para sus propios hijos con amores compartidos
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Jorge L. Ferrari<br />
Permiso <strong>para</strong> ser violentas<br />
Fijémonos que a las mujeres no se les “permite” ser violentas. La<br />
violencia se muestra como una característica y hasta una “virtud” masculina.<br />
A las niñas se le enseña que no deben ser agresivas, que eso es de varones,<br />
que las niñas no pegan; que deben ser delicadas, tiernas, comprensivas,<br />
etc. En la mujer adulta, también es muy mal visto que tenga comportamientos<br />
violentos. Hasta <strong>sus</strong> colegas de género dirán: “ahí va la loca o la marimacho”.<br />
Sin embargo, las madres, si pueden ser violentas, si pueden golpear.<br />
Nadie le dirá “machota” a una madre que pega a su hijo/hija. Con los <strong>hijos</strong><br />
las mujeres pueden expresar su agresividad: <strong>con</strong> los <strong>hijos</strong> e hijas hay “piedra<br />
libre” <strong>para</strong> ser violentas. En nuestra sociedad, las mujeres cuentan <strong>con</strong><br />
autorización de pegar solo a <strong>sus</strong> <strong>hijos</strong> (o en casos límites: <strong>para</strong> defenderse<br />
de los abusos). El problema también es que a veces hay mucha agresividad<br />
acumulada desde niña, desde adolescente, a la que se puede sumar, la del<br />
matrimonio o pareja… y todo eso se descarga en las nalguitas o en la cabeza<br />
de su hijo/hija.<br />
El abuso emocional, no por ignorado deja de existir y hacer daños espantosos<br />
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Abuso emocional, hay Padres que más allá de que peguen o no,<br />
son campeones del abuso emocional. En algunos casos crían a su hijo como<br />
un apéndice de ellos. Lo <strong>con</strong>sideran de su exclusiva propiedad y lo tienen<br />
y usan <strong>para</strong> satisfacer <strong>sus</strong> necesidades emocionales insatisfechas, de antes,<br />
de ahora y del futuro. Normalmente, hacia afuera, aparecen como personas<br />
dedicadas a su hijo, pero en realidad es la inversa: su hijo está totalmente<br />
absorbido, <strong>con</strong>sumido por su vida y no tiene otro objeto que satisfacerlo.<br />
El abuso emocional puede ser tan dañino como el físico. Si decíamos,<br />
que este tiende a quebrar la voluntad, aquel, hace que no exista. La<br />
personalidad del niño y su autoestima resultan anuladas por la personalidad<br />
y los deseos de su madre o padre. Esto es muy común en los casos de <strong>hijos</strong><br />
únicos criados por un solo progenitor. Por eso es tan necesaria la presencia<br />
de ambos padres y por eso es tan necesaria la crianza compartida: estén<br />
juntos o se<strong>para</strong>dos los Padres (Ferrari & Zicavo, 2011).<br />
La “alienación parental” vendría a ser un claro ejemplo de abuso<br />
emocional, cuando uno de los progenitores mal-dispone al hijo en <strong>con</strong>tra