunque la saludno interviene de forma significativa) y la condición de analfabeto. Las variables que tienen que ver con la situación familiarintervienen de forma negativa, los divorciados o separados tienen menos probabilidades de formar parte de estegrupo, la probabilidad de pertenecer es equivalente a la cuarta parte de la correspondiente a los solteros; de manera queel divorcio conduce no sólo a un alejamiento de la familia más próxima de la que también carecen los solteros (hijos ycónyuges), sino también del resto de la familia, aunque también es probable que los divorciados se orienten a formas devida menos familiares. Las formas de convivencia también guardan una relación interesante con este estilo, los que tienenmenos probabilidades de seguirlo en sus años de vejez son las personas que viven solas con algún hijo y las que forman“otras” unidades de convivencia, probablemente porque estas formas de convivencia impliquen la falta de otrosfamiliares o el alejamiento de los lugares de residencia habituales; pero la probabilidad es menor también entre quienesvivien en pareja y con algún hijo, en este caso lo más seguro es que no se trate tanto del alejamiento de los familiarescomo del hecho de que los tienen bajo su mismo techo y, por tanto, no necesitan visitarlos en otros domicilios.El estilo senior es bastante indiferente al efecto del género y del hábitat; las categorías que tienen más posibilidades dedesarrollar esta forma de vida son las de las personas en mejor estado de salud, sin limitaciones para las actividades dela vida diaria y los que tienen una situación económica buena o intermedia, es decir, que la existencia de ciertas dificultadeseconómicas no parece impedir su desarrollo. Sí existen, sin embargo, barreras culturales, quienes no han completadoal menos estudios secundarios, tienen menos posibilidades de pertenecer a esta categoría. La viudedad, la edadsuperior a los 84 años y vivir en otras formas de convivencia también dificultan el desarrollo de las actividades que constituyeneste estilo de vida.El último estilo propuesto, el social organizado, no muestra relaciones significativas con las formas de convivencia ni conlas dificultades económicas, muy probablemente porque la mayoría de las actividades que comprende no son onerosas;la asistencia a bares puede suponer un cierto esfuerzo económico, pero se compensa con la asistencia a clubes y sociedadesrecreativas que pueden ofrecer precios reducidos. Sí está muy marcado por el sexo, las mujeres tienen una probabilidadmuy baja de pertenecer a este grupo en relación con la de los varones. El estado civil también es relevante, lossolteros tienen la probabilidad más alta de seguir este estilo; casados, divorciados y separados, las más bajas, seguramentepor razones muy distintas: para los hombres casados otros estilos pueden competir con éste, para los divorciadosy separados es una nueva confirmación de sus dificultades de sociabilidad. La percepción positiva del estado de saludfavorece la realización de esta práctica, la dependencia la dificulta, de manera que este estilo no está vedado a los discapacitadosque pueden seguir ejerciéndolo aun a pesar de sus limitaciones físicas, no obstante, la inmensa mayoría sonvarones, a las mujeres esta posibilidad también parece estar hasta cierto punto vedada. También es más probable en laspersonas con estudios primarios, probablemente porque las actividades en las que consiste no implican barreras culturalesinsalvables y, por el contrario, es menos probable en las personas de edades intermedias (de 75 a 84 años).5. LA EXPERIENCIA DE ENVEJECER213