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Por eso, quizás, sea imposible configurar un paisaje para su mundo ni haya<br />
palabras que hagan justicia a semejante periplo, como ya entrevió su padre, Josep<br />
Janés en los versos del epígrafe, a los que puso música Mompou e incluyó en su ciclo<br />
“Combat del Somni”: “Ilimitada. No hay palabras /para enunciarte, ni paisajes<br />
/ para tu mundo. Ni ha de haberlos”.<br />
En la misma línea, Jaime Siles declara al comienzo de su brillante introducción<br />
la sorpresa, y al tiempo la dificultad que adivina el estudioso, ante una obra<br />
tan novedosa e inabarcable a la vez. Constata los escasos precedentes en nuestra<br />
lengua de una escritura que se abre en tantas direcciones y se nutre de tantas<br />
culturas del oriente y occidente. Una obra que podríamos calificar de transdisciplinaria,<br />
sin que por ello se altere el timbre inconfundible de una voz que se<br />
modula en diversos registros.<br />
Al contrario de sus compañeros de generación, los novísimos, entre cuyas fechas<br />
se sitúa, Janés se propuso llevar a cabo —según contó en una entrevista— la<br />
opción opuesta: la de no enmascarar, sino poner su propio ser, su cuerpo, su historia,<br />
en la sala de disección. Con la distancia se aprecia cómo el aire del tiempo la<br />
impregnó, aunque más no fuera de la curiosidad común al grupo, que en ella se<br />
tornó ávida búsqueda solitaria: la de la otra cultura, la científica.<br />
Y es que leer un poema de Clara Janés supone atravesar en clave otros mundos:<br />
otros, pero que están en este, observó Paul Éluard. De ahí su condición visionaria<br />
y la capacidad de revelación que hunde sus raíces en uno de los legados<br />
más potentes de nuestra lengua, la mística. Por un lado, su enfoque del oficio a la<br />
manera de Juan de la Cruz y ese “no saber sabiendo”, o el “no se entiende cómo<br />
entiende” de Teresa de Jesús, y por el otro, ese poner el cuerpo en la consecución<br />
del poema, que es andado, paso a paso; respirado, latido a latido, y crece involucrando<br />
a la persona entera en la entrega y fusión con un tercero secretamente<br />
incluido. Mas todo esto que el místico sabe y que la constituye por tradición, le<br />
urge luego redimensionarlo de acuerdo a esta época que es la suya, y que redescubre<br />
en los científicos. O traducirlo, diríamos, y aquí evocamos otra de las vertientes<br />
de su trabajo, que la lleva a aprender y trasladar de otros idiomas, que es<br />
como decir otros paradigmas, en el intento de enriquecer la lengua propia con<br />
nuevas maneras de pensar. Esta vocación íntimamente entrelazada con su proyecto<br />
poético la lleva a aprender lenguas tan distantes como el persa o el checo,<br />
y a empaparse a fondo de sus cosmogonías, su arte, su literatura. De ahí extrae<br />
elementos que le servirán en la prosecución de su andadura, no solo de creación<br />
lírica y narrativa, sino de pensamiento, en lúcidos ensayos como el que expone lo<br />
esencial de su poética: La palabra y el secreto, de 1999, hasta conformar un corpus<br />
de unos sesenta títulos hasta la fecha. Sólo me detendré en algunos momentos de<br />
su transcurso, en el entendimiento de que el lector hallará en el importante<br />
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