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El inversor inteligente - Benjamin Graham

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POLÍTICA DE CARTERA GENERAL: EL INVERSOR DEFENSIVO<br />

acontecimientos financieros que se han producido desde 1949. No hay<br />

ninguna indicación de que las actividades profesionales, como las que<br />

llevan a cabo los fondos de inversión, se hayan llevado a cabo de esa<br />

manera. <strong>El</strong> porcentaje de la cartera destinado a acciones por los principales<br />

tipos de fondos, los «equilibrados» y los de «acciones ordinarias» han<br />

cambiado muy poco de un año a otro. Sus actividades de venta han estado<br />

relacionadas principalmente con el esfuerzo por pasar de carteras menos<br />

prometedoras a otras más prometedoras.<br />

Si, como venimos creyendo desde hace tiempo, el mercado de<br />

valores ha dejado de estar sometido a sus viejos límites, y si todavía no se<br />

han establecido otros límites que le sean aplicables, no podemos ofrecer al<br />

<strong>inversor</strong> unas reglas fiables para que pueda reducir su cartera de acciones<br />

ordinarias al mínimo del 25% e incrementarla posteriormente hasta el<br />

máximo del 75%. Podemos proponer que en general el <strong>inversor</strong> no debería<br />

tener más de un 50% en acciones salvo que tenga una gran confianza en la<br />

solidez de la situación de su cartera de acciones y esté seguro de que podría<br />

considerar una recesión como la que se produjo en el mercado<br />

estadounidense en 1969-1970 con ecuanimidad. Nos resulta difícil<br />

encontrar motivos que pudiesen justificar una confianza tan acusada a los<br />

niveles imperantes a principios de 1972. Por lo tanto, nuestra<br />

recomendación se opondría a cualquier reparto que asignase más del 50% a<br />

las acciones ordinarias en este momento. No obstante, y por motivos<br />

complementarios, es casi igual de difícil recomendar una reducción de esa<br />

cifra muy por debajo del 50%, salvo que el <strong>inversor</strong> esté inquieto, dentro de<br />

sí, por el nivel actual del mercado, y esté también satisfecho con la<br />

perspectiva de limitar su participación en cualquier ulterior ascenso a, por<br />

ejemplo, el 25% de sus fondos totales.<br />

Todo ello nos lleva a recomendar a la mayoría de nuestros lectores lo<br />

que puede parecer una fórmula excesivamente simplista de 50-50. Con este<br />

plan, el principal orientador sería el de mantener un reparto lo más parecido<br />

posible entre obligaciones y acciones. Cuando los cambios del nivel de<br />

mercado hayan elevado el componente de acciones a, por ejemplo, el 55%<br />

se recuperaría el equilibrio vendiendo una onceava parte de la cartera de<br />

acciones y transfiriendo los ingresos a la cartera de obligaciones. Por el<br />

contrario, una reducción en la proporción de acciones hasta el 45%<br />

requeriría el uso de una onceava parte de los fondos en obligaciones para<br />

adquirir acciones adicionales.<br />

La Universidad de Yale estuvo aplicando un plan relativamente<br />

parecido durante bastantes años, a partir de 1937, aunque su sistema estaba<br />

calibrado en torno a la inversión de una proporción del 35% de la «cartera<br />

ordinaria» en acciones. A principios. de la década de 1950, no obstante,<br />

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