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Blanco-Amor pasa estes días en Granada, tamén na compaña de Pepe<br />

García Carrillo, íntimo amigo do poeta, e Lorca contaríalles ós dous amigos,<br />

homosexuais coma el, aqueles detalles da súa experiencia americana, que<br />

non nomearía en público 82 . Pero, sobre todo, Eduardo coñecía na súa<br />

profundidade o ambiente granadino do poeta:<br />

«... Federico llevaba a rastras Granada como el presidiario sus<br />

grillos. Rilke decía que la patria del hombre es su infancia y Federico<br />

amaba su infancia, pero la arrastraba consciente o inconscientemente<br />

a sus espaldas. Tenía que estar siempre a la defensiva;<br />

esto lo mantenía aterrado, torturado continuamente. Yo fui a esperarle<br />

a Granada cuando regresó de Buenos Aires (parece que<br />

le estoy viendo, cargado de objetos de plata colonial que parecían<br />

poemas de si mismo). Juntos pasamos aquellos días y visitábamos<br />

por la tarde el Casino -cuento la anécdota porque Lorca la<br />

contaba muchas veces-, en el Casino estaban los viejos patricios,<br />

algunos todavía con sus patillas de boca de hacha y su aire<br />

retranquero y ceremonial de terratenientes. Eran amigos de don<br />

Federico, su padre, pero estaban muy resentidos y envidiosos porque<br />

Federico había traído dinero de las Américas. Uno de ellos le<br />

interrogó: Dicen que ustedes los poetas sois maricones. Y respondió<br />

Federico: ¿Y qué es poetas? Era un hombre efusivo, lleno de<br />

vida, de una estupenda salud y una condición apasionada, pero<br />

al mismo tiempo reprimido, acorralado...Cuántas veces le dije a<br />

Federico, después de presenciar cómo aquella gentecilla de la peña<br />

seudoliteraria se echaba sañudamente sobre su nombre en cuanto<br />

se marchaba del café de la avenida de los Reyes Católicos: Éstos<br />

un día te matarán. Como también dije otro día, la primera vez<br />

que desfilaban las Juventudes por el paseo Recoletos y las gentes<br />

de los grupos literarios del café Chiquikutz gastaban bromas<br />

(¡Adiós, guapitos, niños góticos!): Éstos os cortarán el pescuezo. No<br />

era difícil ser profeta...» 83 .<br />

Blanco-Amor, no seu artigo «¡ Juventud, divino tesoro!» (La Nación, 15-<br />

xullo-1934) reflexiona tamén sobre este ambiente de crispación, ó observar<br />

nesta viaxe unha pintada na muralla da Alcazaba de Granada: ¡Viva el fascio<br />

español!<br />

82<br />

Vid. Gibson, 1987, p. 312.<br />

83<br />

Cito por Ruiz de Ojeda, 1994, pp. 66-7.<br />

84<br />

Vid. Gibson, 1987, p. 313.<br />

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