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LAS DOS VIDAS DEL HÉROE

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gratitud, para dar rienda suelta a un entusiasmo largamente reprimido por el defensor de<br />

Mafeking, quien había conquistado el corazón de la nación y del Imperio.<br />

En Picadilly Circus el tráfico había llegado a un completo estancamiento mientras una<br />

masa humana empujaba y empujaba alegremente, y entonaba, hasta quedar ronca, canciones<br />

nacionales y los últimos estribillos patrióticos. Vendedores ambulantes hacían el gran negocio<br />

vendiendo cometas, matracas, flautas y silbatos. Sonidos que reventaban los oídos salían de<br />

todo tipo de instrumentos ruidosos. Un organillero emprendedor tocaba Its the Soldier of the<br />

Queen, My Lads (Es el soldado de la Reina, mis amigos) y recibió una lluvia de peniques<br />

cuando la multitud a su alrededor formó un coro para cantar y silbar.-<br />

Una bandera coronada de guirnaldas, con el retrato del Coronel Baden-Powell, tremolada<br />

sobre las cabezas de la multitud, atrajo vítores y más vítores. Media docena de soldados, listos<br />

para ir al frente, fueron levantados en hombros y aclamados agrandes voces. La misma suerte<br />

le tocó a un grupo de marineros de la Armada de Su Majestad. Y todo el tiempo centenares de<br />

policías estuvieron allí, impotentes y sonrientes, pero alertas a problemas que nunca llegaron.<br />

Yen todas partes y por sobre cualquier otro ruido, hasta que el sol de la mañana iluminó la<br />

cúpula de St. Paul y envió a los trasnochadores a casa, dos grandes vítores fueron repetidos<br />

incesantemente, seguidos cada vez por aplausos clamorosos y el tremolar de miles de<br />

banderas.-<br />

¡Hurra por Mafeking!<br />

Tres vivas por Baden-Powell<br />

XIV<br />

Fin de la Guerra<br />

Años: 1900-03 Edad: 43-46 años<br />

1<br />

Baden-Powell no pudo dormir mucho la primera noche de la liberación de Mafeking. Al<br />

amanecer estaba en su habitual atalaya, estudiando la posición Boer con sus anteojos de<br />

campaña. Parecia que el enemigo todavía ocupaba los dos laagers al este de Mafeking y las<br />

trincheras en los ladrillales. Las banderas Boer aún flameaban en el Fortín del Arbol del Juego<br />

(Garne Tree Fort) y cerca del cuartel general de Snijman. Había evidentemente tan poca<br />

actividad que 13-P llegó a la conclusión de que los Boers intentaban quedarse ese día . No<br />

tenía intención de permitírselo.<br />

Hizo salir a la guarnición y fueron al ataque mientras las fuerzas de socorro bombardeaban<br />

las posiciones Boer con los cañones que habían traído a Mafeking durante la noche. Tan<br />

pronto como las granadas comenzaron a caer en el laager, los Boers huyeron al Transvaal tan<br />

rápidamente como pudieron .<br />

B-P entró con sus hombres en las líneas Boer. El laager principal habla sido evacuado<br />

precipitadamente.-Ollas y marmitas conteniendo el desayuno de los hombres estaban todavía<br />

hirviendo en el fuego. Varias carretas cargadas de alimentos fueron dejadas abandonadas. La<br />

oficina de campo de Snijman estaba regada de papeles y telegramas. Baden-Powell marchó al<br />

Fortín del Arbol del Juego. La bandera Boer fue arriada y la británica izada entre saludos<br />

frenéticos. Y en un hospital de campo detrás de las líneas Boer, Baden-Powell tuvo una<br />

agradable reunión con el Capitán McLaren. El Muchacho y otros treinta soldados británicos<br />

heridos estaban en bastante buena condición como para ser llevados al hospital de la ciudad.-<br />

Habiendo completado la limpieza, las tropas regresaron a Mafeking. Cuando llegaron a la<br />

ciudad encontraron la Plaza del Mercado atestada de gente esperando para recibirlos. Al<br />

momento que entraron los vítores retumbaron a su alrededor Era un espectáculo que siempre<br />

seria recordado por quienes lo vieron, escribió J. Emerson Neilly, éste regocijo loco en las<br />

caras hambrientas de los recién liberados, las lágrimas que brotaban espontáneas de los ojos<br />

de docenas de quienes alternativamente pasaban de los vítores y sofocos a los sollozos... Se<br />

hizo evidente que hasta el gallardo B-P estaba conmovido. Había señales visibles de la emoción<br />

que se adueñaba de él al montarse en su caballo y observar el loco desenfreno de esa gente por<br />

la que tanto había trabajado para protegerla. Sus ojos estaban también a punto de llenarse de<br />

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