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esa sensación que tiende a consensuar grados de catalogación accesoria. Hay una clara<br />
intención de no renunciar al conflicto —desde su mismo título—, de no establecer líneas<br />
de fuga que sumerjan al lector en una lectura vacua, que no pase de entretenida. Uno de<br />
los puntos de partida de su planteamiento es la colisión temporal, rechazando las combinaciones<br />
apriorísticas y apostando por una línea que se va confrontando con diferentes<br />
cuestiones. De esta manera, los recursos estilísticos surgen de la necesidad y no de una<br />
retórica enfocada al efectismo. Es así como puede leerse la importancia que adquieren en<br />
el poemario las alteraciones de los medicamentos en la sociedad actual, o los tiempos de<br />
engorde en los animales que utilizamos para el consumo humano. Estas perturbaciones<br />
propician la aparición de dualidades que mantienen la tensión en los textos, como por<br />
ejemplo, los diferentes ritmos de los diarios informativos frente a la literatura, o la tecnología<br />
ante un individuo cada vez menos autosuficiente y que, lejos de utilizarla como<br />
herramienta, se vuelve dependiente y casi rehén de un entramado que fagocita la expresión<br />
humana.<br />
De la marcada influencia del expresionismo alemán aquí contenida, principalmente de<br />
Benn, una de las características que más llama la atención es el gesto teatral. Nos encontramos<br />
con que no hay una voz, en el poema, que dé entrada al resto, sino con dos superposiciones<br />
textuales que se desarrollan al unísono. Por un lado tenemos lo que, utilizando una<br />
metáfora musical, sería la partitura y, por otro, su ejecución. No subyace a este movimiento<br />
una voluntad valorativa o la intención de posicionar a la una frente a la otra, pero sí una actitud<br />
crítica y cierta visión de lo íntimo respecto a lo ajeno, o lo particular frente a lo general.<br />
En definitiva, dos formas de mirar, sin intenciones de jerarquizar, complementarias.<br />
El libro se divide en tres partes y, quizás, la segunda y la tercera —“La habitación del<br />
poeta” y “Sótanos”— sean más conservadoras que la primera, “Calles y andenes”, donde<br />
se aprecia menos acomodo y más fuerza en la expresión. La anécdota se llena de trascendencia<br />
y sale de esa zona tranquilizadora que, acaso, le llevaría a caer en la narración<br />
de hechos. Si bien no sería justo decir que esto correspondería por entero con las citadas<br />
partes, también es cierto que es en ellas donde, en contadas ocasiones, se puede distinguir.<br />
En cualquier caso, en todo el libro hay una apuesta clara por la viveza y propiedad del<br />
verso, algo que contrasta con buena parte de la poesía española joven actual, que parece<br />
renunciar a ello, enmascarándolo con la tematización de lo soez, lo banal o la sexualidad,<br />
que nada tendrían que ver con la forma de la expresión, ni con la lectura que se pueda<br />
hacer a posteriori. No en balde, uno de los grandes aciertos del libro es que consigue llegar<br />
a transmitir sensaciones y sentimientos nada fáciles de trasladar al lector, así paradigmáticamente,<br />
la imagen del ascensor como émbolo en el poema “Humira 40 MG”. Refleja un<br />
estado de ánimo y de circunstancias que probablemente cualquiera haya experimentado,<br />
muchos lectores pueden sentirse cerca, aunque también pueden percibir que su proyección<br />
verbal no es nada sencilla.<br />
Transporte de animales vivos es un libro arriesgado, que se sale de la tónica dominante en<br />
la actualidad y que consigue alcanzar, con honestidad y sin artificios huecos, aquello que se<br />
propone.<br />
301<br />
Pablo López Carballo<br />
* Editamos esta reseña de 2013, contraviniendo con ello nuestra norma editorial de referenciar libros<br />
publicados en el año en curso o el inmediatamente anterior a la edición de la Nayagua correspondiente,<br />
debido a que un error logístico nos impidió hacerlo en su momento. Esperamos quede así subsanado y<br />
pedimos disculpas a autor y reseñista por esta demora.