para sus propios hijos con amores compartidos
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Jorge L. Ferrari<br />
su dignidad, que no necesita agredir <strong>para</strong> educar, <strong>para</strong> enseñarles<br />
lo que está bien y lo que está mal (por simplificar).<br />
Justamente son los que más pegan, viven topándose <strong>con</strong> desbordes<br />
por parte de <strong>sus</strong> <strong>hijos</strong>. Algunos, que luego de golpear y maltratar,<br />
sienten culpa e intercalan momentos de gran violencia <strong>con</strong> obsequios,<br />
cariños (fase tres de la violencia <strong>con</strong>tra la mujer) y “patente<br />
de corso” (que pueden hacer lo que quieran sin que le digan nada)<br />
por un tiempo variable.<br />
2) Situaciones familiares, particulares en donde por las razones que<br />
sea los Padres se ponen violentos y los niños reciben las <strong>con</strong>secuencias.<br />
Padres, que ya sea por estrés circunstancial o permanente<br />
se las agarran <strong>con</strong> los chicos. Los más débiles de la cadena, los que<br />
tienen más a mano, los que, a su modo de ver, le pertenecen.<br />
3) Personalidades violentas, que requieren tratamiento. Hay que poner<br />
recursos, materiales y humanos, bien distribuidos, en hospitales,<br />
centros de salud, municipios, <strong>para</strong> poder ayudar a las personas<br />
que tiene problemas de agresividad, algunos terminan matando a<br />
alguien y muchos hacen muy infelices a quienes tienen a su alrededor.<br />
No solo hay personas violentas, a veces, es todo el círculo<br />
familiar el que está enfermo de agresividad. Eso puede y debe ser<br />
tratado. Las políticas públicas tienen que encarar esto de manera<br />
decisiva y urgente. A poco de andar vamos a en<strong>con</strong>trar que otros<br />
temas sociales, como el alcoholismo y el uso indebido de drogas<br />
están muy relacionados <strong>con</strong> el que venimos tratando, ya sea en <strong>sus</strong><br />
causas o en <strong>sus</strong> <strong>con</strong>secuencias. Hoy nos damos por satisfechos si<br />
alejamos al padre o madre violento, sin importarnos del pasado<br />
o futuro de esa situación, y damos la espalda a todo lo malo que<br />
sucederá después irremediablemente.<br />
4) Padres que ocasionalmente golpean a <strong>sus</strong> <strong>hijos</strong> ya sea por el punto<br />
uno o dos, que tal vez se podría decir que no son un problema<br />
grave. La cuestión es que si está la violencia en el registro de actividades<br />
“pedagógicas” permitidas, en algún momento se pueden<br />
generar situaciones que sean mucho más preocupantes, ya sea por<br />
un especial estado de nervios de los Padres o por el tamaño de la<br />
“travesura”. Sepamos también que así como los niños, a los que<br />
es habitual golpearlos, se acostumbran y “parecen” inermes a una<br />
paliza más o menos, aquellos a quienes no se les pega nunca, una<br />
sola cachetada puede hacer que repercuta enormemente. Este solo<br />
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