para sus propios hijos con amores compartidos
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Organizaciones familiares post-divorcio benignas y malignas<br />
ran así bandos facciosos en la familia. Esto atenta, <strong>con</strong>tra una de las últimas<br />
instituciones <strong>con</strong>fiables <strong>para</strong> el niño en la crisis del divorcio: la fratría. El<br />
divorcio, deja momentáneamente a muchos niños en una situación de desesperanza,<br />
desengaño y pérdida de <strong>con</strong>fianza en <strong>sus</strong> progenitores. Se<strong>para</strong>r<br />
a los hermanos puede quitar el último vínculo <strong>con</strong>fiable que sobrevive a<br />
la crisis. Esto también puede facilitar la involucración de cada niño en el<br />
bando que ejerce su guarda, promoviendo así la generación de <strong>con</strong>flictos<br />
que los se<strong>para</strong>n. En vez de la unión solidaria, puede generarse la inclusión<br />
o el reclutamiento faccioso. Así, se divorcian también los hermanos, por<br />
inducción o mal manejo de los padres. Los niños son en estos casos muy<br />
poco respetados, distribuidos como objetos de la propiedad de los ex cónyuges<br />
y hasta vistos de esa manera, a veces, por funcionarios judiciales que<br />
toleran este inadecuado reparto. Esto es la Tenencia o Guarda Repartida,<br />
que implica un nivel II de Malignidad, y no tiene ninguna similitud <strong>con</strong> la<br />
que denominábamos Tenencia o Custodia Compartida, que es más bien lo<br />
opuesto. Su principal <strong>con</strong>secuencia es la ansiedad, el desasosiego y el dolor<br />
por la pérdida de la cotidianidad y de la <strong>con</strong>fianza del o los hermanos como<br />
objeto de apego, sobre todo si son mayores<br />
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Divorcio de Tipo D:<br />
Se “divorcian” los esposos y se “divorcian” los padres, pero además,<br />
uno de ellos intenta “divorciar”, física y emocionalmente, a los <strong>hijos</strong>,<br />
del otro progenitor, sin ninguna justificación protectora válida. Esto puede<br />
ser <strong>con</strong>secuencia de graves resentimientos <strong>con</strong>yugales y graves heridas narcisistas,<br />
trastornos emocionales, distorsiones cognitivas, influencia perniciosa<br />
de malas praxis profesionales o como señalamos antes: inducción de<br />
los Sistemas Más Allá de la Familia. Inducción sobre todo ejercida por las<br />
familias de origen, llegando a fenómenos grupales y socioculturales que<br />
recuerdan el linchamiento o la caza de brujas. Se apela, <strong>con</strong> frecuencia, a<br />
erróneas o falsas denuncias, de buena o mala fe, haciendo abuso de recursos<br />
jurídicos de protección y de manipulación emocional.<br />
Los <strong>hijos</strong> pueden perder la <strong>con</strong>dición de sujetos <strong>con</strong> derechos <strong>propios</strong>,<br />
<strong>para</strong> ser tratados solo como objetos del derecho de uno de <strong>sus</strong> progenitores,<br />
derechos que a su vez uno se los arrebata al otro. En un abuso de<br />
su poder e influencia, o de viejos mitos culturales, un progenitor, pretende,<br />
igualando la función parental <strong>con</strong> la marital, en una lamentable y grave<br />
<strong>con</strong>fusión, arrastrar al hijo en su suerte, compartiendo <strong>con</strong> él su divorcio de