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nayagua

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Es justamente sedimento lo que pide y ofrece la poeta chilena Verónica Zondek<br />

(Santiago, 1953) en el libro titulado Sedimentos, recientemente publicado por la<br />

colección Trasatlántica de Amargord y en el que se recogen dos de sus obras más<br />

destacadas: El hueso de la memoria y Vagido. La primera fue publicada en Buenos<br />

Aires en 1988 y 1995 por Último Reino, y más recientemente reeditada en Santiago<br />

en 2011 por Editorial Cuneta. Vagido ha recorrido tres países, Colombia, Argentina<br />

y Chile, antes de esta publicación española (Museo Rayo, Roldanillo, Ediciones<br />

Embajale, 1990; Buenos Aires, Último Reino, 1991; y Santiago, Alquimia, 2014).<br />

¿Será esencia, médula, hueso lo que pide El hueso de la memoria? Dividido en<br />

cuatro partes, transita los dolorosos meandros de la historia reciente a través de<br />

un lenguaje que aspira a re(anudar) su condición medular. Escrito a partir de 1984,<br />

en que Zondek regresa a Chile, es en sus propias palabras “mi manera de enfrentar<br />

lo que sentía en relación a cómo se manejaba el poder en esa época. Fue mi<br />

manera de entender la forma en que la Dictadura lo ejercía”.<br />

La primera parte, titulada “La miseria del ojo”, establece una característica central<br />

del libro en su conjunto: la importancia que adquieren los aspectos visuales,<br />

en particular el empleo de las mayúsculas en versos concretos para resaltar y construir<br />

un relato paralelo, a la vez que El hueso de la memoria se organiza como un<br />

conjunto de fragmentos, de pedacitos verbales, de partes irregulares y ariscas que<br />

se van sucediendo sin más transición que el espaciado en blanco. Semejante disposición<br />

tipográfica da cuenta de partículas pulverizadas, molidas hasta su hueso, de<br />

las que queda un regato de palabras diseminadas, gotas casi resecas que sin embargo,<br />

en su precariedad, permiten recuperar la plena noción del sentido:<br />

277<br />

El color aúlla.<br />

LAS CALLES AÚLLAN.<br />

El río bermejo aúlla.<br />

El sin borde color<br />

LOS PIES DESAPARECIDOS.<br />

Así los versos, a veces de una sola palabra, son contundentes en su estrechez, su<br />

despojada o tajada condición: “CON FUERZA ME CLAVO / y de la tierra no //<br />

NO / ME / MUEVES”.<br />

“En carne viva”, la segunda parte del libro, otorga palabras para lo que se escamotea,<br />

lo que no hace presente, la figura que va mostrándose a través de procesos<br />

metonímicos y que finalmente es nombrada en su dolor mayúsculo: PRISIONERA.<br />

Se hacen audibles aquellos términos que en su estereotipación violentan los cuerpos,<br />

especialmente el cuerpo de la mujer, controlado social y culturalmente y situado<br />

en términos heterotópicos: su vientre como cárcel, como signo que es condena,<br />

que es atributo desgastado por la historia

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