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nayagua

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en el que escribo sin esconderme detrás de ningún cántico”. Porque la tarea del<br />

poeta es la reconstrucción a sabiendas que forma parte de un ciclo donde todo<br />

será aniquilado cuando haya tomado forma en la memoria, con palabras tan sólo,<br />

sin ritos y sin himnos.<br />

Tras la lectura de Postergaciones nos queda la sensación de haber recuperado<br />

una voz que posiblemente haya permanecido varios años en un silencio requerido<br />

por el propio autor y que ahora surge con la fuerza de quien ha estado aguardando<br />

su momento preciso.<br />

273<br />

Los pasos de la sed<br />

ángel minaya<br />

Canción del distraído<br />

Vicente Valero<br />

Madrid, Vaso Roto Ediciones, 2015<br />

Vicente Valero (Ibiza, 1963) nos propone en Canción del distraído un recorrido<br />

nuevo por su poesía, un itinerario que llegado a su final invita a “buscar el mar<br />

por el camino que aún no vemos”. Y la visión, el mirar, se identifican, junto con<br />

otras formas de percepción, con su decir poético: las palabras dejan de ser signos<br />

y se convierten en órganos o sondas sensoriales. Su función no consiste tanto en la<br />

referencialidad o la traducción lingüística de una experiencia previa, como en su<br />

absorción y transformación: “Hay árboles / que son también como palabras / altas<br />

y misteriosas. Se diría / que en este idioma antiguo y perfumado / por la resina y<br />

el romero / el caminante encuentra a solas su camino / y se prepara para ver”. Este<br />

mirar es el estado de visión del hombre con las cosas, la visión poética tal como la<br />

define María Zambrano. Pero la aspiración de las palabras es también, al menos en<br />

poemas como “El árbol”, la de situar al hombre en las cosas, en un estado de visión<br />

mística: “Entro en un árbol por su sombra abierta”, “[...] cuando los pájaros me<br />

buscan, / entran en mí, reposan en su árbol”.<br />

Canción del distraído transita el camino que parte del estar con las cosas al estar<br />

en las cosas a través de una selección y reordenación de material poético anterior<br />

—Teoría solar (1992), Vigilia en Cabo Sur (1999), Libro de los trazados (2005), Días del<br />

bosque (2008)— al que se le unen poemas inéditos. Siete años median entre su último<br />

poemario y esta nueva entrega. Al rechazar una ordenación cronológica de los

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