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ámbito de sus intereses culturales; los textos citados pertenecen a los cineastas José<br />
Val del Omar y Yasujiro Ozu, a la escritora Virginia Woolf y al poeta Antonio Martínez<br />
Sarrión. Del cineasta granadino, autor de Agua-espejo granadino, elige la aseveración<br />
“toda mirada es táctil”, cita tomada del poema “Respiro en Nueva York”,<br />
incluido en el libro Tientos de erótica celeste. Las preocupaciones valdelomarianas<br />
están instaladas en los aledaños de la mística, la poética y la filosofía y están referidas<br />
al espacio-tiempo, al movimiento y a la relación luz y color. Del japonés, Yasujiro<br />
Ozu, le atrae la apariencia “evanescente” de la película, acaso porque la esencia<br />
de su cine se caracterice por su reticencia al sonido y por preferir la cámara estática.<br />
La referencia elegida de la escritora Virginia Woolf (acaso, “se olviden del cine” los<br />
filósofos que preconizaban el final de la civilización) pertenece a un artículo de<br />
1926, es decir, de las postrimerías del cine mudo, donde se establecen relaciones<br />
entre el ojo y el cerebro y de qué modo perverso funciona tal relación al servirse el<br />
cine de la literatura. De Martínez Sarrión, el poeta albaceteño, selecciona un verso,<br />
“y los ojos ardiendo como faros”, personal recreación de sesión o sesiones cinematográficas<br />
donde populares e inalcanzables actrices deslumbraron al novicio espectador,<br />
en cuya “desabrida y fría” cena familiar, los ojos ardían “como faros”. Estos<br />
cuatro puntos cardinales orientan sobre el poemario que viene a continuación por<br />
cuanto son tan definidores de sus gustos como orientadores de sus preferencias.<br />
La diversa filmografía inspiradora actúa sobre una veintena de poemas ubicados<br />
en los distintos apartados ya señalados; en todos ellos, precede al texto poético<br />
la frase “A partir de…” seguido del título y director. El globo como metáfora<br />
de ilusiones infantiles es sujeto activo en “Lo visible y lo invisible” y en “El globo<br />
entre los cables del telégrafo”; en el film de Lamorisse es “aire sin cuerdas, vivo /<br />
en la abrupta ciudad de los tranvías” donde el niño le sigue, embelesado, capaz de<br />
ver en él “todo lo visible y lo invisible”; muy al contrario, en el poema inspirado<br />
por la película de Fritz Lang, más exactamente, por sus primeras secuencias, la<br />
madre espera, desespera, sospecha que “la muerte está en pequeños abandonos”;<br />
en tanto, ese cruel y sádico vampiro callejero sabe bien que la víctima ya es suya;<br />
mientras, los cables del telégrafo…<br />
En las películas Mi tío y Les Mistons (Los mocosos), el adolescente francés es<br />
activo personaje, al igual que en “Hulot, querido tío” y “Que la vida iba en serio”.<br />
En la primera, la voz del muchacho repasa esa vida geométrica que la sociedad se<br />
empeña en construir para obligarnos a vivir anodinos y perplejos; “Las ciudades<br />
se calcan, / el cemento uniforma los distritos, / cada vez es más caro / ver estrellas”;<br />
sin embargo, la esperanza renace en un final donde el sobrino advierte al<br />
“desgarbado” tío que, por gente como él, “no todo/ está perdido”. El cortometraje<br />
de Truffaut tiene por personajes a esos juguetones adolescentes que “compartían …<br />
la camaradería de los locos” y cuyo objetivo principal era sorprender a los jóvenes