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nayagua

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una cuenta hacia adelante. En este proceso consigue hacer algo que no es fundamentalmente<br />

rítmico (y en este sentido, dista mucho de lo que consiguió Huidobro<br />

en el último Canto de Altazor, si bien en ambos casos existe una huida del lenguaje<br />

referencial); entramos en una arritmia de la aritmética: muy abstracto, sí, pero<br />

funciona, por más acostumbradxs —incluso domadxs— estemos como lectorxs a<br />

recibir la poesía como algo figurativo; y si además de funcionar, alerta, desasosiega<br />

o extasía, creemos que es porque está sostenida conceptualmente por esa fuerte<br />

defensa que hay en el libro de “anonimia contra historia”, una anonimia que no<br />

puede ni debe articularse con cifras: para empezar en lo que afecta a esa “identidad<br />

de páramo” que conforman las víctimas; para seguir, tampoco en el poder de la<br />

cronología: en n+1 el autor nos aclara que ha combinado un decurso temporal, con<br />

la referencia a ciertas fechas importantes del siglo xx, con un “decurso lingüístico<br />

que tiende a la ilogicidad, el silencio solipsista”; entendemos nosotras que se trata<br />

también de distanciarse del reduccionismo aplastante de todo lo que se pretende<br />

volver cómputo —lineal y cronológico, que facilite la figuración/representación<br />

reduccionista y manejable—; si se articulara este poemario desde lo previsible o<br />

aplaudible, seguiríamos dentro del lenguaje del poder. En esta descodificación del<br />

orden asumido, presumible, crak parece intentar descifrar o descodificar lo numerario<br />

de la cifra, y esto es algo que tenía que acabar o empezar por afectar a la<br />

enumeración y la repetición, entendidas como recursos literarios.<br />

También hay fragmentos de crak en los que se hace una radiografía de lo insistente<br />

que resulta en poesía aquello que sigue creando significado, de modo que<br />

no es posible apartarse de la fonología para quedarse con eso que la lingüística<br />

escucha en la fonética, sonidos que ya lo han perdido. Si antes “delirio”, uno de<br />

los sustantivos más repetidos hasta aquí, ahora “demencia”, y en su tratamiento<br />

—intensificación, acumulación, haz, descomposición, recreación— el fonema m.<br />

Parece un proceso inverso al de la rima, en que la primacía del oído pudiera descargar<br />

de parte de su sentido conceptual a ciertas palabras. Aquí un sonido acaba<br />

resultando fonológico a más no poder: con sentido y sintiente, sin llegar a hacer léxico.<br />

Y hay un engranaje de relojería, una estructura-marco que oprime y cerca un<br />

territorio de fonemas peligrosos, un aparato de explosión y exclusión. Es en este<br />

sentido, que crak nos parece, casi casi, un tratado, y por todo lo dicho, si un manual<br />

de versificación de poesía y métrica española incluyera el poema ¬ n+1 después<br />

del capítulo dedicado al verso libre, nos parecería, como mínimo, coherente.<br />

Ahora somos nosotras, dos lectoras, quienes optamos por volver a la cifra. A<br />

ver: cuando el 8,9 por ciento de la humanidad posee casi el 80 por ciento de la<br />

riqueza y entre un 30 y un 60 por ciento de los residentes de las ciudades más<br />

grandes de los países subdesarrollados viven en el eufemismo de los “asentamientos<br />

irregulares”; más certeros, o más imaginativos, o más despectivos, son<br />

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