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nayagua

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existencia retirada en la isla de Kampa pone punto final a su desencanto. A través<br />

suyo comprende que más que proyectarse hacia fuera en busca de modelos, siempre<br />

relativos, necesita la poesía, la escritura, o bien la inteligencia, para vibrar por<br />

entero. Sobre todo la inteligencia, que le facilita la construcción de una realidad<br />

propia con lo que tiene adentro. Y la escritura es una maravillosa forma de lograrlo,<br />

pues luego la puede entregar a otros. Cambia su poesía, ya no es el ritmo del<br />

paso, sino el canto. Entonando celebrará los objetos que la apoyan en la vida y su<br />

comunión con ellos en una singular sacralidad erótica: piedras, animales, amigos,<br />

el amor…. Así surgen Eros, de 1981, Vivir, de 1983, Kampa, de 1986, dedicado al<br />

maestro, Fósiles, de 1985, y Lapidario, de 1988. Mediante la contemplación de esas<br />

criaturas que tiene al alcance de la mano —mundos de baja visión, los llama la mística<br />

sufí— se llega a la visión alta o interior, de algo que los rebasa: la orientación<br />

hacia la luz. Una vez que halla la conexión entre esos mundos mínimos de la materia<br />

y el conocimiento más subido, del orden de lo abstracto, ensancha su campo<br />

de percepción con la lectura de antiguos mitos vinculados a ritos de la fertilidad y<br />

unidos a la pulsión de muerte y resurrección, que cuajan en Creciente fértil de 1988.<br />

Rosas de fuego, escrito en paralelo al anterior, es una contemplación del universo en<br />

su totalidad y un homenaje a su primer maestro, Juan de la Cruz, del cual aprendió<br />

la humildad que necesariamente conlleva el atreverse a decir sin saber. El libro se<br />

publica en 1996, el mismo año que aparece Diván del ópalo de fuego o la Leyenda de<br />

Layla y Machnún. Tanto en este como en los cuatro siguientes: Arcángel de sombra,<br />

de 1999, Los secretos del bosque, de 2002, Río hacia la nada, de 2010, y Peregrinaje,<br />

de 2011, Janés se lanza a narrar historias a través del poema, estimulada por los<br />

autores que traduce. Aunque ya en Paralajes, de 2002 y Fractales, de 2005, asoman<br />

las tangencias entre ciencia y poesía, que anuncian sus intereses futuros. Su mente<br />

se ramifica y teje una red entre constelaciones simbólicas en apariencia diversas en<br />

busca del hilo secreto que las vincula. Así, descubre que lo que tienen en común es<br />

el modo de manifestarse: una fulguración, primero, y luego la súbita desaparición,<br />

vistas desde un tiempo astral, que la empuja a concebir el mundo como una telaraña<br />

dinámica, cuyo vacío está lleno de vibración. Eso no la separa, sin embargo,<br />

de los acontecimientos actuales, y en 2005 publica Huellas sobre una corteza. Aquí<br />

brota una vez más la rebeldía que ya había estallado en En busca de Cordelia, y que<br />

también encuentra su forma en el poema largo, casi una epopeya; pero ahora no<br />

desde un yo, sino como parte del sentir de un colectivo humano. Con gran fuerza<br />

dramática narra las vicisitudes de una mujer árabe que pierde sus libertades, a<br />

medida que su grupo social se aferra a la ortodoxia. Obligada a desaparecer bajo<br />

el burka, poco a poco disminuye su presencia y peso en la sociedad, hasta transformarse<br />

en una suerte de animal doméstico al servicio de una voluntad ajena. El<br />

poema es la expresión clara de una conciencia social, y a la vez, del decir de Ghandi<br />

“la poesía es una interminable resistencia pasiva”.<br />

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