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ORLANDO SÁENZ
Ahora las universidades no sólo hablan de la conciencia y el compromiso ambiental que todos
debemos tener, sino que lo comienzan a poner en práctica en los más diversos campos de acción
institucional. En la actual etapa del proceso de ambientalización, las organizaciones dedicadas a
la enseñanza superior aplican lo que predican; ante todo, enseñan con el ejemplo del mejoramiento
continuo de su propio desempeño ambiental.
En esta nueva fase de su ambientalización, los centros de enseñanza superior son conscientes
de que deben “convertirse en centros de referencia donde aplicar políticas de gestión y de toma
de decisiones que sirva de ejemplo y modelo para la sociedad, en general, o para empresas
o instituciones públicas o privadas, en particular”. Consecuentemente, las universidades están
formulando una “clara apuesta de que educar ambientalmente pasa por educar a partir de la
práctica cotidiana de asumir nuevos comportamientos y estilos de vida más sostenibles en los
propios centros educativos”. Según se define en la ponencia de la Universidad Autónoma de Madrid,
los universitarios estamos ante el reto de “pasar de la conciencia del desarrollo sostenible a
la práctica de desarrollar la sostenibilidad”. (Benayas y Alba, 2007: 2 y 16)
•Institucionalización del compromiso ambiental de las universidades
Una denominación apropiada para esta nueva fase del proceso de ambientalización de las organizaciones
de educación superior podría ser “Institucionalización del compromiso ambiental de
las universidades”. Este compromiso se está asumiendo formalmente en diversas declaraciones
públicas, colectivas e individuales. Y, más importante aún, comienza a ponerse en práctica con
una serie creciente de actuaciones ambientales, tanto en la esfera académica tradicional de la
formación, la investigación y la extensión, como en la más innovadora de la gestión y el ordenamiento
de los campus universitarios.
En lo colectivo, el compromiso ambiental de las universidades comienza con su expresión pública
a través de las ya numerosas cartas y declaraciones de distintas redes y asociaciones de las instituciones
de educación superior de todo el mundo. Al comentar sólo algunos de los más conocidos
manifiestos universitarios internacionales de este tipo, hemos hecho referencia a la Carta de
Bogotá (1985), la Declaración de Taillores (1990), la Carta Copernicus (1993), la Declaración de
Kyoto (1993), la Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014) y la Declaración
sobre la Universidad Latinoamericana en el Siglo XXI (1999). Pero no son las únicas; también
se podrían señalar la Declaración de Halifax (1991), la Declaración de Salónica (1997), la Declaración
de Bangkok (2000), la Declaración de Lüneburg (2001), la Declaración de Ubuntú (2002),
y, seguramente, algunas otras declaraciones o cartas colectivas, igualmente importantes.
A escala particular, también cada vez más universidades de distintos países hacen público, y difunden
ampliamente, su compromiso con la protección del entorno natural y con la sostenibilidad.
Este compromiso público de las organizaciones educativas toma frecuentemente la forma de Política
Ambiental Institucional, pero también aparece en algunas otras modalidades de documentos
de planeación estratégica, como misión, visión y objetivos de cada institución de educación superior,
o como Proyecto Ambiental Institucional.
Las experiencias presentadas en el IV Seminario Internacional Universidad y Ambiente reflejan
bastante bien el compromiso creciente de las universidades de todo el mundo con la protección
del entorno natural y el desarrollo sostenible. Todos los casos que se expusieron en este encuentro
académico, enfatizan la importancia de contar con una Política Ambiental Institucional que oriente
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IV SEMINARIO INTERNACIONAL UNIVERSIDAD Y AMBIENTE