para sus propios hijos con amores compartidos
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Organizaciones familiares post-divorcio benignas y malignas<br />
que se le <strong>con</strong>struye al niño, el mal cónyuge deviene en mal progenitor y<br />
así: aquel pasa a ser protagonista activo del <strong>con</strong>flicto. Constituye el éxito, el<br />
logro del objetivo del progenitor alienador, propuesto en el Tipo D.<br />
Nos en<strong>con</strong>tramos <strong>con</strong> el (SAP) Síndrome de Alienación Parental<br />
(Díaz Usandivaras, 2002). Una denominación discutida por <strong>sus</strong> <strong>con</strong>notaciones<br />
médicas aplicadas a un fenómeno relacional, pero que, como tantos<br />
otros, está ya instalado, aunque resistido. El término síndrome, de todas<br />
maneras, denota un <strong>con</strong>junto de fenómenos que se suceden de manera regular<br />
y están siempre presentes en la fenomenología de este cuadro, como en<br />
las enfermedades comunes. Por otra parte, el término alienación resulta útil<br />
<strong>para</strong> ilustrar la vivencia de extrañamiento de un hijo a su progenitor, en esta<br />
relación <strong>con</strong>flictiva.<br />
62<br />
El <strong>con</strong>cepto del S.A.P. fue discutido en <strong>sus</strong> comienzos, hace 25<br />
años, por ser <strong>con</strong>siderado sexista, dado que entonces la relación de progenitores<br />
alienadores mujeres y hombres era de 10 a 1. Hoy, este factor de<br />
<strong>con</strong>troversia no existe, pues por los naturales cambios sociales, las cifras se<br />
han igualado. Las verdaderas víctimas del SAP siempre son los niños a los<br />
que se los recluta en una guerra <strong>con</strong>tra uno de <strong>sus</strong> padres, <strong>con</strong>virtiéndolos<br />
en huérfanos de un progenitor vivo.<br />
Entonces ¿Cuándo es correcto hablar de Síndrome de Alienación<br />
parental? En cualquiera de los dos casos: madre o padre excluidos, la manifestación<br />
ineludible es que el niño tiende a rehusar o rechazar el <strong>con</strong>tacto<br />
<strong>con</strong> el progenitor alienado, sin causas o justificaciones objetivas válidas.<br />
Por ello es también exigible:<br />
1. Que la relación previa haya sido cálida y afectuosa, normal entre ese<br />
progenitor y los <strong>hijos</strong>. Que ahora registre un cambio.<br />
2. Que el progenitor excluido no haya cometido <strong>con</strong> el niño errores o<br />
<strong>con</strong>ductas inapropiadas, como <strong>para</strong> justificar el rechazo. No necesariamente<br />
que sea perfecto.<br />
3. Que exista una influencia manifiesta del otro progenitor, caracterizada<br />
por: acciones de lavado de cerebro <strong>para</strong> debilitar el vínculo, de<br />
programación, tendientes a generar el repudio y la exclusión de éste<br />
de manera frecuente al involucrar a los niños en el <strong>con</strong>flicto <strong>con</strong>yugal<br />
y la captación emocional simbiótica buscando una adhesión fanática.<br />
4. La aparición, en el niño, de los ocho síntomas y signos característicos<br />
descritos por Gardner (1987) a saber: