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nayagua

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a urora l uque<br />

comenta un poema de julia uceda<br />

Aurora Luque nació en Almería en 1962. Es licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Málaga<br />

y profesora de Griego en Málaga, ciudad a la que está muy vinculada y donde ha desarrollado<br />

gran parte de su trayectoria. Colabora como articulista en el diario Sur, de Málaga. Recibió el premio<br />

Andalucía de la Crítica en enero de 1999 por su libro Transitoria, un viaje a través de los deseos de un<br />

metafórico Ulises, libro que también fue finalista del premio Rafael Alberti de poesía.<br />

En noviembre de 2004 publicó la traducción de Poemas y testimonios, de Safo, en la editorial El<br />

Acantilado, un trabajo que le permitió adentrarse en la obra de la poetisa griega. En 2007 Aurora<br />

Luque ganó la X edición del Premio de Poesía Generación del 27 por su obra La siesta de Epicuro. En<br />

2015 publicó Personal & político (Fundación José Manuel Lara) un libro con cuarenta y cinco poemas<br />

que buceaba en la realidad de la crisis social española.<br />

Tiempo para ahuyentar la muerte<br />

177<br />

reloj de arena:<br />

infinitas versiones<br />

de uno mismo<br />

Anastasía Anagnostaki<br />

(Inédito)<br />

Qué hermoso es el quehacer de las palabras. Están ahí para regalarmos un tiempo<br />

especial de prórroga, un archivo adjunto de tiempo, un tiempo para ahuyentar la<br />

muerte. Esto me lo ha hecho entender Julia Uceda, con su persona y con su poema<br />

titulado así: “Tiempo para ahuyentar la muerte”. Hace unos meses, Uceda recibió<br />

un homenaje en la Universidad de Sevilla, un muy merecido reconocimiento a su<br />

larga y coherente trayectoria literaria. Emocionada, acabó su intervención mencionando<br />

un caso y ejemplo de la utilidad, misteriosa y certera, de la poesía. Un caso<br />

que me implica como mediadora.<br />

Érase que en enero del año 2007 moría de meningitis fulminante una joven<br />

griega de veintitrés años, Anastasía Anagnostaki, alumna del Máster de Traducción<br />

Literaria de la Universidad de Málaga. Sus padres, desolados, viajaron desde<br />

Grecia para repatriar el cuerpo, pero no quisieron marcharse sin celebrar, al modo<br />

más homérico y más humano, una digna despedida para su hija. Y digo celebrar,<br />

porque no hay otro verbo más elocuente. En la Sala de Grados de la Facultad de<br />

Letras nos reunimos sus profesores en el Máster, sus compañeros y compañeras,<br />

las autoridades académicas y los desgarrados progenitores de Anastasía. Bebimos<br />

vino dulce —es costumbre griega— y leímos poemas: la madre, sacando extrañas<br />

fuerzas de su propio dolor, citó a la Hécuba que lloraba por su hijo Héctor; un

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