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El inversor inteligente - Benjamin Graham

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Capítulo 5<br />

<strong>El</strong> <strong>inversor</strong> defensivo y las acciones<br />

Ordinarias<br />

Las ventajas que tienen las acciones como medio de inversión<br />

En nuestra primera edición (1949) descubrimos que llegado este<br />

punto era necesario introducir una larga explicación de los motivos por los<br />

que era recomendable incluir un elemento importante de acciones<br />

ordinarias en todas las carteras de inversión. * En aquella época estaba<br />

extendida de manera general la creencia de que las acciones ordinarias eran<br />

instrumentos muy especulativos y por lo tanto inseguros; habían<br />

experimentado un descenso relativamente acusado desde los niveles<br />

elevados de 1946, pero en vez de atraer a los <strong>inversor</strong>es a causa de sus<br />

precios razonables, esta caída había tenido el efecto contrario de socavar la<br />

confianza en los títulos de capital. Hemos comentado la situación contraria<br />

que se produjo en los 20 años siguientes, en los que el gran aumento del<br />

valor de las acciones hizo que pareciesen inversiones seguras y rentables a<br />

unos niveles muy elevados que realmente podrían ir acompañados de un<br />

nivel considerable de riesgo. †<br />

<strong>El</strong> argumento que hicimos a favor de las acciones en 1949 giraba<br />

sobre dos puntos esenciales. <strong>El</strong> primero era que habían ofrecido un nivel<br />

considerable de protección frente a la erosión del valor monetario de la<br />

inversión provocado por la inflación, mientras que las obligaciones no<br />

ofrecían ningún tipo de protección en absoluto. La segunda ventaja de las<br />

acciones ordinarias radica en su mayor rendimiento neto para los <strong>inversor</strong>es<br />

a lo largo de los años. Este mayor rendimiento se produjo tanto gracias a<br />

una renta por dividendos media superior a la rentabilidad ofrecida por las<br />

obligaciones de buena calidad como por la tendencia subyacente de<br />

* A Principios de 1949, las tasas medias de rentabilidad generadas por las acciones durante los 20 años<br />

anteriores fue del 3,1% en comparación con el 3,9% de las obligaciones a largo plazo del Tesoro, 10 que<br />

significa que 10.000 dólares invertidos en acciones se habrían convertido o en 18.415 dólares durante ese<br />

período, mientras que la misma cantidad en obligaciones se habría convertido en 21.494 dólares.<br />

Naturalmente, 1949. Naturalmente resultó un año fabuloso para comprar acciones: Durante la siguiente<br />

década el índice de acciones Standard & Poor's 500 tuvo una subida media del 20,1 %, una de las mejores<br />

rentabilidades a largo plazo de la historia del mercado de valores de Estados unidos.<br />

† Los anteriores comentarios de <strong>Graham</strong> sobre esta cuestión aparecen en las págs. 36-37. Imagine lo que<br />

habría pensado sobre el mercado a finales de la década de 1990, en la cual cada nuevo máximo histórico<br />

se consideraba «prueba» de que las acciones eran una forma exenta de riesgo de alcanzar la riqueza.<br />

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