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El inversor inteligente - Benjamin Graham

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VALORES CONVERTIBLES Y WARRANTS<br />

En nuestra primera edición (1949) ofrecíamos una ilustración de este<br />

problema especial que plantea la duda “qué hacer” cuando un valor<br />

convertible evoluciona al alza. Creemos que sigue estando justificado<br />

incluir es exposición en este libro. Como algunas otras de las referencias<br />

que hemos facilitado, éstas se basan en nuestras propias operaciones de<br />

inversión. Éramos miembros de un “grupo selecto” formado principalmente<br />

por fondos de inversión, que participó en una oferta privada de<br />

obligaciones convertibles al 4,5% de Eversharp Co., que salieron a la par,<br />

convertibles en acciones ordinarias a 40 doólares por acción. Las acciones<br />

subieron rápidamente hasta 65,5 y después (tras un desdoblamiento tres por<br />

dos) hasta el equivalente de 88. Este último precio hizo que las<br />

obligaciones convertibles valiesen por lo menos 220. Durante este período<br />

los dos valores fueron rescatados con una pequña prima; por lo tanto,<br />

prácticamente todos se convirtieron en acciones ordinarias, que fueron<br />

conservadas por algunos fondos de inversión compradores originales de las<br />

obligaciones. Poco tiempo después, el precio empezó a sufrir un severo<br />

declive, y en marzo de 1948 las acciones se vendían solamente a 7,375.<br />

Esta cotización ofrecía un valor de solo 27 para las obligaciones, lo que<br />

entrañaba la pérdida del 75% del precio original, en vez de un beneficio de<br />

más del 100%.<br />

La verdadera enseñanza de esta historia es que algunos de los<br />

compradores originales convirtieron sus obligaciones en acciones y<br />

conservaron sus acciones durante su gran declive,. Al hacerlo, fueron en<br />

contra del viejo adagio de Wall Street que dice: “No convertir nunca una<br />

obligación convertible”. ¿A qué se debe este consejo? A que una vez que se<br />

convierte el valor, se pierde la combinación estratégica de derecho<br />

preferente conectado con la oportunidad de obtener un atractivo beneficio.<br />

Probablemente habrá abandonado su posición de <strong>inversor</strong> y se habrá<br />

convertido en especulador, y frecuentemente además lo habrá hecho en un<br />

momento inconveniente (porque la acción ya habrá experimentado una<br />

gran subida). Si la regla de “No convertir nunca un título convertible” es<br />

válida, ¿cómo es posible que los expertos gestores de fondos canjeasen sus<br />

obligaciones de Evershap por acciones, para sufrir posteriormente las<br />

embarazosas pérdidas? La respuesta, sin duda, es que se dejaron llevar por<br />

el entusiasmo que les infundían las perspectivas de la empresa, así como<br />

por la “favorable evolución de mercado” de las acciones. En Wall Street<br />

hay unos cuantos principios prudentes; el problema es que normalmente se<br />

olvidan en el momento en el que más necesarios son. * De ahí proviene otro<br />

famoso adagio de los viejos del lugar: “Haz lo que digo, no lo que hago”.<br />

* Esta frase podría servir de epitafio para el período alcista del mercado de la década de 1990. Entre los<br />

«principios básicos de prudencia» que los <strong>inversor</strong>es olvidaron estaban clichés como por ejemplo «los<br />

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