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catástrofe, sino vivir con el dolor y el vacío habiendo perdido la inocencia, ver lo bello en<br />
lo terrible.<br />
El libro, entonces, es un tránsito hacia una conciencia sensible del mundo, sin renunciar<br />
al mundo; es la conciencia del amor como un amor total y doloroso, casi místico. Y así queda<br />
espléndidamente reflejado en el que, posiblemente, es el mejor poema del texto, “Pirueta del<br />
tiempo” (p. 63).<br />
Por último, quisiera destacar que el libro se puede leer como una poética. El amor que<br />
se extingue, su descubrimiento, tiene su símil con el descubrimiento del poeta de que la<br />
palabra no alcanza, que es traicionera y que hay que encontrar, por tanto, otras formas con<br />
las que decir el mundo (“Embrión en silencio”, p. 25). De esta forma, Como arderá la niebla,<br />
de Sara Medina, nos ofrece en su conjunto una nueva dimensión, donde la palabra y el sentimiento<br />
superados cobran un significado otro en la palabra poética, creadora de mundos y,<br />
al mismo tiempo, capaz de hacernos ver la vida desde un lugar antes inédito.<br />
Julio Espinosa Guerra<br />
Puentes de cartón<br />
susana obrero<br />
Madrid, Ediciones Entricíclopes, 2014<br />
303<br />
Lo que realmente ocurre, lo que vivimos, lo demás, todo lo demás,<br />
¿dónde está? Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo<br />
cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido<br />
de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo,<br />
cómo describirlo?<br />
Esto se preguntaba Georges Pérec, el inclasificable y nunca suficientemente ponderado escritor<br />
francés en su libro Lo infraordinario, un concepto que viene a la boca y al sistema<br />
nervioso cuando se recorren estos Puentes de cartón, el nuevo poemario de Susana Obrero,<br />
un verdadero manual para aclarar la vista, para apreciar las texturas de la Vida y las de uno<br />
mismo, para escabechar nuestra afectividad y nuestras convivencias (así, en plural) en su<br />
peso, sus evoluciones, sus miserias, su ternura inabarcable. Para intensificar lo que subyace<br />
a gritos en nuestra monda y lironda existencia, pero no somos capaces de incorporar, de<br />
saborear, de Ser. Para muestra, el primer botón:<br />
A veces me siento<br />
como goma de borrar<br />
en el estuche del niño<br />
que no se equivoca<br />
nunca<br />
Dice Marta del Río en su prólogo, sucinto pero iluminador, que este libro “nace de la dualidad,<br />
de la paradoja inherente a nuestra propia esencia. Esa dualidad que nos debate entre<br />
la conformidad y la rebeldía, los apegos y la libertad, la nostalgia y la esperanza (...)”. Y esa<br />
dualidad se debate, es acción en el propio ring de cada poema, y cae del lado de la apuesta