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lorca

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empalma a la acción por medio de un somero gesto obscuro de<br />

dos personajes que no hablan. (Y es aquí donde García Lorca<br />

enseña a hacer teatro a «los del oficio», que sonríen dadivosamente<br />

ante las «audacias» del poeta). Y al final, el do de pecho homicida,<br />

las uñas y los dientes que buscan la vena tacaña que no quiso<br />

hacerse carne de hijo, perpetuación, en la sangre del hijo.<br />

¿De qué sirven los criterios habituales para enjuiciar obra tal?<br />

Es el arte en novedad quien segrega su propia normativa. ¿Qué<br />

sabemos de esto? García Lorca canta aquí fuera del pentagrama:<br />

se ha salido, venturosamente, de tono, y el diapasón habitual no<br />

contiene la vibración que sirva de punto de referencia a su módulo<br />

intuitivo. La obra ha sido principalmente bien enlazada por el<br />

pueblo-pueblo, por el que no tiene el ánima llena de cascotes,<br />

acolchonada y defendida contra todos los posibles asombros que<br />

no estén exactamente «programados». Nos explicamos cabalmente<br />

las espeluznas y falsos rubores de alguna persona que, por lo<br />

visto, no conoce las prosas del Antiguo Testamento...<br />

¿Y los intérpretes? Si hiciésemos crítica profesional tendríamos<br />

que hablar de ellos, y diríamos que la señora Xirgu -a quien<br />

veíamos por vez primera aquella noche- llega hasta la hondura<br />

de su rol, en cuanto se olvida de estar en su rol de «actriz ilustre».<br />

Entonces, su acento es adecuado, y la dirección de García Lorca<br />

halla su plastificación casi exacta. El resto de los actores, sometidos<br />

a los resabios de este resabiado teatro de España, uno de los<br />

peores del mundo en la hora actual, sin ningún género de duda.<br />

Agradezcamos su sobriedad al Sr. López Lagar en el papel de «Juan»,<br />

y al Sr. Álvarez Diosdado en su «Víctor», un poco demasiado ausente,<br />

tal vez. Y su buena intención estudiosa al Sr. Guitart, en<br />

«Macho». Y un aplauso sin regateos al conjunto de lavanderas, que<br />

han hecho cuanto han podido, y han podido mucho.<br />

Fontanals, el escenógrafo... Bueno, ya se hablará de Fontanals<br />

con la holgura que le es debida.<br />

(Rev. Ciudad, Ano II, 9 de xaneiro de 1935, nº. 3).<br />

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