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para sus propios hijos con amores compartidos

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Jorge L. Ferrari<br />

No esperemos ver a un bebé golpeado <strong>para</strong> actuar. Si hay tensión<br />

entre el adulto y el bebé, terminará habiendo maltrato y recién luego aparecerán<br />

los golpes (el luego pueden ser unas semanas, un mes o apenas llore<br />

mucho). Si hay problemas, no dejemos solo al niño <strong>con</strong> las taras, fantasmas,<br />

miedos y demás de <strong>sus</strong> padres, si está en nosotros ayudar, hagámoslo apenas<br />

vemos esas señales de alerta temprana que hemos mencionado en 1 y 2.<br />

Podríamos hablar de la pre-historia del maltrato y referirnos a los<br />

antecedentes en la vida de cada uno de los Padres, pero en realidad estos se<br />

expresan de manera muy diversa, no todos los que fueron golpeados golpean,<br />

ni todos los que sufrieron hacen sufrir. Digamos que si todo lo malo<br />

que esa persona pasó no la traslada a su recién nacido, ni al niño en crecimiento,<br />

no tiene sentido analizarlo acá, aunque así <strong>con</strong>vendría charlarlo <strong>con</strong><br />

el interesado y dejar que todo eso lo pueda expresar. De la misma, manera<br />

que si todo anduvo bien en su infancia, pero “como no fue parte de <strong>sus</strong> planes”<br />

recibe malhumorado la llegada del hijo, esto es lo que va a importar<br />

<strong>para</strong> nosotros.<br />

La violencia pedagógica o la “pedagogía negra” (Rutschky, K. 1977-Miller,<br />

A. 1980)<br />

165<br />

Muchas veces los golpes no expresan un problema en la relación<br />

Padre-hijo sino que encuentran su razón en una vieja <strong>con</strong>cepción de la educación.<br />

Cuando nos dicen que hay que educar <strong>con</strong> firmeza a los <strong>hijos</strong>, entienden<br />

por firmeza la mano dura sobre las nalgas o en la cara de los <strong>hijos</strong><br />

e hijas. Educar aparece en esos casos emparentado <strong>con</strong> obediencia ciega,<br />

dominación y se <strong>con</strong>funde respeto <strong>con</strong> miedo.<br />

Y aquí está el meollo del asunto, el respeto puede y debe ser bidireccional,<br />

“yo te respeto, tú me respetas”, el miedo va en una sola dirección:<br />

“yo te atemorizo, tú me temes”.<br />

Si bien en las últimas décadas ha ido avanzando a paso agigantados<br />

la comprensión de que la violencia no educa, aún hay muchas personas<br />

<strong>para</strong> quienes ser un buen Padre significa castigar físicamente a los <strong>hijos</strong><br />

cuando se portan mal o desobedecen, es decir corregir pegando, corregir<br />

<strong>con</strong> violencia.<br />

Este accionar no es una cosa ajena a cualquiera de nosotros, quién<br />

es Padre se ha preguntado si no debería haber dado unos chirlos o un soberano<br />

cachetón ante un comportamiento “desacomodado” de su hijo. Y más

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