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El inversor inteligente - Benjamin Graham

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COMENTARIO AL CAPÍTULO 8<br />

En una ocasión entrevisté a un grupo de jubilados de Boca Raton,<br />

una de las comunidades de jubilados más ricos de Florida. Cuando<br />

pregunté a estas personas, que en su mayoría tenían 70 años o más, si<br />

habían conseguido mejores resultados que el mercado durante su vida<br />

como <strong>inversor</strong>es, algunos me contestaron que sí, y otros que no; y la<br />

mayoría no estaban seguros. Uno de ellos me dijo: «¿Y qué más me da? Lo<br />

único que sé es que gracias a mis inversiones he conseguido ganar<br />

suficiente dinero para acabar viviendo en Boca».<br />

¿Cabe una respuesta mejor? Después de todo, el objetivo de la<br />

inversión no consiste en ganar más dinero que la media, sino en ganar<br />

suficiente dinero para satisfacer sus propias necesidades. La mejor forma<br />

de medir el éxito de su inversión no consiste en saber si está ganando al<br />

mercado, sino en saber si ha elaborado un plan financiero y una disciplina<br />

de conducta que tenga probabilidades de permitirle llegar adonde quiere<br />

llegar. En última instancia, lo que importa no es cruzar la meta antes que el<br />

resto, sino asegurarse de que uno llega a su meta. 8<br />

Su dinero y su cerebro<br />

Entonces, ¿por qué les resulta tan cautivador el Sr. Mercado a los<br />

<strong>inversor</strong>es? En la práctica, nuestro cerebro está programado para<br />

provocamos problemas a la hora de invertir; los seres humanos somos<br />

animales que tratamos de identificar pautas de actuación. Los psicólogos<br />

han demostrado que si se presenta una serie aleatoria a un grupo de<br />

personas, y se les dice que es imprevisible, insistirán, no obstante, en tratar<br />

de adivinar qué va a salir a continuación. De la misma manera, “sabemos”<br />

que la siguiente tirada de dados será un 7, que un jugador que lanza una<br />

falta va a marcar el gol, que los siguientes números ganadores de la lotería<br />

primitiva van a ser, incuestionablemente, 4-27-9-16-42-10, y que las<br />

acciones de esta pequeña empresa se van a convertir en el siguiente~<br />

Microsoft.<br />

Unas recientes investigaciones revolucionarias de la ciencia<br />

neurológica indican que nuestros cerebros están diseñados para percibir<br />

tendencias incluso donde no las hay. Después de que un acontecimiento<br />

suceda dos o tres veces seguidas, ciertas zonas de nuestro cerebro, de<br />

manera automática, anticipan que va a suceder de nuevo. Si el<br />

acontecimiento se repite, un producto químico natural denominado<br />

dopamina se libera, inundando el cerebro con una leve euforia. De esta<br />

forma, si una acción sube unas cuantas veces, de manera refleja esperará<br />

8 Véase Jason Zweig, «DidYouBeat the Market?», Money, enero de 2000, págs. 55-58.<br />

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