para sus propios hijos con amores compartidos
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Diana Lesme<br />
la familia vivían en ese mundo de “al revés” de Galeano. Estaban cansados<br />
de lidiar <strong>con</strong> la <strong>con</strong>vivencia entre ellos, <strong>con</strong> el niño y <strong>con</strong> la escuela. Si bien<br />
vivían juntos, mostraban una gran distancia afectiva, operativa en las decisiones<br />
cotidianas simples y también en las más importantes. La madre privilegia<br />
al niño en todo momento, dejando de lado las necesidades, pareceres,<br />
expectativas de su pareja y el niño, reforzado en este lugar de privilegio<br />
amoroso, se manifiesta en excesos <strong>con</strong>ductuales en los que tiene dificultades<br />
<strong>para</strong> reprimir. Recordemos que está en un momento evolutivo de transitar el<br />
complejo de Edipo, e idealmente, asumirse como el tercero en la relación de<br />
<strong>sus</strong> padres, en castración, limitado en esa búsqueda de goce totalizante.<br />
El psicoanálisis nos ofrece un elemento <strong>para</strong> comprender esta búsqueda<br />
de goce, ya que el mismo Freud (1929), sostiene que esa omnipotencia<br />
oceánica, narcicística de satisfacción total, al modo de funcionamiento<br />
primario del lactante se verá limitada por el NO, como primera ley organizadora.<br />
Ese No que Matías no en<strong>con</strong>traba en <strong>sus</strong> padres. Este mecanismo<br />
por el que se asumiría la falta, el agujero, el límite, permite que el sujeto<br />
renuncie a ese goce primitivo, (que debe estar perdido <strong>para</strong> siempre <strong>para</strong><br />
seguir creciendo); y entonces se permita crear, transitar, frustrarse. Eso es lo<br />
que este niño no podía hacer por el excesivo apego de su madre y la pasividad<br />
casi negligente de su padre.<br />
Las familias en las que el apego entre algunos de <strong>sus</strong> miembros<br />
es excesivo, no permiten el sano despliegue de las fantasías del niño. Si<br />
bien el apego es necesario y normal en niños pequeños, sabemos que es<br />
un punto de partida y no debería ser un mecanismo habitual <strong>para</strong> enfrentar<br />
los desafíos de la vida. Arés (2010) describe las relaciones de apego, como<br />
aquellas en las que hay: necesidad de proximidad, incremento de bienestar<br />
en compañía de esa persona e incremento de la angustia cuando el acceso a<br />
esa persona está amenazada. Sostiene además que cuando estas relaciones<br />
de apego se <strong>con</strong>vierten en dependencia, se <strong>con</strong>vierten en relaciones dañinas.<br />
Así también describe lo que denomina relaciones de Fusión, en las que se<br />
anula propia individualidad (pp. 54-55).<br />
Mati y su mamá cumplían <strong>con</strong> ambos criterios, un apego excesivo,<br />
una indiscriminación de espacios, cuerpos, necesidades, fantasías y<br />
actuaciones, le dificultaba al niño recorrer el camino psíquico necesario<br />
<strong>para</strong> estructurar su a<strong>para</strong>to represivo y por tanto <strong>para</strong> dosificar <strong>sus</strong> impulsos<br />
de amor y los agresivos en su ambiente familiar, <strong>para</strong> trasladarlos luego al<br />
espacio escolar.<br />
La madre reaccionaba <strong>con</strong> angustia cada vez que la maestra le enviaba<br />
alguna notificación negativa sobre el comportamiento del niño, como<br />
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