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liber novvs de anima rationali ramon llull edición crítica y estudio

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252<br />

APÉNDICE. TRADUCCIÓN<br />

que sea medio e instrumento a través <strong>de</strong>l cual las criaturas corporales puedan<br />

alcanzar su fin en Dios y <strong>de</strong>scansar en él 4 , ya que Dios las creó principalmente para<br />

sí mismo, para que el fin <strong>de</strong> éstas fuera el más noble.<br />

Y puesto que el alma racional está unida al cuerpo humano, el cual se relaciona con<br />

todas las criaturas, cuando el alma consigue y alcanza su fin en Dios a través <strong>de</strong>l<br />

recordar, enten<strong>de</strong>r y amar, el cuerpo consigue o alcanza su fin en Dios; y en el<br />

cuerpo <strong>de</strong>l hombre que alcanza su fin en Dios a través <strong>de</strong> la beatitud, consiguen, a<br />

través <strong>de</strong> este cuerpo humano bienaventurado y glorificado, el resto <strong>de</strong> criaturas<br />

corporales su fin en Dios, esto es, los cuerpos celestes y los cuatro elementos y sus<br />

cualida<strong>de</strong>s, y el metal, las plantas y los <strong>anima</strong>les no racionales. Es necesario, por<br />

tanto, que exista una sustancia espiritual unida al cuerpo humano, a la que<br />

llamamos o <strong>de</strong>nominamos alma racional, para que las criaturas corporales tengan<br />

un fin en el que alcancen reposo.<br />

[I.I.2] Por experiencia sabemos que existen las sustancias corporales, pues las<br />

sentimos al verlas, tocarlas y por otros sentidos; como pasa con la piedra, que es<br />

visible y tangible, y <strong>de</strong> igual modo con las otras sustancias. Y en estas sustancias<br />

corporales puso Dios semejanzas <strong>de</strong> sus atributos, como en el cuerpo <strong>de</strong>l hombre,<br />

que es bueno por naturaleza, y en el fuego, el caballo, la planta y las <strong>de</strong>más cosas.<br />

Y puesto que Dios es bueno, la bondad <strong>de</strong>l cuerpo es semejanza en especie <strong>de</strong> la<br />

bondad divina, y así con el resto <strong>de</strong> semejanzas.<br />

De manera que, como Dios es sustancia espiritual, si él mismo puso sus semejanzas<br />

en las sustancias corporales, cuánto más necesario es que las pusiera, según su<br />

or<strong>de</strong>n y lógica, en las sustancias espirituales, las cuales pue<strong>de</strong>n recibir las<br />

semejanzas mejor que las sustancias corporales. Queda probado, por tanto, que<br />

existen las sustancias espirituales que llamamos almas racionales.<br />

[I.I.3] Todo lo que creó Dios, lo creó <strong>de</strong> manera or<strong>de</strong>nada, sin ningún vacío <strong>de</strong><br />

or<strong>de</strong>n. Y puesto que él es gran<strong>de</strong> por su gran<strong>de</strong>za y bueno por su bondad y en él no<br />

hay ninguna pequeñez ni malicia, tanto más le interesa producir bienes gran<strong>de</strong>s que<br />

pequeños. Y como él mismo produjo, a través <strong>de</strong> la creación, las sustancias<br />

corporales y también a los ángeles, que son sustancias espirituales, si no hubiese<br />

producido la sustancia compuesta, conformada <strong>de</strong> esencia corporal y espiritual que<br />

es el hombre, habría vacío en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la producción, y habría dos extremos sin<br />

medio, esto es, las sustancias corporales y las sustancias angelicales, y no habría<br />

sustancia en medio compuesta <strong>de</strong> sustancia corporal y espiritual, y le sería más<br />

propio a Dios producir sustancias <strong>de</strong> poca bondad que <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>, lo que es<br />

imposible y contra la gran obra que tiene en su misma bondad, a través <strong>de</strong> la<br />

generación e inspiración <strong>de</strong> las Personas divinas.<br />

[I.I.4] Si el alma racional no existe, entonces todo lo que hay en el hombre es<br />

corporal o acci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l cuerpo, y aquella potencia que está más cerca <strong>de</strong> lo<br />

espiritual es la potencia imaginativa <strong>de</strong>l hombre, porque es más elevada que la<br />

elementativa, vegetativa y sensitiva. Y el hombre que imagina los antípodas según<br />

la naturaleza <strong>de</strong> la imaginación, afirma o juzga que los antípodas se caen hacia<br />

abajo; pero el hombre sabio consi<strong>de</strong>ra que aquel caer sería un ascen<strong>de</strong>r, y los<br />

cuerpos, que tienen un peso, ascen<strong>de</strong>rían contra natura hacia arriba. Por lo tanto, es<br />

necesario que en el hombre haya alguna potencia espiritual con la cual supere a la<br />

4<br />

Tópico cristiano, cf. por ejemplo AGUSTÍN DE HIPONA: “Et inquietum erit cor nostrum donec<br />

requiescat in Te.” (Confessiones I, 1,1).

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