para sus propios hijos con amores compartidos
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A) El maltrato a los niños Comienza antes del primer golpe<br />
hecho, puede deteriorar de manera abrupta y total el vínculo. La<br />
ofensa va mucho más allá del dolor físico y no habrá explicación<br />
o disculpa que borre el moretón emocional. De un solo golpe se<br />
pueden cortar muchos filamentos del cable de acero.<br />
No todos pegan por lo mismo, de la misma manera, <strong>con</strong> la misma asiduidad,<br />
ni en similares circunstancias. Sin embargo, <strong>sus</strong> <strong>con</strong>secuencias son mucho<br />
más similares que <strong>sus</strong> causas. El daño en la personalidad del niño/a, en los<br />
vínculos y sobre todo en su formación como víctima habitual y/o futuro<br />
golpeador o golpeadora. Cuál es el sentido de profundizar nuestros <strong>con</strong>ocimientos<br />
en esto, poder prevenir <strong>para</strong> que los <strong>hijos</strong> sean educados sin violencia,<br />
que los niños no crezcan en un ambiente de maltrato.<br />
Por ahora nos vamos a limitar a la violencia ejercida <strong>para</strong> educar o<br />
“corregir”, entendiendo que si limitamos esta, no solo eliminamos una parte<br />
<strong>sus</strong>tancial de la violencia que los niños sufren sino que significará una disminución<br />
de las otras violencia, ya que los maltratadores se suelen justificar<br />
<strong>con</strong> que lo que ellos hacen es bueno <strong>para</strong> los niños.<br />
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Pero además de evitar el sufrimiento que produce el maltrato,<br />
lograríamos también otros muchos beneficios. Por lo pronto, <strong>hijos</strong> mejor<br />
educados, en todos los sentidos que esto tenga y sobre todo <strong>hijos</strong> <strong>con</strong> mejores<br />
relaciones <strong>con</strong> <strong>sus</strong> Padres. Hijos <strong>con</strong> fuertes y sanos vínculos <strong>con</strong> su<br />
familia, <strong>con</strong> todo el cúmulo de beneficios que esto significa <strong>para</strong> los niños,<br />
<strong>para</strong> la familia, <strong>para</strong> la comunidad. Hasta podríamos mencionar, sin temor a<br />
equivocarnos, que va a tener una repercusión directa en una menor tasa de<br />
abandono de las personas mayores. Muchas veces ese abandono es la forma<br />
en que los <strong>hijos</strong> devuelven las cachetadas recibidas. Aunque no se suele<br />
mencionar en los “estudios de género” una de las <strong>con</strong>secuencias directas de<br />
no pegarle a los niños y niñas, es la disminución de la violencia a la mujer.<br />
Pero no se suele mencionar <strong>para</strong> no culpabilizar a las víctimas y porque<br />
siempre es más fácil echarle la culpa a los otros: al anónimo machismo y no<br />
a las cachetadas y maltratos recibidos en su etapa de formación.<br />
Si queremos una comunidad más sana, menos violenta, dejemos<br />
de pegar y maltratar a los niños y niñas, así de simple. Obvio, que esto no<br />
es todo, pero es lo que a nosotros compete. Si fuéramos e<strong>con</strong>omistas pediríamos<br />
que paguen salarios justos a los trabajadores, que distribuyan equitativamente<br />
la riqueza entre quienes la producen y no solo a los que ponen<br />
el capital. Todo esto hace a una sociedad más sana y menos violenta, pero<br />
como no soy e<strong>con</strong>omista sino pedagogo, digo y fundamento por qué no hay<br />
que pegar ni maltratar a los niños. Estoy seguro de que esto repercutirá en<br />
todo el entramado social.